martes, 5 de enero de 2010

Las maravillas de la Creación














El vuelo de los gansos: una alegoría de mutualidad

El proximo otoño cuando veas los gansos dirigiéndose hacia el norte para pasar el invierno, fíjate en que vuvuelTal vez an de esa manera. Se ha comprobado que cuando cada pájaro bate sus alas, produce un El movimiento en el aire que ayuda al pájaro que va detrás de él. Volando en V la bandada completa una V. te interese saber lo que la ciencia ha descubierto acerca del por qué un ganso se sale de la formación siente inmediatamente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de hacerlo solo y rápidamente regresa a la formación para beneficiarse de la ayuda deaumenta por lo menos un 70 % su poder de vuelo que si cada pájaro volara solo.
Cada vez que elan formando l compañero que va adelante.
Cuando el líder de los gansos se cansa, se pasa a otro de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar. Los gansos que van detrás graznan para alentar a los que van delante a mantener la velocidad.
Finalmente, cuando un ganso se enferma, o es herido por un disparo, otros dos gansos se salen de la formación y lo siguen para ayudarlo o protegerlo. Se quedan acompañándolo hasta que está nuevamente en condiciones de volar o muere, y sólo entonces los dos acompañantes vuelven a su bandada o se unen a otro grupo."El milagro de Dios en la savia de los árboles
"Las hojas de los árboles necesitan muchos litros de agua cada día a fin de mantenerse verdes. Ninguna bomba inventada por el hombre podría impulsar esa cantidad de agua a través de los densos troncos de madera de los árboles. Sin embargo, Dios permite que sus raíces ejerzan una presión muy fuerte de doscientos kilógramos por centímetro cuadrado sólo para impulsar el agua hasta las hojas, sin tener en cuenta la resistencia de la madera."
El mundo vegetal nos enseña cómo depender de Dios
"El mundo vegetal fue creado para dar al hombre una lección objetiva de entera dependencia ante Dios, y su seguridad en esta dependencia. Él viste los lirios mucho mejor que a nosotros. El que da a los árboles y a las parras su belleza y su fruto, haciendo de cada uno aquello que debe ser, mucho más hará de nosotros lo que debemos ser. La única diferencia es que Dios obra en los árboles con un poder del que ellos no son conscientes. Él quiere trabajar en nosotros con nuestro consentimiento. En esto consiste la nobleza del hombre, que tiene una voluntad que puede cooperar con Dios para entender, aprobar y aceptar lo que Él se ofrece para hacer."

El "espíritu" de las abejas
"Sucede con las abejas lo que con la mayor parte de las cosas de este mundo. Observamos algunas de sus costumbres y decimos: hacen esto, trabajan de este modo, sus reinas nacen así; sus obreras permanecen vírgenes; enjambran en tal época. Creemos conocerlas y nos damos por satisfechos. Las miramos ir presurosas de flor en flor; observamos el agitado movimiento de la colmena; esa existencia nos parece muy sencilla y limitada, como las otras, a los cuidados instintivos de la comida y de la reproducción. Pero si miramos más de cerca y tratamos de darnos cuenta de lo que entonces vemos, se nos presenta la complejidad espantosa de los fenómenos más naturales, el enigma de la inteligencia, de la voluntad, de los destinos, del fin de los medios y de las causas. La organización incomprensible del menor acto de la vida." La perfección del universo declara que es obra de Sus manos
En el universo, todas las cosas están destinadas para un propósito. Consideremos la masa y el tamaño de este planeta en que hemos sido colocados. Son justamente los correctos, para recibir del sol la cantidad correcta de calor y de luz. Si la tierra estuviera más lejos, nos congelaríamos; y si estuviera más cerca, no podríamos sobrevivir.
Ninguno de los otros planetas está inclinado como el nuestro: a 23 grados. Si no fuera así, se acumularían grandes masas de hielo en los polos, y la parte central de la tierra se volvería intensamente caliente.
Si alguien sacara a la luna alguna vez de su órbita, toda la vida se acabaría en la tierra. Dios ha provisto la luna como una sierva para que limpie los océanos y las costas de todos los continentes. Sin la mareas que crea la Luna, todos nuestros puertos y playas se convertirían en un pozo lleno de basura. Con las mareas, las olas rompen en las costas y airean los océanos, proveyendo oxígeno para el plancton, fundamento de la cadena alimenticia.
Tenemos la maravilla de la atmósfera. Ninguna otra atmósfera contiene las mismos elementos que la nuestra, los cuales se van mezclando en forma continua mediante los efectos de marea que la luna produce sobre ella. Aunque el hombre descarga una tremenda cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, éste es absorbido por el océano, y el hombre puede continuar viviendo.
También tenemos la maravilla del agua. Este asombroso líquido existe como hielo, que resquebraja las piedras y produce suelo. Como nieve, almacena agua en los valles. Como lluvia, riega y purifica la tierra. Como vapor en la naturaleza, provee humedad para la mayor parte de las tierras arables. Existe como cubierta de nubes, precisamente en la cantidad correcta: 50 % de la superficie terrestre está cubierta por ellas en cualquier tiempo, lo cual permite que pase la correcta cantidad de luz solar. Cuando se congela, es más liviana y flota. Si no fuera así, los lagos y ríos se congelarían desde el fondo hacia arriba y matarían todos los peces. Las algas quedarían destruidas y nuestra provisión de oxígeno se acabaría, y la humanidad moriría.
Aun el polvo realiza una increíble función a favor de la humanidad. Si no fuera por el polvo, nunca veríamos el cielo azul. A 27 Km. por encima de la tierra, no hay polvo de la tierra, y el cielo es siempre negro. Si no fuera por el polvo, nunca llovería. Una gota de lluvia se compone de ocho millones de minúsculas gotitas de agua, y cada una de esas gotitas envuelve una ínfima partícula de polvo. Sin éstas, el mundo se resecaría y la vida dejaría de existir
1 En el principio Creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba sin orden y Vacía. Había tinieblas sobre la faz del océano, y el Espíritu de Dios se Movía sobre la faz de las aguas. 3 Entonces dijo Dios: "Sea la luz", y fue la luz. 4 Dios vio que la luz era buena, y Separó Dios la luz de las tinieblas. 5 Dios Llamó a la luz Día, y a las tinieblas Llamó Noche. Y fue la tarde y fue la mañana del primer Día. 6 Entonces dijo Dios: "Haya una Bóveda en medio de las aguas, para que separe las aguas de las aguas." 7 E hizo Dios la Bóveda, y Separó las aguas que Están debajo de la Bóveda, de las aguas que Están sobre la Bóveda. Y fue Así. 8 Dios Llamó a la Bóveda Cielos. Y fue la tarde y fue la mañana del segundo Día. 9 Entonces dijo Dios: "Reúnanse las aguas que Están debajo del cielo en un solo lugar, de modo que aparezca la parte seca." Y fue Así. 10 Llamó Dios a la parte seca Tierra, y a la Reunión de las aguas Llamó Mares; y vio Dios que esto era bueno.14 Entonces dijo Dios: "Haya lumbreras en la Bóveda del cielo para distinguir el Día de la noche, para servir de señales, para las estaciones y para los Días y los años. 15 Así sirvan de lumbreras para que alumbren la tierra desde la Bóveda del cielo." Y fue Así. 16 E hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para dominar en el Día, y la lumbrera menor para dominar en la noche. Hizo también las estrellas. 17 Dios las puso en la Bóveda del cielo para alumbrar sobre la tierra, 18 para dominar en el Día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que esto era bueno. 19 Y fue la tarde y fue la mañana del cuarto Día. 1:23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto. 1:24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. 1:25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. 1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. 1:29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. 1:30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. 1:31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. 2:1 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. 2:2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. 2:3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. 2:4 Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, 2:5 y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, 2:6 sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. 2:7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. 2:8 Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. 2:9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 2:10 Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. 2:11 El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; 2:12 y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice. 2:13 El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus. 2:14 Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. 2:15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. 2:16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 2:17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. 2:18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. 2:19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. 2:20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. 2:21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. 2:22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. 2:23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. 2:24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. 2:25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.

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