lunes, 4 de enero de 2010





Prestadme atención, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá una ley, y estableceré mi justicia para luz de los pueblos. — Isaías 51:4Realmente no nos beneficia mucho que Dios nos diga cómo llegar a un lugar de bendición, si no ponemos atención o si no hacemos lo que Él dice.Pero no me escucharon ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz e hicieron peor que sus padres. — Jeremías 7:26Pero definitivamente la desobediencia nos roba la bendición que Dios tiene destinada para nosotros. Al desobedecerlo, perdemos nuestro derecho a disfrutar fragmentos del escenario diseñado cuidadosamente por Él para nuestras vidas. Y nuestra rebeldía contra Sus caminos definitivamente provoca que “perdamos” algunas recompensas en nuestras vidas, exactamente como nos perdernos de ver algo de interés cuando un guía de turistas nos dice que miremos a la izquierda y nosotros elegimos mirar al otro lado.Como hemos aprendido antes, ha sido muy poco lo que nuestra cultura nos ha enseñado acerca de las cosas de Dios. Esto es especialmente cierto cuando se trata del concepto de la obediencia.Con demasiada rapidez elaboramos en nuestra mente una imagen de obediencia que se parece a un recluta infeliz, dando un saludo militar con rigidez y disponiéndose a cumplir sus obligaciones cristianas.O pensamos en un sirviente hostigado que debe añadir otra tarea imposible a su horario ya sobresaturado. Peor que eso, quizá algunas veces sentimos que la obediencia significa hacer cosas sólo porque tenemos que hacerlas, sólo porque Dios dice que las hagamos, como si hubiera diseñado un curso de obstáculos lleno de actividades que “tienes que” realizar, para ver quién está realmente comprometido con Su causa.Nada podría estar más lejos de la verdad. Aunque la obediencia generalmente involucra hacer algo como resultado de lo que escuchas, su significado básico, el corazón de la obediencia, sencillamente es escuchar y poner atención a lo que Dios te dice. Ese es el significado de la palabra obedecer: escuchar atenta y cuidadosamente para que realmente oigas lo que fue dicho.”Ahora, aquí está la pregunta más importante acerca de la obediencia, y dependiendo de cómo interpretas el favor y el amor de Dios hacia ti, y Su compromiso total con tu bienestar y gozo, tu corazón contestará casi instintivamente: ¿Tenemos que obedecer al Señor o tenemos la oportunidad de obedecerlo? ¿Debemos escucharlo o podemos escucharlo?Jesús dice que “de la abundancia del corazón [el nuestro] habla la boca” (Lucas 6:45). Puesto que el corazón de Dios está completamente lleno de amor y afecto por nosotros, lo que Él nos dice en Su Palabra por medio de Su Espíritu, es una expresión de ese amor. Él nos dice lo que nos dice porque quiere precisamente lo mejor para nosotros.Es por eso que Hoy me siento motivado a prestarle atención mayor a Dios.Señor, Tu captas mi atención y quiero oírte con mi corazón abierto. Amén.

Y DIJO EL SEÑOR:

¡Oh, si mi pueblo me oyera, si Israel anduviera en mis caminos! — Salmo 81:13
Cuando éramos niños y alguien nos decía que escucháramos, era sólo una forma de decirnos: “Estás a punto de meterte en problemas.” Escucha, quería decir: “no estás escuchando.”Escucha, generalmente antecedía a algún tipo de castigo, o por lo menos significaba que teníamos que dejar de hacer algo que queríamos. Si las palabras tuvieran sabor de comida, el sabor de la palabra escucha, sería peor que el hígado: para la mayoría de los niños, y de los adultos.La palabra escucha, sabe a aburrimiento, a enojo y a un alto a la diversión. Queremos seguir con lo que estábamos haciendo, y no queremos estar esperando a que alguien nos tenga que decir qué hacer.¿Por qué crees que las personas se interesan de distinta forma al escuchar a alguien con autoridad cuando van a ser corregidos (y castigados) a diferencia de cuando necesitan ayuda y consejo? En otras palabras ¿Por qué nuestras expectativas respecto a lo que vamos a escuchar cambian nuestro grado de atención?El Dios amoroso, misericordioso y benigno que estás empezando a conocer quiere que escuches cuidadosamente todo lo que Él dice. En la Biblia, Dios nos exhorta, más que casi cualquier otra cosa, a escucharlo. Quiere que lo escuchemos porque es la forma básica en la que Él puede traer bendición a nuestras vidas.Las otras voces que hemos escuchado, nuestras inclinaciones naturales o diversas tentaciones, no han sido capaces de darnos las satisfacciones que prometieron. Él quiere que sepamos Sus caminos para vivir la vida y también cómo ha dispuesto que la vida funcione.Nos comparte Sus verdades con entusiasmo, como alguien que nos ofreciera prender una lámpara para alumbrar el camino oscuro que tenemos frente a nosotros.Pero nuestra reacción natural, casi instintiva, es taparnos los oídos o el trasero con las manos tratando de amortiguar lo que no queremos oír, o tratando de evitar la inminente nalgada. En lugar de inclinar nuestros oídos para escuchar, tenemos la tendencia a ponernos tensos ya sea esperando el castigo o con una terquedad declarada.Dios no está enojado con nosotros cuando dice: “Prestadme atención.” No está tratando de robarse nuestra diversión o de hacernos saber exactamente lo malos que hemos sido.Más bien el Señor, quien nos perdonó y nos dio libertad a través de la muerte de Su propio Hijo, simplemente quiere aumentar la cantidad de cosas buenas que experimentamos en medio de este mundo quebrantado. Nos da cuidadosas instrucciones, como alguien que le da instrucciones a un visitante extranjero, porque quiere que nuestra porción diaria sea “el bien y la misericordia” todos los días de nuestras vidas sobre la tierra .Realmente no nos beneficia mucho que Dios nos diga cómo llegar a un lugar de bendición si no ponemos atención o si no hacemos lo que Él dice. Tu vida con el Señor no funcionará muy bien aquí en la tierra sin la obediencia. Fue la desobediencia de Adán y Eva la que primero introdujo la muerte al mundo, y sólo la obediencia suprema de Jesús a Su Padre nos salvó de esas consecuencias.Es una de las verdades más fundamentales en el Reino de Dios: entre más obedecemos las Palabras que Dios nos habla, más paz y gozo tendremos. Dios no se enoja con nosotros por desobedecerlo, y tampoco nos ama menos por eso. Ya estamos perdonados y libres de sus consecuencias eternas, y sea cual sea la desobediencia, no tiene impacto en la fuerza o en la naturaleza de nuestra relación con el Señor.
Mediante Su obediencia en la cruz, Jesús aseguró para nosotros esta relación como hijos de Dios.Por eso hoy como hijo quiero oírlo atentamente.Señor, Gracias por oírme y darme la oportunidad de obedecerte. Tu voz es determinante en las facetas de mi vida. Amén

Hoy Obedecer A Dios.

“Acontecerá que si oyes atentamente la voz de , tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también , tu Dios, te exaltará sobre todas las naciones de la tierra”. Deuteronomio 28:1La mayoría de nosotros tenemos asociaciones negativas por lo menos con algunos alimentos. No le caen bien a nuestro cuerpo, ya sea porque carecemos de las enzimas para digerirlos, o porque nuestro estómago “simplemente no puede manejarlos como antes.” Cuando éramos jóvenes, nuestro disgusto por toda la comida, desde los espárragos hasta los hongos, nos hicieron “comensales selectivos”, difíciles de complacer, y aun más difícil mantenerse con una nutrición balanceada.Teníamos la tendencia a que no nos gustara nada de lo que “era bueno para nosotros” prefiriendo consumir comida frita con mucho aceite, en lugar de comer cualquier cosa asada a la parrilla.Afortunadamente, las personas desarrollan el buen gusto por alimentos mejores. Ahora que hemos descubierto el sabor maravilloso de los hongos y de los espárragos, no podemos recordar exactamente por qué antes no nos gustaban.Un entremés caro de bistec con granos de pimienta acompañado con una guarnición de verduras crujientes, cocidas al vapor, cubiertas con salsa “bernaise” en un buen restaurante nos parece una comida ideal, pero cuando éramos niños nuestro comentario habría sido exactamente el opuesto. “¡Uf! odio la pimienta, y ¿qué es esta cosa que tienen las zanahorias?” Las salsas, los condimentos y los sabores que habrían volteado nuestros estómagos de cabeza cuando teníamos seis, siete u ocho años, ahora nos voltean de cabeza a nosotros.Todo es cuestión de expectativas. Un chico que se da cuenta de lo terrible que saben, sin importar cuántas veces su mamá le diga: “Sólo cierra los ojos; ni siquiera vas a percibir su sabor.” Si vomitaste después de comer espinacas, los dos acontecimientos quedan ligados en una expectativa sutil de que, muy posiblemente, un acontecimiento seguirá al otro.El hecho de que simplemente se nos diga que algo es bueno para nosotros, no hace que sepa bien. De hecho, la mayoría de nosotros cree que si es bueno para nosotros, entonces no va a saber bien. Las vitaminas y las medicinas saben mal, y sospechamos ligeramente de alguien a quien realmente le gusta la comida sana.Entonces, ¿qué sucede? ¿Por qué acabamos disfrutando los hongos? Generalmente es por accidente, los comemos sin darnos cuenta, y sólo después descubrimos que eran un ingrediente del platillo. O no tenemos elección. Una cosa es separar los hongos de un platillo y hacerlos a un lado en la casa de nuestra mamá, pero otra cosa completamente distinta es separar los hongos que están en nuestro plato frente a la persona con quien tenemos una cita amorosa, y a quien estamos tratando de impresionar.Nuestra conversión culinaria comienza con “No está tan mal después de todo,”y nos mueve a una anticipación egoísta de la próxima vez que podamos comer hongos salteados. Lo que pensábamos que no nos gustaba se convierte en algo que deseamos comer más.Oír a mamá decir: “Cómete las espinacas, son buenas para tu salud,” no tenía mucho impacto cuando tenías muchas otras opciones de donde elegir. Pero, estarías mucho más inclinado a escucharla si ella te dijera lo mismo después de dos semanas en las que los dos se hubieran quedado varados en una isla desierta donde lo único comestible fuera espinacas silvestres.Lo mismo sucede en las cuestiones espirituales. Con frecuencia escuchamos mejor cuando nuestros oídos están estimulados por un interés que te lleva al punto de decir “necesito-saber.”Un proceso similar se lleva a cabo al aprender a apreciar los consejos de Dios hacia nosotros. Al principio, es fácil pensar que no nos gusta que se nos diga que escuchemos lo que Dios nos está diciendo.Hoy..decido obedecer a Dios, porque lo que el pide de mi es bueno en gran manera.Señor, Se que el mejor plato espiritual es que tu preparas para mi y lo acepto de corazón.Amén

Cuatro Leyes De La Bendición De Dios.

Te Bendeciré y en ti Serán benditas las Familias de La tierra. Génesis 12:2
Durante esta época mantén en mente Las Cuatro Leyes de la Bendición de Dios.1. PRIMERA LEY. Nuestras bendiciones deben fluir a otros.
 La Biblia nos enseña que cuando somos bendecidos no es solo para que nosotros nos sintamos bien, felices y confortables, pero para que bendigamos a otros. Cuando Dios bendijo a Abraham en Génesis 12 le dijo: “ Te bendeciré y tú serás de bendición a otros”. Esta es la primera ley de la Bendición…y es que a Bendición debe fluir.2. SEGUNDA LEY. Cuando Nosotros Bendecimos a otros, Dios tomará cuidado de nuestras necesidades. 
Eso lo promete Dios. El se encargará de nuestras necesidades. No hay nada que Dios no hará a favor de aquel que ayuda a otros. De hecho, Dios garantiza esta bendición. Lucas 18 dice: “Les garantizo esto. Quien da alguna cosa para el Reino de Dios ciertamente recibirá muchas veces más en esta vida y la Vida eterna en el mundo venidero”Cuando usted se preocupa por ayudar a otros, Dios asume la responsabilidad de tus problemas y eso es una bendición real, porque él sabe manejar tus dificultades más de lo que tu puedes.3. TERCERA LEY. Nuestras Bendiciones compartidas con otros retornan a nosotros.Mientras más bendices a otros, mientras más ayudas a otros, más bendiciones de Dios vienen sobre ti. Lucas 6:38 dice : “ Dad y Se os dará , medida buena”. Acá nos dice que no simplemente se nos dará de regreso sino con bono extra y bendición extra. Usted no le puede ganar a Dios. Mientras más trata usted de bendecir a otros alrededor tuyo, Dios entonces dirá: Voy a derramar más bendiciones sobre ti. Vamos a jugar un pequeño juego. Veamos quien de los dos da más. Mientras tú bendices a otros yo me encargaré de retornar sobre ti la bendición”.
4. CUARTA LEY. Cuando Dios te retorna la Bendición, Dios espera que de la misma manera bendigas a otros otra vez..Jesús dijo en Lucas 12 que a quién mucho se le da, mucho se le exige. Al recibir de Dios nuestra responsabilidad es más grande.Basándonos en las bendiciones que ya has recibido hasta hoy. Qué es lo que crees que Dios espera de ti?




No hay comentarios:

Publicar un comentario