miércoles, 30 de diciembre de 2009

PASTOR JORGE LUIS – CUANDO DIOS PARECE DISTANTE




CUANDO DIOS PARECE DISTANTE
Dios es real, sin importar cómo te sientas.
Cuando las cosas marchan bien en nuestra vida, es fácil adorar a Dios.
El grado de adoración más profundo es adorar a Dios a pesar del dolor: agradecer a Dios durante una prueba, confiar en Él durante la tentación, aceptar el sufrimiento y amarlo aunque parezca distante.
En el caso de nuestra amistad con Dios, no siempre nos sentimos cercanos a Él
Para madurar nuestra amistad, Dios la pondrá a prueba con periodos de aparente separación: Momentos en que sentiremos que nos abandonó o nos olvidó. Dios parecerá estar a millones de kilómetros.
Aparte de Jesús, David fue quien posiblemente tuvo más amistad con Dios. El Señor tenía el placer de llamarlo“un hombre conforme a mi corazón”. Sin embargo David con frecuencia se quejaba de la aparente ausencia de Dios:”Dios mío, ¿por qué te quedas tan lejos? ¿Por qué te escondes de mi cuando más te necesito?”. “Dios mío Dios mío por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento”.
Por supuesto Dios no había dejado a David, como tampoco te dejará a ti. Ha prometido varias veces, “nunca te dejaré ni te abandonaré”. Pero Dios no te promete:”siempre sentirás mi presencia”.
Cuando sentimos a Dios distante, la verdad es que nada está mal. Es una parte normal de la prueba y la maduración de nuestra amistad con Dios. Esta situación es dolorosa y desconcertante, pero es absolutamente vital para el desarrollo de la fe.
Pero ese sentimiento de abandono y distanciamiento de Dios no suele tener nada que ver con el pecado. Es una prueba de fe, una que todos debemos enfrentar. En realidad, Dios suele retirar nuestros sentimientos para que no dependamos de ellos.
La omnipresencia de Dios y la manifestación de su presencia son dos cosas distintas. Una es un hecho, la otra es un sentimiento. Dios está presente siempre, aunque no estemos consientes de Él, su presencia es demasiado profunda para medirla con meras emociones.
Sí, Dios quiere que sientas su presencia, pero prefiere que confíes en Él aunque no lo sientas. A Dios le agrada la fe, no los sentimientos.
Las situaciones que más apelarán a tu fe serán aquellas cuando tu vida se derrumbe y no puedas percibir a Dios.
¿Cómo podemos alabar a Dios cuando no entendemos lo que pasa en nuestra vida y Él calla? ¿Cómo mantener el vínculo en medio de una crisis si no hay comunicación? ¿Cómo mantener la vista en Jesús cuando nuestros ojos están llenos de lágrimas? Hagamos lo que hizo Job cuando lo perdió todo: familia, salud, negocio, todas sus posesiones:“Se dejó caer al suelo en actitud de adoración. Entonces dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor dio, el Señor ha quitado. Bendito sea el nombre del Señor”.
¿Sabes que reconocer tu desesperanza ante Dios puede ser una afirmación de fe? Es posible confiar en Dios y sentirse afligido al mismo tiempo. David escribió:” Aunque digo: Me encuentro muy afligido, sigo creyendo en Dios”. Recuerda las verdades eternas de Dios: Él es bueno, me ama, está conmigo, sabe lo que me pasa, se interesa en mí, tiene un plan para mi vida. Raymond dijo:”Nunca dudes en la oscuridad lo que Dios te dijo en la luz”.
Durante las épocas de sequía espiritual debemos depender pacientemente de las promesas de Dios y no de nuestras emociones, debemos reconocer que nos está conduciendo a un grado más profundo de madurez. Una amistad basada en emociones es, sin duda, superficial.
Gracias a que confiaba en la Palabra de Dios, Job pudo mantenerse fiel, aunque nada parecía tener sentido. Su fe era fuerte en medio del dolor:” Dios podría matarme, pero todavía confiaría en Él”
Recuerda que el Hijo de Dios murió por ti. Ese es el motivo más importante de la adoración. Por desgracia olvidamos la crueldad del sacrificio y la agonía que Dios sufrió en nuestro lugar. Incluso antes de la crucifixión al Hijo de Dios lo desnudaron y lo golpearon hasta dejarlo irreconocible, lo azotaron y se burlaron de Él, le pusieron una corona de espinas y lo escupieron con desprecio. Hombres crueles abusaron de Jesús y lo ridiculizaron, lo trataron peor que un animal.
Después de estar casi inconsciente por las hemorragias, lo obligaron a cargar una pesada cruz por un camino ascendente, lo clavaron en una cruz y lo dejaron morir lentamente, en una atroz muerte por crucifixión. Mientras se desangraba, tuvo que escuchar las burlas y los insultos del gentío que se divertía viendo su dolor, desafiando su afirmación de ser Dios.
Además mientras el Señor cargaba todo el pecado y la culpa de la humanidad sobre su persona, Dios miró a otro lado y Jesús exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Él pudo haberse salvado a sí mismo, pero entonces no habría podido salvarte a ti.
No hay palabras que puedan explicar la oscuridad de ese momento. ¿Por qué Dios permitió y toleró ese maltrato tan espantoso y malvado? ¿Por qué? Para que no tuvieras que pasar la eternidad en el infierno, y para que pudieras estar en su gloria para siempre. La Biblia dice:” Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en Él recibiéramos la justicia de Dios”.
Jesús dio todo de si para que tuvieras todo. Murió para que pudieras vivir para siempre. Eso por sí solo ya es suficiente para merecer tu gratitud y alabanza continua. .Nunca más te preguntes qué motivos tienes para agradecer a Dios. “Oh, Dios, no guardes silencio; no calles, Oh Dios, ni te estés quieto” Salmo 83.1
Cuantas piedras y tropiezas nos toca caminar por la travesía de la vida. Se presentan escollos, túneles oscuros, mares turbulento, éstas tormentas parecen ahogar nuestra vida. A veces sin siquiera poder gritar y decirle a Dios “ayúdame”. Pero, ¿está Dios ciego, o sordo, mudo acaso? Cuantos se hacen esta pregunta en en medio de la aflicción.
David en los peores días de su vida clamó a Dios diciendo: “¡No guardes silencio!; Como siempre, estaba levantando un cántico en medio de su dolor, sus labios no se mantuvieron en silencio, aunque llorando, reclamaba las promesas de su Creador, con la certeza de que él contestaría. Se estaba presentando una ardua lucha contra sus enemigos de guerra en aquella época y necesitan la intervención divina, sabía que sin él no vencerían y como siempre, recibió respuesta.
¿Cuáles son los enemigos que te perturban en ésta hora? ¿Turbación, situaciones en tú hogar, aflicciones en tú cuerpo, en tu alma; presiones económicas? Cosas que suceden en tu vida y llegan a oprimirte, te quite la paz y la felicidad se constituye tu enemigo, y enemigo de Dios, porque él desea tú bienestar. Puedes hacer una alianza de paz, porque a paz nos ha llamado Dios. La Biblia señala que el temor “acarrea castigo” y en el amor no debe de haber temor (1Juan 4.18), de tal manera que debemos de enfrentarnos al temor como hizo el rey David; y debe de hacer todo guerrero de Dios. Por eso David cantaba al Señor salmos y cánticos en medio de las más fuertes pruebas y alababa al que vive y reina para siempre, ¿sabes porque qué? ¡Porque sabía en quien había creído y lo libraría de sus enemigos. Imitemos esta sabiduría.Oración: Gracias Dios, porque sabemos que tú nunca guardas silencio ni estás ajeno a nuestras pruebas y estás siempre presente en nuestras vida, y nos haces más que vencedores en Cristo Jesús. Rom 8.37 Gracias mis hermanos por su confianza que Dios los Bendiga Pastor: Jorge Luis
RELIGION VS. ARREPENTIMIENTO
Muchos creen que la palabra arrepentirse significa “arreglarse” o “darse a la religion” o “volar en linea recta”. ¡Como si pudieramos hacerlo! El arrepentimiento requiere tomar un punto de vista totalmente nuevo -mirarlo en el modo de Dios. Dios simplemente pide que nos “convirtamos”. Esta es la forma en que aceptamos su regalo. Cuando lo hacemos, se nos prometen ciertos resultados. Si no lo hacemos, o si “nos volvemos atras”, otros resultados se nos prometen.
MIRA Y VIVE
Numeros 21:8-9 (VRV) El Senor le dice a Moises: “Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella,vivira.”… Entonces cuando cualquier persona era mordida por una serpiente y miraba a la serpiente de oro, vivia.
Imaginemonos a nosotros mismos en esta situacion.Las serpientes venenosas han mordido a todos, y aunque aun no estemos muertos -el prospecto no parece bueno. De pronto una voz ferviente se levanta en esa multitud gritando: “Tenemos que hacer algo. Debemos salvarnos.” Pero, ¿como? Otra voz resuena: “No se queden ahi, hagan algo.” A alguien mas se le ha ocurrido una solucion plausible: “Si se ponen a correr freneticamente el veneno saldra de su cuerpo.” Algunos tratan de hacer esto y mueren tratando. Hay un tipo en otro lugar con una voz suave vendiendo “aceite de serpiente” que pretende ser un antidoto para el veneno. Y en otro hay una revista sobre la manera de lucir de moda mientras nos morimos… ¡Oye, todavia no estamos muertos! Y asi sucesivamente…
Entra Moises y dice: “Si miras la serpiente de bronce que ha sido alzada sobre esta asta, viviras. Si no, no importa que mas hagas, moriras.” Ahora vamos a figurar como podemos reaccionar – habiendonos sido dada esta revelacion. “Deben de estar jugando”, pensamos. “¿No hacer nada? ¿Solo mirar? ¡Que solucion tan insultante! ¿Que parte juego yo en esto?” Moises responde: “¡Cesa tus actividades. Solamente mira, y vive!”. Ahora, de veras , si hubieras estado alli, ¿lo hubieras creido? ¿Crees hoy la solucion de Dios?
Juan 3:14 (VRV): “Y como Moises levanto la serpiente en el desierto, asi es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado.”
Todos hemos sido mordidos, y el pecado es una maldicion que pasa por nuestras venas. Ciertamente nos llevara a la muerte. Solo existe una solucion; pero es una ofensa a nuestra habilidad de salvarnos a nosotros mismos.
Juan 6:40 (VRV): “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en el, tenga vida eterna…”
Juan 6:29 (VRV): Jesus les dijo: Esta es la obra de Dios, que creais en el que El ha enviado.”
Mateo 4:17(VRV): “Desde entonces comenzo Jesus a predicar, y a decir: Arrepentios porque el reino de los cielos esta cerca.”
Lucas 13:3:(VRV) “…Si no os arrepentis, todos perecereis igualmente.” (Arrepentirse o quemarse)
NUESTRA PARTE EN EL PLAN DE DIOS
Mateo 3 :1(VRV): Tienes que cambiar tus ideas y tu corazon: “Arrepentios, porque el reino de los cielos se ha acercado.”
Marcos 6:12 (VRV): “Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.”
Hechos 2:38 (VRV): “Pedro les dijo: Arrepentios y bauticese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdon de los pecados; y recibireis el don del Espiritu Santo”.
LOS DOS CAMINOS
El “CAMINO” que estamos buscando: 1) tendra sentido si nos dedicamos a buscarlo todo el tiempo; 2 ) creara el deseo en nosotros de movernos hacia esa direccion; y 3) nos dirigira a hacer algo. Primero, vamos a ver como esto puede aplicarse al camino del hombre
Proverbios 14:12 (VRV) : “Hay un camino que al hombre le parece recto; Pero su fin es camino de muerte.”
Si la direccion de nuestra mirada va hacia nuestro propio camino, o al camino del mundo, entonces esto empezara a tener sentido si continuamos meditando en ello, aunque la manera en que lo hagamos nos parezca tonta. Con esta mentalidad, el deseo brotara, lo que sera el combustible que nos llevara a la destruccion.
Cualquier pecado puede ser un buen ejemplo; pero vamos a tomar la amargura. Si alguien nos ha hecho algun dano, mientras mas pensamos en eso, mas sentido tendra odiar a quien nos ofendio,quemarnos de ira, sentir de nuevo la herida. Mientras miramos hacia nuestra propia forma de vengarnos, el deseo se enraiza y la amargura se asienta. ¿Y adonde nos lleva todo esto?
Santiago 1:14-15 (VRV): “Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraido y seducido. Entonces la concupiscencia, despues que ha concebido, da a luz el pecado, y el pecado siendo consumado, da a luz la muerte.”
Ezequiel 18:21-31 (VRV): “¿Quiero yo la muerte del impio,dice Jehova el Senor? No vivira si se apartare de sus caminos? Porque miro y se aparto de todas sus transgresiones quehabia cometido, de cierto vivira; no morira. Convertios, y apartaos de vuestras transgresiones, y no os sera la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habeis pecado y haceos un corazon nuevo y un espiritu nuevo. ¿Por que morireis, casa de Israel?
Ezequiel 33:11 (VRV): “No quiero la muerte del impio, sino que se vuelva el impio de su camino y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos.”
PON TUS MIRAS EN ALTO
Efesios 4 :17-24 (VRV): “Esto, pues, digo y requiero en el Senor: que ya no andeis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazon; los cuales, despues que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habeis aprendidos asi a Cristo, si en verdad le habeis oido, y habeis sido por el ensenados, conforme a la verdad que esta en Jesus. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que esta viciado conforme a los deseos enganosos, y renovaos en el espiritu de vuestra mente, y vestios del nuevo hombre, creado segun Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Efesios 2:1-4 (VRV): “Y el os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al principe de la potestad del aire, el espiritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales tambien todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y eramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demas”.
Galatas 5:16 (VRV): “Digo, pues:Andad en el Espiritu, y no satisfagais los deseos de la carne.”
¿QUE ESTAS MIRANDO?
Se ha dicho que “un hombre recto hace lo que el quiere – pero que solo quiere hacer la voluntad de Dios”. Lo “que queremos” viene de reconocer nuestro ser carnal crucificado con Cristo. Hacemos esto cuando rapidamente nos arrepentimos de estar meditando en el pecado y nos volvemos a Dios. Si no lo hacemos y les damos una oportunidad “a las maneras del mundo”, nuestro deseo de pecar crecera. El deseo carnal insatisfecho es corrupcion y muerte, aunque realmente no hagamos lo que nos pide la carne.
Mateo 5:28-29 (VRV): “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adultero con ella en su corazon. Por tanto si tu ojo derecho te es ocasion de caer, sacalo y echalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.” Los deseo son para ser consumados, no para quemarse ni para gastarlos en el pecado.
Sabiendo como nosotros actuamos, Dios nos promete y nos da deseos nuevos por Su Espiritu, lo que hace de la justicia “un yugo facil” para el arrepentido. Nosotros nos convertimos, El nos capacita. Nosotros perdemos “nuestras” vidas, El nos hace nuevas criaturas suyas- dandonos una mente nueva, unos deseos nuevos (un corazon nuevo) y unas nuevas obras. Este es el ” negocio”.
Romanos 8:5-9 (VRV): “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espiritu, en las cosas del Espiritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espiritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden, y los que viven segun la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivis segun la carne, sino segun el Espiritu, si es que el Espiritu de Dios mora en vosotros.”
MIRANDO DENTRO DE LA VOLUNTAD DE DIOS
Entonces, ¿como podemos romper las cadenas de la muerte si el pecado parece recto, crea deseos y lleva la destruccion? Debemos arrepentirnos -debemos convertirnos o pereceremos. Pero, ¿convertirnos a que? Si nos convertimos a otro de los “caminos del hombre” estamos poniendo nuestras miras en otros “caminos de muerte”. Debemos encontrar cual es la voluntad -el camino-de Dios, y volvernos a ella.
Efesios 5:15-17 (VRV): “Mirad, pues, con diligencia como andeis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los dias son malos. Por tanto, no seais insensatos, sino entendidos de cual sea la voluntad del Senor”.
Volviendo a nuestro ejemplo de la amargura (aunque cualquier pecado sirve de ejemplo), si nos convertimos de sonar con herir de veras al que nos hiere de una manera vengativa para entonces sumirnos en el dolor, la pena y la lastima – esto no es arrepentimiento. El arrepentimiento es tomar el punto de vista de Dios. Es mirarlo de Su Misma manera.
Efesios 5:8-10(VRV): “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Senor, andad como hijos de luz (porque el fruto del Espiritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Senor.” Ahora, por favor, noten que si Dios por Su Gracia nos revela a nosotros algo en lo que nos podemos convertir, puede que esto de momento no tenga sentido.
En nuestro ejemplo de la amargura, la voluntad de Dios es el perdon. “¡Que absurdo, eso no seria lo correcto!”, es nuestra primera reaccion. (De nuevo, cualquier pecado puede servir como ejemplo). Pero si no le dejamos a nuestra vista retroceder cuando tomamos la perspectiva de Dios, si nos quedamos fijandonos en ella, encontraremos que es buena, agradable y perfecta. Mas alla de “parecernos recta”, es recta.
En nuestro ejemplo, si nos movemos de la amargura al perdon, encontramos que la voluntad de Dios es la venganza mejor – que el perdon es como “echar carbon sobre las cabezas” de nuestros enemigos. Si perdonamos en vez de consumirnos en la amargura, el dominio del perpetrador sobre nosotros se destruye y nos damos cuenta de que solo nos estabamos haciendo dano a nosotros mismos. Si continuamos aceptando el punto de vista de Dios, entonces despues de un tiempo miraremos atras, a nuestras “viejas maneras” y diremos: “¿En que yo estaba pensando?¡Que absurdo!” (Otra vez, cualquier pecado sirve como ejemplo) Por lo tanto no te impacientes si los caminos de Dios inmediatamente no te parecen agradables – continua mirandolos.
Santiago 1:25 (VRV): “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este sera bienaventurado en lo que hace.”
Salmo 34:5,8 (VRV): “Los que miraron a El fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados. Gustad y ved que es bueno Jehova;”
EL REGALO DE DIOS QUE VA CON EL ARREPENTIMIENTO: NUEVOS ANHELOS
1Pedro 2:2 (VRV): “Desead, como ninos recien nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcais para salvacion, si es que habeis gustado la benignidad del Senor”.
Salmo 119:104-105 (VRV): “De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto he aborrecido todo camino de mentira. Lampara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.”
Salmo 16:11: “Me mostraras la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.”
2 Pedro 1:3-4: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamo por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandisimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupcion que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.”
Romanos 12:1-2 (VRV): “Asi que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presenteis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conformeis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovacion de vuestro entendimiento, para que comprobeis cual sea la voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
ADVERTENCIAS A AQUELLOS QUE ANORAN CON VOLVERSE ATRAS
Isaias 30:15 (VRV): “En descanso y reposo sereis salvos; en quietud y en confianza sera vuestra fortaleza. Y no quisisteis.”
Filipenses 3:1l (VRV): “el fin de los cuales sera perdicion,cuyo dios es el vientre,y cuya gloria es su verguenza; que solo piensan en lo terrenal.”
2 Pedro 2:21-22 (VRV): “Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que despues de haberlo conocido, volverse atras del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vomito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.”
Lucas 9:62 (VRV): “Y Jesus le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atras, es apto para el reino de Dios.”
LA URGENCIA DEL ARREPENTIMIENTO
Isaias 55:6-7 (VRV): “Buscad a Jehova mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que esta cercano. Deje el impio su camino , y el hombre inicuo sus pensamientos y vuelvase a Jehova, el cual tendra de el misericordia, y al Dios nuestro, el cual sera amplio en perdonar.”
Romanos 2:4 (VRV): “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guia al arrepentimiento?”
Hechos 17:3) (VRV): “Pero, Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan.”
Santiago 5:19-20 (VRV): “Hermanos, si alguno de vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camno salvara de muerte un alma, y cubrira multitud de pecados.”
EL OBJETO DEL DESEO
1 Juan 2:15-17 (VRV): “No ameis al mundo, ni las cosas que estan en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no esta en el. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad del Padre permanece opara siempre.”
Colosenses 3:2 (VRV): “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.”
Salmo 101:3 (VRV): “No pondre delante de mis ojos cosa injusta”.
Romanos 13:14: (VRV): “…vestios del Senor Jesucristo, y no proveais para los deseos de la carne”.
Salmo 105:4 (VRV): “Buscad a Jehova y su poder; buscad siempre su rostro.”
Salmo 119:36-37 (VRV): “Inclina mi corazon a tus testimonios, y no a la avaricia.Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avivame en tu camino.”
Hechos 2:38 (VRV): “Arrepentios, y bauticese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdon de los pecados; y recibireis el don del Espiritu Santo.”
CONVIERTASE O QUEMESE
2 Tim. 2:19: “…Conoce el Senor a los que son suyos; y: apartese de la iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” Cuando escuchamos al principio “arrepiente o perese” , parece severo. Pero cuando nos convertimos, vemos que es un regalo increible el tener algo a lo que podemos convertirnos. Si no fuera por el amor de Dios, nuestra unica opcion seria perecer. Pero la gracia de Nuestro Senor y Salvador Jesucristo ha venido. Tener la opcion de convertirnos es verdaderamente dulce.
Hechos 3:19 (VRV): “Asi que; arrepentios y convertios; para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Senor tiempos de refrigerio.”
Hebreos 12:2 (VRV): “…puestos los ojos en Jesus, el autor y consumador de la fe.”

ORIGINALIDAD DE LA ORACIÓN CRISTIANA




ORIGINALIDAD DE LA ORACIÓN CRISTIANA
ORA/QUE-ES:La oración no es un fenómeno exclusivo del cristianismo. Peregrinos occidentales se asombran al ver en tierra palestina o musulmana la importancia individual y social de la adoración o la imploración. Una emisión de televisión sobre la India presentó la ceremonia de la oración familiar y la importancia dada por la opinión pública a la contemplación de lo Absoluto. El arte da testimonio de que en el pasado, dentro de las más diversas religiones, siempre existió la oración; pensemos, por ejemplo, en la estatua del orante sumerio. La oración, pues, es un fenómeno humano muy extendido. De ahí, ¿debemos afirmar que la oración cristiana es una simple variante de la actitud universal de oración? O ¿convendría reconocer en ella cierta originalidad que haría vano el intento de compararla con otras formas de oración? Si optamos por la segunda alternativa, la enseñanza catequética estará obligada sobre todo a aclarar dicha originalidad antes de estudiar el fenómeno humano como tal. Por nuestra parte, precisaremos en qué sentido la oración cristiana es original y mostraremos posteriormente qué consecuencias tiene en el comportamiento diario, especialmente en relación con la acción. LA ORACIÓN CRISTIANA, COMUNIÓN CON EL DESEO DE DIOS SOBRE EL MUNDO La oración es el acto por el cual el iniciado de una religión expresa su unión con Dios. Si, pues, existe alguna originalidad en la oración cristiana, debemos encontrar su raíz en la originalidad de la religión cristiana. La originalidad de la oración cristiana es del mismo orden que la originalidad del cristianismo. Aunque debamos reconocer dicha originalidad, no rechazamos, sin embargo, la necesidad de un ámbito humano tanto de la religión como de la oración. Claro que éste último puede pensarse de maneras muy diversas: podemos percibir en él la intuición de una dimensión sacral de la existencia, el sentimiento de la profundidad de un reencuentro humano. Quizá este ámbito no es determinable a priori, y cambia según las culturas y mentalidades. Nuestro propósito no es verificar la continuidad entre cristianismo y religión; es manifestar lo que jamás puede definir, a priori, el ámbito humano en el cual se insertan el cristianismo y la oración que le es inmanente. Mi deseo es el de Dios Partamos de lo que parece más inmediato: la oración se presenta como una petición. «Señor, ten piedad», decimos. «Señor, acuérdate de quienes tienen hambre», gritamos. «Señor, perdona mi pecado», confesamos. La petición en la oración es tan amplia como la gama de necesidades y deseos humanos. Abarca la urgencia sensible y social: aprobar un examen, curarse, que no llegue un posible accidente; se preocupa por las causas más universales y la venida del Reino: «Venga tu Reino», decimos en el Padrenuestro. La oración puede no ser más que un grito de dolor; puede ser la admiración de un místico. Orar es creer que alguien escucha. Pero el Dios que escucha podemos imaginarlo como un simple suplemento de poder necesario para satisfacer un deseo o, como el ser amado en quien se alegra el corazón. Puede ser aquel a quien obligamos nos oiga, o aquel que, incluso antes de nuestra petición, adivina -porque nos quiere-lo que necesitamos. Orar es reconocer que hay un deseo que ninguna comunidad humana puede satisfacer, sea la obtención de algún bien o la falta de dicha y de belleza. La oración en común subraya este aspecto: la solidaridad humana no puede llenar todo, cualquiera sea la realidad concreta que contenga ese todo. El niño aprende a relativizar el poder paternal en la petición dirigida a Dios, a condición de que la oración no sea la expresión de la omnipotencia infantil del deseo. Esta rápida descripción invita a reconocer una extraordinaria diversidad de actitudes y de contenidos en la oración. Las formas no son equivalentes, tienen mayor o menor autenticidad: no podemos medir de la misma forma la oración, que es requerimiento de la omnipotencia divina en provecho de la satisfacción de mi deseo, y la «descentración» con respecto a mi proyecto individual, realizada por el designio de Dios: «Que se haga tu voluntad». La oración no cristiana no es necesariamente un requerir la omnipotencia divina al servicio de mi propia satisfacción. La oración no cristiana es a veces admiración de Dios, comunión con su alegría. La mística musulmana, por ejemplo, tiene una altísima calidad religiosa: el orante se aparta de la satisfacción para entrar en otro orden, el del deseo, en el sentido en que Bachelard lo distingue de la necesidad. Dios colma entonces este deseo, saca al hombre de su finitud, lo hace participar de su vida. La oración es desde entonces un salir de sí mismo, sigue un proceso idéntico al del amor: el amor sólo hace más feliz en la medida en que el amante se entrega. Sería deshonesto pretender que únicamente la oración cristiana se eleva a esta altura. Su originalidad es de otro orden, no hay que buscarla en una mayor pureza, sino en otra significación. En el ámbito cristiano, muchas oraciones no alcanzan la pureza de las oraciones no cristianas: Dios es el que realiza con su poder con lo que mi poder no puede lograr. Pero esta oración, aunque impura, puede ser cristiana si se inscribe en una petición que implica: «venga tu Reino». Sólo dentro de una lenta pedagogía el cristiano pronuncia la oración de Jesús: «No mi voluntad, sino la tuya.» ORA/RD: Pedir la venida del Reino define la originalidad cristiana de la oración. Esta idea, que puede parecer banal, es no obstante muy difícil de vivir concretamente; no surge naturalmente, exige una dura purificación de la relación con Dios. Veamos primero cómo esta modalidad de la oración cristiana tiene su raíz en la Biblia. Fuentes bíblicas de la oración cristiana La Biblia relata un gran número de oraciones, las de testigos auténticos de la fe, y por eso tienen aún significación para nosotros. Estas oraciones tienen casi el mismo esquema: son llamamiento de Dios a Dios. Se inscriben en el interior de un plan divino, se apoyan en un acontecimiento en el cual Dios ha manifestado su benevolencia o su misericordia en vistas a un porvenir que ha de comenzar. El mejor ejemplo que podríamos citar en este esquema es la oración de Moisés relatada por /Ex/32/11ss. «¿Por qué, Yahvé, te llenas de cólera contra tu pueblo, el que Tú sacaste de Egipto cuando extendiste tu brazo señalando con mano poderosa? ¿Para que los egipcios digan: "para mal les ha hecho salir, para hacerlos perder en las montañas y borrarlos de la tierra"? Cambia tu cólera ardiente y cesa de descargar la ira sobre tu pueblo. Acuérdate de Abraham, Isaac e Israel, tus servidores, a quienes declaraste y juraste: volveré vuestra posteridad tan numerosa como las estrellas del cielo y todo el país del que os hablé se lo daré a vuestros descendientes y será para siempre herencia suya.» El texto es claro. Moisés recuerda a Dios la promesa que ha hecho y que no puede peligrar por la debilidad del pueblo. Que Dios, pues, cumpla su promesa y que en virtud de ella perdone. Así, la oración es un llamamiento de Dios a Dios; compromete a Moisés y los profetas en una especie de drama, el del pecado del pueblo que acarrean el silencio y la cólera de Dios. Dios, en efecto, se ha mostrado bueno y misericordioso en los precedentes acontecimientos, ha jurado cumplir una promesa que es la felicidad para el pueblo elegido; pero he aquí que la experiencia niega la promesa contenida en el acontecimiento revelador; todo se conjuga para confirmar esa nulidad; al final no parece más que una vana palabra; Dios se aparta, olvida lo que ha dicho y hecho. Moisés y los profetas, como Abraham con Sodoma, se convierten en intercesores: que Dios sea, pues, fiel a sí mismo, que lleve hasta el fin lo que emprendió, que venga su Reino y no la desgracia y la venganza. La oración bíblica, considerada desde esta perspectiva, es la expresión humana del deseo de Dios. El hombre toma entonces en serio la voluntad indicada por Dios de hacer madurar la historia individual o colectiva para el Reino. La oración da expresión al movimiento que es el del mismo corazón de Dios. La oración cristiana y las otras Ahora podemos señalar la diferencia entre la oración cristiana y las oraciones más puras nacidas en terreno no cristiano. En uno y otro caso, quien ora sale de sí mismo, del campo restringido de sus preocupaciones; el místico no cristiano se esfuerza en comunicarse con la Alegría de lo Absoluto, el cristiano entra por la oración en el deseo de Dios sobre el hombre, deseo explicitado en la promesa evangélica. La descentración con relación a sí mismo, se realiza por la inserción activa en un dinamismo orientado hacia el establecimiento del Reino: que venga tu reino. La oración no me transporta a un mundo que no es el de aquí abajo, con el fin de gozar prematuramente de lo Absoluto; asimila mi voluntad a la de Dios, me inclina a hacer mío el sentido de su promesa y a traducirla en categorías de aquí abajo. La oración cristiana exige un ámbito que es de esperanza; es ciertamente un llamamiento de Dios a Dios y que tiene como fundamento su designio revelado. La oración como aspecto humano del deseo de Dios revelado por JesucristoPodríamos temer que esta manera de describir la oración cristiana la centre en el aspecto de petición, en detrimento del aspecto más gratuito de descanso, de mirada puesta en Aquel que se ama. En realidad, la petición presupone la familiaridad, la amistad, la confianza. Moisés habló a Dios como un amigo con su amigo. El cristiano llama a Dios «Padre». La petición, atrevida a veces, se funda en la fe: el Dios a quien me dirijo es aquel que se revela en la misericordia y el amor, es el Padre en el sentido evangélico de la palabra, es decir, que suscita la libertad creadora del hombre al mismo tiempo que ama a cada uno de manera singular; de ningún modo es un administrador o un burócrata director de masas, un Dios para quien, según palabras de ·Dostoievski, el orden del Universo sería más importante que las lágrimas de un niño; un Dios que habría muerto en Jesucristo para restablecer el orden, como decía hace poco un cardenal italiano a unos obreros. Dios no ama en general; llama a cada uno por su nombre, y sobre la base de esta vocación, cada uno puede nombrar a Dios como su Dios. También el fundamento de la oración cristiana es siempre el llamamiento de Dios Padre. En Jesús, Dios nos revela plenamente lo que El es. No tenemos una idea a priori de Dios; únicamente a partir de su rostro humano podemos deducir que existe, y entrar entonces en la promesa de la donación del Espíritu, que es la primicia del cumplimiento. La oración es el aspecto humano del deseo de Dios. Dios es tan amigo del hombre que su deseo es el mismo del hombre, y por eso el hombre puede hacer suyo el deseo de Dios: Jesús es testigo de ello. La preocupación por el Reino, tema esencial de la oración de Jesús Basta en nuestro caso, para reafirmar esta perspectiva, recordar algunos textos evangélicos. A propósito de la eficacia de la oración, Jesús toma el ejemplo de los padres humanos que acceden al pedido de sus hijos. Con mayor razón, Dios, que es el Padre, pues «si ustedes son malos saben dar cosas buenas a los hijos, cuanto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan» (Lc 14, 13). El Padre da precisamente lo que es objeto de la promesa, el Espíritu. Podemos pedir a Dios este don, porque El nos ha permitido llamarlo por su nombre. Creer en la verdad de este nombre es ya obtener lo pedido: «Todo lo que pidan en la oración llena de fe lo obtendrán» (Mt 21, 22). Orar en la fe es pronunciar auténticamente el nombre del Padre, es entrar en su proyecto, es hacer del Reino mi preocupación fundamental: «Si conocieses el don de Dios, dice Jesús a la Samaritana, y quién es el que te dice: dame de beber, serías tú quien le hubiese pedido y él te habría dado el agua viva» (Jn 4, 10). Jesús, como en el caso ya citado de la perícopa de Lucas sobre la eficacia de la oración, desplaza el interés de la petición: en el primer caso se trata de obtener el Espíritu Santo; en el segundo, el agua viva, símbolo del Espíritu. El objeto de la petición es el objeto mismo de la promesa. La oración cristiana alcanza su pureza bíblica o evangélica cuando el hombre entra en el designio de Dios de completar lo que después de Abraham prometió a los hombres. La oración de Jesús entra también en este esquema. Es, por tanto, más importante mencionarla, puesto que es normativa. Si es verdad que la oración es el rostro humano del deseo de Dios, ¿quién podría mejor que nadie expresar humanamente este deseo sino el Hijo encarnado? El contenido de la oración de Jesús es el Reino, brevemente su «misión», es decir, la tarea que ha venido a llevar a cabo. Esta intención de Jesús y la forma que confiere a su oración son plenamente transparentes en el episodio de la tentación. Claro que este texto lo expresa negativamente, pero nos parece, junto con el de la agonía, el que mejor precisa la originalidad de la oración de Cristo y, en consecuencia, de la oración cristiana. J/TENTACIONES:¿Qué vemos en el episodio literario de la tentación? Jesús renuncia a utilizar la omnipotencia, que se supone suya en virtud de su filiación divina, para realizar un deseo que no está de acuerdo con la instauración del Reino, y, por tanto, con la voluntad de Dios. Cambiar las piedras en pan, arrojarse de una torre, asumir el poder político, era renunciar a la tarea de servidor descrita en Isaías. La voluntad de Dios no es algo que puede aparecer en un despliegue de omnipotencia, sino en lo que tiene de más fundamental: reciprocidad de amor. Jesús siente todo el peso de esta misión. Es fiel, pero tropieza con las facciones fariseas y saduceas, con la debilidad del pueblo, con su incultura. Su fidelidad lo conduce a un callejón sin salida: «Padre, si es posible, que este cáliz se aleje de mí, pero que se haga tu voluntad.» La petición es el grito del hombre acosado, la muerte es inevitable si Dios no interviene, el justo es el abandonado, y Jesús lo dirá en la Cruz. Pero la intervención de la omnipotencia es la negación de la humanidad de Dios, es contraria al proyecto de Dios de cumplir el sentido de su Reino a partir del hombre, no dentro de un más allá sagrado, sino en lo cotidiano. Jesús está desgarrado entre el dolor del hombre impotente ante los acontecimientos, y la fidelidad del Servidor, del Profeta o del Justo que sabe que una intervención poderosa no cambiaría en nada la maldad y la ignorancia que lo condujeron a esa situación. Su oración es fe en Dios, es hacer suyo el dinamismo del Reino y su sentido, a pesar de la oscuridad concreta de su porvenir. Jesús rechaza tentar a Dios, obligarlo a manifestar su poder para colmar su necesidad de vida; eleva, por el contrario, su deseo al plano de la promesa. El Reino madura en este mundo ORA/COMPROMISO: La oración de Jesús es normativa. Abandona su deseo más legítimo: salvarse de la muerte, para quedarse solamente con el deseo del advenimiento del Reino. La oración lo arranca de su propia preocupación para introducirlo en otra: la preocupación de Dios; la oración nos eleva por encima de nuestra propia preocupación, haciendo nuestra la preocupación por el Reino. Pero no nos equivoquemos: comulgar con la preocupación de Dios no es quedarse indiferente ante las preocupaciones del mundo. La preocupación de Dios es precisamente preocupación por el mundo. Era más humano que el hombre Jesús fuese fiel a su tarea y muriese a causa de su fidelidad, que intervenir con su poder y arbitrariamente cambiar el curso de los acontecimientos. Es en este mundo donde el Reino madura, es el hombre quien con el dinamismo del Espíritu lo construye, pero lo construye humanamente, es decir, en las condiciones precarias que tenemos, en medio del pecado, de la ignorancia y frente a la muerte. A partir de ahí es posible precisar la originalidad de la oración cristiana; concuerda con la del cristianismo, cuya esencia es confesar la inserción de Dios dentro de nuestra historia, a fin de realizar en ella su promesa. La oración es el acto por el cual comulgamos con el deseo de Dios sobre el mundo y nos integramos al dinamismo del Espíritu. En ella el hombre aprende a superar la satisfacción de su necesidad particular para acceder a la profundidad de un deseo que únicamente la revelación de Jesucristo saca a la luz. Para una pedagogía de la oración Esta perspectiva tiene sus consecuencias pedagógicas. La realización de sí mismo no en el orden de satisfacer únicamente mi necesidad, sino de descentralización, es decir, participando en la universalidad de un proyecto, está ligada en parte a la educación de la oración. Dios no escucha cualquier petición, no es un padre omnipotente que suple la debilidad de sus hijos y les otorga lo que ellos no pueden alcanzar por sí mismos; no es el sustituto de la omnipotencia infantil del deseo. La oración enseña a renunciar a esa omnipotencia, es decir, a renunciar al falso infinito de la necesidad para entrar en otro infinito, el del amor, del que Cristo es testigo, es decir, en un proyecto de solidaridad universal en el cual somos los cooperadores de Dios. Este proyecto el hombre no lo hace suyo espontáneamente ni acepta, naturalmente, que su realización personal pase por la de la humanidad entera. El advenimiento del Reino sólo significa esto: lo que define mi destino más personal en lo que concierne también a la humanidad entera. Pedir a Dios que venga su reino es abrirnos concretamente a esta orientación, es hacer nuestro el movimiento del Espíritu, es concordar con la exigencia que la promesa divina inserta en nuestra historia. La oración cristiana, aun la más personal, es, pues, siempre una oración comunitaria. El dogma, frecuentemente mal comprendido, de la «comunión de los santos» lo significa simbólicamente. La pedagogía de la oración me enseña a salir de mí mismo no para sacrificarme a una realidad exterior o a una sociedad extrínseca, sino para realizarme por el otro y con el otro, que son las categorías de nuestro yo y el camino del reconocimiento de Dios. La oración, sin el ejercicio concreto del salir de sí mismo que es la acción, sería ruido inútil de palabras. Por ello no parece posible subrayar su originalidad cristiana sin indicar su unión particular con la acción. Esto nos permite además hacer algunas observaciones más prácticas sobre la catequesis o la pedagogía de la oración. LA ORACIÓN CRISTIANA Y EL COMPORTAMIENTO DE LOS HOMBRES Orar es pedir a Dios entrar en su preocupación por el mundo. «No son quienes dicen Señor, Señor, los que entran en el Reino de los Cielos, sino quienes hacen la voluntad de mi Padre», dice Jesús. Entrar efectivamente en la preocupación de Dios es conducir el mundo de las tinieblas a la luz. El hombre, en la oración, dilata su corazón a la dimensión del deseo de Dios. Esta comunión con la preocupación de Dios sería mera palabrería si no tradujese en las categorías de nuestro mundo los imperativos o exigencias del Reino, esencialmente la superación de la necesidad particular para entrar en el orden del deseo universal de solidaridad, forma concreta del reconocimiento de Dios Padre, Hijo, Espíritu. La acción, dentro de esta perspectiva, es la verificación de la autenticidad de la oración. Para el cristiano, la oración no es verdadera sino por su efectividad, su traducción en las categorías de nuestra historia. Más allá de la particularidad de la necesidad personal Constantemente la oración, como ya hemos dicho, corre el peligro de caer en una actitud mágica o infantil: reducir a Dios a ser el sustituto de la omnipotencia infantil de nuestro «deseo». La oración auténtica nunca es el acto por el que el creyente disfraza su insuficiencia rehusando reconocerla. Al contrario, haciendo acceder al hombre al proyecto universal de Dios, le exige que realice, en la medida de lo posible, ese proyecto. Modela, pues, al hombre sobre el dinamismo del Espíritu y lo interpela para una verificación concreta de la promesa que se ha de realizar. La oración no está, pues, separada de la cooperación de los hombres al advenimiento del Reino. Eleva al hombre por encima de la particularidad de su necesidad para incitarlo a realizar concretamente y con humor (puesto que el Reino no depende solamente de mi acción) la universalidad de la promesa. La oración cristiana no es evasión ORA/EVASION Muchos hombres comprometidos en la acción, especialmente sindical y política, no participan mucho de esta opinión. Frecuentemente la oración les parece más bien una excusa. Así, cuando la Iglesia pide oraciones por la paz en Vietnam, algunos piensan que en el fondo eso los dispensa de tomar partido. Imploramos a Dios que destierre la violencia «venga de donde venga», absteniéndonos de emitir un juicio sobre la situación, porque la complicación de las realidades políticas no nos permiten conocerlas con objetividad. La oración es entonces la única acción posible en un tiempo dominado por la impotencia de los hombres para realizar lo que desea la mayoría: la paz. Lejos de ponernos en acción, aparta de la historia, hace peligrar la responsabilidad. No sirve de mucho llegar a una oración tan universal como la de la paz. Pero, además, la mayor parte de nuestras oraciones nos apartan de la acción colectiva y responsable, están ligadas a necesidades que no superan el ambiente doméstico. Así vemos cómo se enfervorizan en la oración, asistiendo continuamente a novenas y peregrinaciones, devorando sin saciarse jamás nuevas fórmulas, personas que no se ocupan de nada. Lo que les apasiona no es el advenimiento del Reino en las categorías humanas, sufren un hambre tan feroz de lo «sagrado» que los paraliza. Olvidan que Cristo había recomendado: «En vuestras oraciones, no charléis como los paganos: se imaginan que hablando mucho se harán oír mejor. No hagáis como ellos, pues vuestro Padre sabe bien lo que necesitáis antes de que se lo pidáis» (/Mt/06/07-08). A veces oímos expresar el pensamiento así: no hay tiempo para orar, hay demasiados compromisos políticos o sindicales. Sin duda, sería ingenuo negar la diversidad de ritmos que afectan la vida humana. Pero lo que cuestiona la opinión común es el posible acuerdo entre oración y acción: cuanto más humana es la acción, más unifica el ser. más pasión y espíritu es; cuanto más pesa sobre la historia, menos lugar tiene para la oración. Requeriría una santa -como alguien la llamó- indiferencia. Estar inmerso en las pasiones que agitan a la colectividad, sean técnicas, artísticas, científicas, sindicales o políticas, es hacerse poco a poco extraño a la oración. Los que frecuentan las iglesias de ningún modo son los hombres en plenitud de sus fuerzas, sino niños, mujeres y viejos. De ahí podríamos deducir alguna teoría sobre la oración y afirmar que la única desgracia del hombre es que no puede quedarse quieto dentro de un cuarto. Nos parece, al contrario, que la originalidad de la oración cristiana es la de unir indestructiblemente acción y oración, pues si ésta concuerda con el dinamismo de Dios, exige desplegarse en una visibilidad humana. La enseñanza de Jesús Cristo lo expresa claramente: «Cuando presentes tu ofrenda ante el altar, si te acuerdas de que tu hermano tiene algo grave contra ti deja tu ofrenda y ve primero a reconciliarte con él; luego puedes venir y presentar entonces tu ofrenda» (Mt 5, 23-24). La oración enseñada por Jesús establece la misma equivalencia entre nuestra acción y nuestra petición: «Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden.» La oración no debería ser una excusa. Al contrario, da lugar a la acción, asignándole un horizonte consistente en el proyecto evangélico mismo, la reconciliación. La reconciliación con Dios no existe si no es reconciliación con los hombres. La acción verifica la autenticidad de la oración, la oración revela la profundidad cristiana de la acción. Forman lo que pomposamente podríamos llamar «un matrimonio dialéctico». Descubrimos el sentido de una y otra sólo en virtud de su relación con el polo opuesto. En la oración hacemos nuestro el deseo de Dios; en la acción nos convertimos en sus cooperadores. Dios de ningún modo nos ha llamado al infantilismo y a la esclavitud, sino a la libertad y a la responsabilidad. Dios irrumpió en nuestra condición humana para hacer retroceder cualquier forma de destino; en Jesucristo incluso venció lo irremediable de la muerte. Así creó un espacio libre para la acción del hombre. Nos convertimos en imitadores de Dios en Cristo, en la medida en que hacemos retroceder lo que toma forma de destino. La pedagogía de la oración debería, pues, estar ligada a una pedagogía de la acción: transcribir a niveles de consistencia y autonomía diversos lo que constituye la universal intención del Reino. No hay acción cristiana, porque toda acción humana que libera del más mínimo destino, que hace acceder a la libertad, es objetivamente acción cristiana.Dar una identidad visible a la oración ORA/ALIENACIONUna encuesta realizada en un pueblo del oeste de Francia reveló que la casi totalidad de los interrogados no veían ninguna relación entre una vida real, diaria, moral, como la suya, y la religión. Lo que les parecía esencial en su vida no tenía ninguna relación tal como ellos la veían. La forma visible de la religión no es, pues, para muchos el lugar de lo incondicional, es decir, el lugar último, lo que consideramos el lugar de la conciencia de una relación con lo Absoluto. Nos preguntamos sobre las razones de la desafección actual ante la oración, y especialmente ante la oración litúrgica. ¿No será quizá consecuencia de la incapacidad de la Iglesia para encontrar una expresión visible de lo que buscan con su oración? ¿No estaremos, en el plano de la oración, ante el mismo fenómenos que tenemos en el plano de lo Incondicional? La religión oficial ya no es para la mayoría de nuestros contemporáneos la forma visible de la decisión en pro del Absoluto, no es el lugar de la lectura de tal decisión. Como la religión, la oración se convierte en una ocupación sin maldad, pero también sin interés. No puede tener ninguna significación para un hombre deseoso de tomar en serio su existencia personal y social. Verá en ella una de las formas que justifican el irrealismo y la inconsecuencia de las decisiones eclesiásticas. Unos monjes compran por dos millones de dólares un inmenso parque y construyen una imponente abadía. Un sacerdote de los alrededores interroga al responsable de ese gasto, esperando que semejante desembolso serviría para alguien más: abrir el parque a los habitantes del vecindario, preparar un lugar para los grupos que quieren reflexionar. Respuesta asombrosa: «Hacemos este desembolso para preservar nuestra soledad y nuestra oración.» Para vivir la «pobreza llamada evangélica», la oración solitaria, hay que ser inmensamente rico; es un lujo aristocrático. En un orden feudal, ese inmenso dominio rendía un servicio público; en una economía capitalista, quizá es una de las formas de explotación. Querer salvaguardar la oración contemplativa con semejantes medios es privarla de su aspecto visible. Serían muchísimos los ejemplos de este desconocimiento de la relación dialéctica entre oración y acción. Con todos los matices necesarios podríamos interrogarnos sobre la misma liturgia. ¿No favorece también, con demasiada frecuencia, ese mismo desconocimiento? En la liturgia cantamos acontecimientos irremediablemente pasados: Yahvé realizando maravillas bélicas en favor de Israel. Dios ha actuado. Pero ¿actúa todavía? Oramos por todas las grandes causas, pero de tal manera que puedan concordar opciones contradictorias. Celebramos la reconciliación fraternal en la comida eucarística, pero de tal manera que el símbolo realizado no trastoca las enemistades objetivas. La oración abre campo para un posible acción, ya que el contenido de la promesa no termina nunca de llegar, pero este campo es frecuentemente tan abstracto que la unión dialéctica entre oración y acción se evapora. Ser honesto en la oración Sin embargo, esta unión debe aparecer siempre. La acción es la concreción del «deseo», la oración es su infinito. La oración es algo inerte si no se le da un rostro determinado; el deseo, algo vacío si no se convierte en real. Pero el dinamismo de la acción, cuya medida es la oración, no se agota jamás en lo finito. La oración atestigua esa renovación y proporciona a la acción el horizonte que necesita para no recaer en lo inerte. Entrar en el deseo de Dios a través de la oración no es, de ningún modo, pensar que yo realizo una acción infinita, es decidirme por la larga paciencia de las acciones finitas, las únicas que evocan el Reino que viene. La honestidad es así la primera exigencia de la oración cristiana. Toda oración que hace nuestro, individual o colectivamente, el deseo de Dios, reclama una acción proporcionada. Celebrar la fraternidad en la Eucaristía es transcribir el sentido de esa comida en la realidad no simbólica, en el lugar donde se celebra en esa situación particular. Orar por la paz, supone que dentro de la situación particular donde esta oración es celebrada se realiza una acción efectiva que instaura la paz. Oramos por los países subdesarrollados, por los viejos, por los enfermos. Nombramos mil realidades concretas. Lo que decimos supera en mucho lo que hacemos. Esa misma abundancia nos cansa. Quizá sería mejor callar todo lo que sabemos; son para nosotros sólo puras palabras. Quizá sea hoy la sobriedad la única forma de oración posible, en razón de la humildad de las realizaciones eclesiales. Hemos olvidado las cosas más elementales. Cantamos: «Alegrémonos en el Señor», pero no sabemos ser felices. Una joven mamá afirmó en una reunión que sólo encontraba a Dios cuando era feliz. Los presentes se escandalizaron y la trataron de hereje. Dios, decían ellas, sólo se encuentra en el sufrimiento y en la cruz. Olvidaban que Jesús había gritado en la cruz: «Dios mío, ¿por qué me abandonaste?» Cosas tan simples como la alegría humana no parecen ser ya un indicativo de Dios, y nos alegramos litúrgicamente en Dios. ¿Qué puede significar una liturgia que no retoma un sentido vivido en lo cotidiano? Surgen cuestiones más complejas. Cuando la oración es privada o personal es relativamente sencillo que esté acompañada por una acción proporcionada. Implorar a Dios para ser menos egoísta es encaminarse a una actitud más comprensiva hacia el otro, es esforzarse por salir de sí mismo. En el caso contrario, la oración no sería más que puro verbalismo. La oración comunitaria plantea problemas más difíciles. Cuando el grupo es homogéneo no será abstracta, y, por tanto, existirá una verdadera búsqueda de autenticidad. Cuando el grupo es una reunión anónima, como ocurre casi siempre en nuestras parroquias, la oración comunitaria sigue siendo una pedagogía de la acción exigida a cada cristiano. Ninguna acción proporcionada al nivel del grupo en sí mismo puede responder a la oración. Por tanto habrá que preocuparse más de que la oración comunitaria no esté totalmente separada de las preocupaciones de la vida diaria del mundo profano. La oración puede ser entonces la lectura en profundidad de lo que cada uno vive con relación al plano de su conciencia social. Cuerpo eclesial y oración universal Queda un tercer nivel: el de la oración universal de la Iglesia, en la que participa cada comunidad. La Iglesia se preocupa, en virtud de su catolicidad, por la humanidad entera. La Iglesia pesa sobre la opinión pública, es un dato de nuestra historia actual, tanto por sus opciones como por sus omisiones. Existe un testimonio de la Iglesia como organismo universal que no abarca exactamente la suma de los testimonios individuales; es de otro orden. La acción que corresponde a ese otro orden es infinitamente más difícil de lograr que la modalidad universal de la oración. Tenemos que imaginar una acción que no traicione la extraordinaria amplitud de tal oración. El cuerpo eclesial debe testimoniar como tal la autenticidad de la oración que dirige a Dios. ¿Es posible para una comunidad religiosa hacer otra cosa que remitir a los hombres a su verdad profana? ¿Su acción puede ser otra que la profética? El peligro es encerrarse en la palabra, ya sea oración o exhortación. Quizá habría que repensar la articulación entre el mundo profano, que es el horizonte de toda acción humana, y la profundidad religiosa o cristiana de toda acción profana que se abre al combate por el advenimiento de una sociedad menos inhumana. Profetismo en la medida en que las iglesias no se comprometen con las injusticias políticas y sociales, profetismo igualmente en la medida en que la palabra evangélica incita sin cesar hacia adelante el «deseo» humano y lo orienta hacia una utopía. CONCLUSIÓN La oración cristiana es descentrarse, salir de la propia preocupación para entrar en la de Dios, manifestada en Jesús. Su originalidad consiste en no sacarnos de la historia para volcarnos en una contemplación del rostro eterno en Dios, sino en hacer nuestro el deseo de Dios sobre este mundo; brevemente, en dar consistencia humana a este deseo. Por eso pensamos que es imposible separar dentro del cristianismo la oración y la acción que la autentifica. El drama actual de las iglesias, entre otros, es no aceptar esta dialéctica y mantener unidades artificiales en el orden de la oración, mientras no existen en la vida concreta. La cuestión no es de ninguna manera que las iglesias se entreguen a una acción que sustituya las diferentes instancias, políticas, culturales o económicas; se trata más bien de incitar a las iglesias a tomar en serio la unión entre toda acción humana, necesariamente profana, y su aspecto explícitamente «teológico», de cual uno de los modos de revelación es la oración. Querer separar oración y acción es rechazar la originalidad propia del cristianismo, que es manifestar la Trascendencia y alcanzarla en el corazón de las mediaciones humanas. El sentido último es el central, porque jamás existe independientemente de los sentidos particulares. La oración, en su orden, establece un lazo vital entre lo último y lo concreto: no existe, pues, de manera auténtica, sino en la medida en que dice una realidad histórica y conduce a una acción no menos histórica. La intuición cristiana es en todos los niveles la misma que nos revela la encarnación del Hijo de Dios.
CLAVES PARA ORACIONES EFECTIVAS
Hablaremos sobre Recibir lo que Dios tiene.Debemos estar preparados para sorpresas porque al orar para recibir, debemos recibir lo que Dios tiene para darnos y, tal vez, no sea lo que nosotros le estamos pidiendo. Recuerde que Dios no pone su mirada en nuestras peticiones sino en nuestras verdaderas necesidades.¿Qué cree usted que el mendigo pensaba sobre su necesidad y petición? Él pensaba que necesitaba dinero. Es más, la gente del lugar, durante cuarenta años, al darle dinero, le estaba diciendo que lo que él necesitaba era eso: Dinero.Hoy en día, hay personas que sí pueden trabajar, pero se comportan como personas que no tienen la posibilidad de hacerlo porque creen en su mente y en su corazón, que lo que necesitan es dinero y que otras personas se lo deben dar.Pedro y Juan nos recuerdan que nuestra relación es con las personas, no con sus necesidades. Como cristianos debemos relacionarnos con las personas y no, aunque en ocasiones es más fácil, con sus necesidades porque, al verlas desde esta perspectiva, podemos estar contribuyendo a que las personas se acostumbren a ser mendigas y nosotros simplemente a dar limosnas. Cuando le pido a las personas, por mucho que me den, limosnas tendré; pero cuando le pido a Dios, por poco que me dé, provisión tendré.Pedro y Juan, que muchas veces habían pasado por ahí no llevaban dinero. Es probable que fueran también a pedírselo a Dios, uno puede entrar a la presencia del Señor y pedirle, esa puede ser parte de nuestra oración. Observo continuamente, cómo en el tiempo de alabanza, tras ser llevados a un punto de adoración y exaltación a Dios, las personas se desmotivan por no encontrar nada para sí mismas.En muchas oportunidades las personas se quedan ancladas en lo que desean y no en lo que Dios tiene para ellas. Están convencidas que lo que necesitan es esto o aquello, pero Dios puede sorprendernos.““No tengo plata ni oro”, declaró Pedro, pero de lo que tengo te doy”.Hechos 3:6a¿Cómo darle dinero a alguien si no tengo? Cuando esté en contacto con las personas se dará cuenta que muchas veces las necesidades no son de cosas materiales, aunque las estén pidiendo. El problema aquí es la actitud, un problema de fe, un problema de posicionamiento en Cristo Jesús o de desconocimiento de las razones por las que Dios permite que pasen ciertas cosas, un aspecto íntimamente relacionado con la madurez espiritual.Es de suponer que el hombre se haya quedado estupefacto ante la respuesta de Pedro y, tal vez, bastante decepcionado pero, sucedió algo extraordinario.“En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! Y tomándolo por la mano derecha, lo levantó. Al instante los pies y los tobillos del hombre cobraron fuerza”. Hechos 3:6b-7Recuerde que debe orar para recibir lo que Dios tiene y que puede ser algo muy diferente a lo que usted esté pidiendo.Nuestras oraciones tienen respuestas porque las hacemos en el nombre de Jesucristo y porque pedimos en la voluntad del Padre. Algo es claro, este hombre estaba pidiendo dinero y lo que necesitaba era una sanidad, con más de cuarenta años en esta situación, no se le había ocurrido que podía dejar de ser lisiado.Lo que Pedro vio a través del Espíritu Santo, fue que este hombre lo que necesitaba era ser sano y su condición pudiera ser transformada de un mendigo a un trabajador útil a sí mismo, a su familia y a su sociedad.Muchos se han acostumbrado a sus limitaciones y necesidades, pueden ser espirituales, llagas emocionales o físicas. Han estado durante tanto tiempo que creemos que no pueden ser sanadas y nos limitamos a ponerle pañitos de agua tibia. A este hombre, día tras día, lo situaban allí y es muy posible que se le hubiera convertido en un negocio.Cuando nos hallemos frente a una persona con estas características, debemos discernir, a pesar de sus lágrimas y sus dolores, qué es lo que realmente necesita. Pedirle al Espíritu Santo, que nos muestre sus verdaderas necesidades para poderlas ayudar desde la perspectiva y propósito de Dios.Usted debe definir cómo va a caminar su vida cristiana, ¿al lado de los oradores o al lado de los mendigos? Ambos serán salvos, pero su condición sobre esta tierra va a ser muy diferente. Aquí no estamos hablando de salvación, estamos hablando de provisión.¿Qué estaba pidiendo este hombre? Dinero. ¿Qué le dieron? Sanidad. ¿Era lo qué él realmente necesitaba? Sí, aunque él no lo sabía. A veces, estamos tan apegados a ciertos anhelos o cosas y Dios no nos responde por esa oración específica, por el contrario, nos da muchas y mejores cosas según su voluntad. Por ejemplo: Señor lo que yo necesito es un empleo, pero Dios lo que le está dando es tiempo para que lea la Biblia por primera vez en su vida.Otro asunto de relevancia, es el ejemplo de cómo usted se acerca a Dios, porque generalmente, sus discípulos lo imitarán. Si somos personas que constantemente estamos mendigándole a los hombres, como líderes vamos a ejercer un liderazgo negativo porque todas las personas que nos siguen van a actuar como nosotros. Por el contrario, si usted es de esos oradores que no se levantan de su oración hasta que Dios le responde, así van a ser las personas que usted va a engendrar en el Espíritu Santo para la gloria del Señor.No suframos de estrabismo espiritual, con un ojo miramos a Dios y con el otro miramos a los hombres, a ver dónde encontramos respuesta primero. Espere y confíe que la respuesta de Dios es la correcta, así Dios le responda con algo que usted no le está pidiendo, pues Él sabe lo que es mejor para nosotros y usted debe recibir agradecido lo que Dios tiene para darle. Vamos ahora a conocer algunas claves para que sus oraciones sean efectivas. Recuerde, una clave es un código de ingreso.
Orador es la persona que pide y ruega. Nosotros oramos y le pedimos a Dios. Antes, como dice el apóstol Pablo, en 1 Corintios 12, cuando éramos llevados en medio de nuestra ignorancia a los ídolos mudos, le orábamos a cualquier cosa y hasta creímos que nos respondían. Sin embargo, ahora que estamos con el único y verdadero Dios, debemos recordar que somos personas que oran y ruegan pero sólo a Dios.
Al ver un alpinista o un escalador podemos compararlo con el orador, pues la oración al igual que ellos es muy dinámica. No se trata de concentrarnos y entrar en un éxtasis, aunque se pueden vivir las dos situaciones durante la oración; se trata más bien de un dinamismo basado en la interacción entre Dios y la persona que ora, sea hombre o mujer, anciano o niño, lleve muchos años con el Señor o pocos.
No se trata de claves de antigüedad sino de situaciones que hay que tener en cuenta en el momento de orar, es importante entender esto para poder recuperar o ascender en la intensidad de la oración y no abandonarla jamás.Lo principal es nuestro contacto con Dios, porque necesitamos entender que sólo Dios nos puede responder. Dios no debe ser nuestro último recurso sino nuestro único recurso, a Dios le agrada eso. Podemos estar en medio de un avivamiento de oración y pasar desapercibido para nosotros.
La vida de un creyente debe ser una vida de oración. No es lo excepcional, debemos anhelar tiempos de oración diarios constantes, tiempos de oración personal. Los tiempos colectivos de oración y los tiempos personales de oración se complementan pero no se pueden remplazar los unos por los otros.
Los apóstoles estaban muy comprometidos, habían recibido un ejemplo de oración del Señor Jesús, estuvieron a su lado mientras Él estuvo en su ministerio terrenal. Él les habló de la oración pero también lo vieron orando y seguían su ejemplo en el templo o en cualquier lugar.
El libro de Hechos de los Apóstoles, en su capítulo tres, nos ilustra al respecto. Un poco antes, en el capítulo dos, ya habían sido llenos del Espíritu Santo y para una persona que es templo del Espíritu Santo se le hace necesario orar.
No es nuestra intención decirle cuánto tiempo debe orar, ni de qué forma o posición física, si arrodillado, acostado o sentado, ni donde lo debe hacer. Voy a hablarle de claves para que cuando usted esté orando encuentre las respuestas de Dios que está buscando.
Orador o mendigo
Debe definir si quiere ser un orador a Dios o un mendigo de los hombres. Buscando el significado de mendigo encontramos que tiene dos sinónimos: Limosnero y pordiosero. El mendigo se caracteriza porque ve en los hombres la solución a sus necesidades, al menos, en el contexto que vamos a ver.
El orador a Dios se diferencia ampliamente de la persona que se comporta como un mendigo en el ámbito cristiano. Ésta es la primera clave: Saber si usted es un orador a Dios o un mendigo de hombres.
“Un día subían Pedro y Juan al templo a las tres de la tarde, que es la hora de la oración”. Hechos 3:1Iban los dos apóstoles, dos cristianos normales que quieren orar en el templo. En aquella época había ciertas horas del día dedicadas para la oración en el templo. Dividían el día en cuatro vigilias de tres horas cada una y se establecían tiempos dentro de esas cuatro vigilias para orar en el templo.
Usted podrá preguntarse ¿Tiene que ser a las tres de la tarde o dentro de esos tiempos en las vigilias? No. Eso no es lo importante para Dios, Él no tiene hora, ni fecha, ni calendario, cuando usted necesite orar lo puede hacer en el lugar en donde esté. En este caso son muy específicos, ellos estaban yendo al templo porque su misión era ir a orar allí en ese momento.
“Junto a la puerta llamada Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento, al que todos los días dejaban allí para que pidiera limosna a los que entraban en el templo”. Hechos 3:2
Tenemos el templo, tenemos las personas, tenemos a Dios que se supone los escuchaba. Pedro y Juan son oradores a Dios.
Tristemente, algunos llegan al cristianismo y al templo para que la gente que entra les solucione sus necesidades. ¿Somos oradores a Dios o mendigos de hombres?
Hagamos caso a lo que dice el Señor Jesús, entremos a nuestro lugar secreto y Dios que escucha lo que decimos en lo secreto nos recompensará en público.¿A través de personas? Posiblemente ¿A través de personas? Posiblemente, Dios puede escuchar su oración: “Señor, tengo esta necesidad, ¿me puedes ayudar por favor?”. Y Dios puede mover el corazón de una persona para que esa oración que usted ha hecho sea respondida.
Debo definir entonces, si soy como Pedro y Juan que entran a la presencia de Dios porque sabían claramente que Dios es el que soluciona todos los problemas o soy como este hombre que tenía un problema, estaba enfermo de nacimiento y parece ser que todos los días lo dejaban allí en esa puerta llamada Hermosa, para que le pidiera limosna a los que entraban al templo.
Esta última, es la característica de un mendigo de hombres, actitud que puede hallarse en nuestros corazones cuando nos quejamos delante de los hombres con el fin de provocar lástima.
Seguro que Pedro y Juan tenían sus necesidades: Espirituales, emocionales y materiales, pero ellos entraban en la presencia de Dios y veían sus respuestas. Sin embargo, este hombre estaba allí desde su nacimiento y se había convertido en alguien que provocaba lástima en la gente. Además, su situación era paupérrima, era un lisiado, tenía un grave problema.
Todos podemos tener necesidades pero, ¿cuál es nuestra actitud? ¿Colocamos la vista sobre las personas que creemos que nos pueden ayudar a solucionarlas? Si este es el caso, estamos perdiéndonos la gran oportunidad de que sea Dios el que nos supla directamente.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.Juan 14:6.
La verdad… está en Jesús.Efesios 4:21.
Jesucristo… es el verdadero Dios, y la vida eterna. 1 Juan 5:20.
El Devocional Diario – “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (6)
Esta declaración de Jesús no se presta a ningún equívoco. Es clara, corta y contundente. Pero también es profunda e ineludible. En efecto, Jesús no vino a mostrar un posible camino hacia Dios; él mismo es el camino para ir al Padre. Jesucristo no ofrece una posibilidad de salvación entre otras igualmente válidas, sino que se presenta como el único Salvador. ¿Es el Salvador del lector?
Mucha gente busca la verdad, pero como hay tantas religiones y sectas que dicen poseerla, ¿cómo saber quién tiene razón?
La respuesta es sencilla. La salvación no se halla en una «iglesia» y menos en una secta, sino en una persona: Jesucristo. Él es el camino para ir al Padre, porque él mismo vino del Padre. Él es la verdad, porque revela a Dios en su esencia, que es luz y amor. Él es la vida, porque dejó la suya para que nosotros podamos recibir su vida nueva de Hombre resucitado.
Puesto que Jesús es el camino, debemos seguirlo; por ser la verdad, debemos creerla; y puesto que es la vida, debemos recibirla. Emprender este camino exige que uno se aparte de «su propio camino» para volverse hacia Jesús: es la conversión. Entonces, el que cree recibe la vida mediante un nuevo nacimiento espiritual; y esta vida debe ser alimentada por la Palabra de Dios
El ESCUDO
“Los que temen al Señor, confien en El. El es su ayuda y su escudo.”Salmos 115:11
De todos los imperios de la antiguedad, el mas poderoso y militarmente completo fue el de Roma. Ademas de tener una de las mejores milicias del mundo, tenia algunas armas sorprendentes para su epoca.
Hoy es comun ver los tanques que protegen a la infanteria cuando avanzan en una operacion militar. Pero hace 2000 años, no existian. Y la lluvia de flechas que era la antesala de las batallas cuerpo a cuerpo, producian enormes y terribles bajas en cada bando.
Los romanos habian diseñado un sistema de defensa para su infanteria que era de avanzada. Formaban grupos de 20 soldados, y usaban sus escudos para formar un techo y una pared lateral a la formacion que avanzaba. Durante la lluvia de flechas, avanzaban en forma de tortuga y evitaban muchisimas bajas. Para esos soldados,su mejor proteccion era su escudo.
El salmista vivio mucho tiempo antes que Roma desplegara este poderio militar, pero aun en esa epoca, usaban el escudo como elemento de defensa. Un soldado sin escudo era un soldado condenado a muerte.
En este siglo tan avanzado, con tanta tecnologia, con tantos inventos superpoderosos y nuevas armas, el escudo parece un elemento de museo, pero sigue dando utilidad. Lo usa la policia en cada manifestacion, cuando las cosas se ponen dificiles.
Pero hay un escudo que es infalible. Es una proteccion sin igual para todos los momentos de la vida. No es una proteccion parcial, es totalmente integral. Dios es tu escudo.
En medio de esta sociedad tan violenta y conflictuada que vivimos, Dios es tu escudo. Para toda la tristeza que tenes en el alma, Dios es tu escudo. Para la angustia por los problemas cotidianos, para la falta de trabajo, para la enfermedad que golpea tu casa, para la soledad que no te deja dormir de noche, para las dificultades que tecierran los caminos, para cuando te fallan los amigos, para cuando nohay nadie que te consuele, Dios es tu escudo.
No avances por la vida sin escudo. Busca la ayuda de Dios. El nunca te deja solo. El nunca te deja abandonado a tu suerte. Si de verdad le temes, y lo respetas, si Dios es en quien confias, El es tu escudo y tu ayuda. Para tu momento dificil, no busques en otro lado. Cualquiera sea tu problema, por mas grande que te parezca, aunquecreas que no hay solucion ni salida, Dios es tu escudo, tu unico escudo real.
Dios te defiende y te protege. No hay de que temer.

COMO CREAR UNA CADENA DE ORACIÓN EFECTIVA

Como crear una cadena de oración efectiva

Como ya sabrán me gusta la tecnología y siempre busco maneras de utilizarla para acercar la palabra de Dios a los demás. Es por esto que en este articulo les daré una idea de como utilizar el servicio de tele conferencias por internet para organizar círculos de oración o cadenas de oración como también suelen llamarle.
Hace varios meses dos hermanos de mi iglesia se han dedicado a llamar en conferencia a otros hermanos para orar. Se ha acordado hacerlo todas las noches en un horario al que todos puedan asistir. Todo empezó con dos personas y estas personas invitaron a otras dos y así sucesivamente. Ahora ya somos un grupo de entre ocho a doce personas y resultaba un poco incómodo escuchar las conversaciones u oraciones; ya que mientras más personas hay en la conversación más difícil se tornaba escucharlos a todos.
Conozco varias cadenas de oración que se llevan a cabo de manera parecida pero mucho más organizadas que la cadena en la que estaba participando. Estas cadenas tienen un numero al que puedes llamar y unirte a otros hermanos en oración todos los días. Aunque personalmente, nunca he entrado, muchas personas que conozco de mi iglesia me dicen que son muy buenas.
Creo que podríamos utilizar el modelo de llamada en conferencia como un ministerio de alcance a los miembros de la iglesia. Para ser más específicos, podríamos enfocarnos en los jóvenes de la iglesia que son recién bautizados.
Si estructuramos la cadena en forma de grupos o nodos podríamos lograr más alcance y una mejor comunicación entre todos. Cada grupo puede tener un líder y cada líder se le puede asignar de 4 a 5 participantes. Creo que es más efectivo y ayuda a crear orden y promueve la amistad entre hermanos, ya que reduce la cantidad de personas en la conversación y por ende se facilita el trabajo del líder. Por último crea un hábito en los hermanos que son recién bautizados o nuevos en la fe, ya que si alguien se encarga de contactarlos todos los días la costumbre de orar se desarrolla más rápido.
Después que los grupos estén formados puedes proseguir a crear las reglas que regirán a los participantes. Dichas reglas deberán de abarcar los siguientes tópicos: hora de reunión, peticiones y oraciones especiales, lectura bíblica o devocional, etc. Estos son los tópicos que me llegan a la mente, pero estoy seguro que hay otros que les gustaría cubrir.
Les recomiendo que el tiempo total de la llamada no sea mas de una hora, esto lo digo porque si lo hacen en la noche es posible que sea un poco tarde y no queremos interferir con el sueño de los participantes y si la hacen por la mañana, tampoco queremos interferir con la hora de levantarse de los participantes. Recuerden que están tratando con herman@s nuevos en la fe y cosas como estas podrían alejarlos del circulo de oración.
Está claro, que no necesariamente el circulo debe de estar compuesto por nuevos creyentes. Este método puede ser utilizado por grupos que quieran promover la oración. Incluso se puede promover como una herramienta diferente para organizar una semana de oración.



A todos los que organizanla Semana de oración por la unidad de los cristianos
Buscar la unidad durante todo el año

Tradicionalmente, la Semana de oración por la unidad de los cristianos se celebra del 18 al 25 de enero. Estas fechas fueron propuestas en 1908 por Paul Watson para cubrir el periodo entre la fiesta de san Pedro y la de san Pablo. Esta elección tiene un significado simbólico. En el hemisferio Sur, donde el mes de enero es tiempo de vacaciones de verano, se prefiere adoptar igualmente otra fecha, por ejemplo en torno a Pentecostés (sugerido por el movimiento Fe y Constitución en 1926) que representa también otra fecha simbólica para la unidad de la Iglesia.
Guardando esta flexibilidad de espíritu, os animamos a considerar estos textos como una invitación para encontrar otras ocasiones, a lo largo del año, y expresar el grado de comunión que las Iglesias ya han alcanzado, y orar juntas para llegar a la plena unidad querida por Cristo.
Adaptar los textos
Estos textos que han sido propuestos, cada vez que sea posible, se procurará adaptarles a las realidades de los diferentes lugares y países. Al hacerlo, se deberá tener en cuenta las prácticas litúrgicas y devocionales locales así como el contexto social-cultural. Tal adaptación deberá comportar normalmente una colaboración ecuménica. En muchos países, las estructuras ecuménicas existen y permiten este género de colaboración. Esperamos que la necesidad de adaptar la Semana de oración a la realidad local pueda animar la creación de esas mismas estructuras allí donde éstas no existen todavía.
Utilizar los textos de la Semana de oración por la unidad de los cristianos
Para las Iglesias y las Comunidades cristianas que celebran juntas la Semana de oración en una sola ceremonia, este folleto propone un modelo de Celebración ecuménica de la Palabra de Dios.
Las Iglesias y las Comunidades cristianas pueden igualmente servirse para sus celebraciones de las oraciones y de otros textos de la Celebración ecuménica de la Palabra de Dios, de los textos propuestos por el Octavario y de las oraciones presentes en el apéndice de este folleto.
Las Iglesias y Comunidades cristianas que celebran la Semana de oración por la unidad de los cristianos cada día de la semana, pueden encontrar sugerencias en los textos propuestos para el Octavario.
Las personas que desean realizar estudios bíblicos sobre el tema del año 2009, pueden servir de apoyo igualmente los textos y las reflexiones bíblicas propuestas para el Octavario. Los comentarios de cada día pueden concluir con una oración de intercesión.
Para las personas que desean orar en privado, los textos de este folleto pueden animar sus oraciones y su llamada a la comunión con todos aquellos que oran en todo el mundo por una mayor unidad visible de la Iglesia de Cristo.
Texto bíblico
Lc 24
El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Al llegar, se encontraron con que la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida. Entraron, pero no encontraron el cuerpo de Jesús, el Señor. Estaban aún desconcertadas ante el caso, cuando se les presentaron dos hombres vestidos con ropas resplandecientes que, al ver cómo las mujeres se postraban rostro en tierra llenas de miedo, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recordad que él os habló de esto cuando aún estaba en Galilea. Ya os dijo entonces que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de pecadores y que iban a crucificarlo, pero que resucitaría al tercer día.
Ellas recordaron, en efecto, las palabras de Jesús y, regresando del sepulcro, llevaron la noticia a los Once y a todos los demás. Así pues, fueron María Magdalena, Juana, María la madre de Santiago, y las otras que estaban con ellas, quienes comunicaron a los apóstoles lo que había pasado. Pero a los apóstoles les pareció todo esto una locura y no las creyeron.
Pedro, sin embargo, se decidió, y echó a correr hacia el sepulcro. Al inclinarse a mirar, sólo vio los lienzos; así que regresó a casa lleno de asombro por lo que había sucedido.
Ese mismo día, dos de los discípulos se dirigían a una aldea llamada Emaús, distante unos once kilómetros de Jerusalén. Mientras iban hablando de los recientes acontecimientos, conversando y discutiendo entre ellos, Jesús mismo se les acercó y se puso a caminar a su lado. Pero tenían los ojos tan ofuscados, que no lo reconocieron. Entonces Jesús les preguntó: ¿Qué es eso que discutís mientras vais de camino? Se detuvieron con el semblante ensombrecido, y uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: Seguramente tú eres el único en toda Jerusalén que no se ha enterado de lo que ha pasado allí estos días. Él preguntó: ¿Pues qué ha pasado? Le dijeron: Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en hechos y palabras delante de Dios y de todo el pueblo. Los jefes de nuestros sacerdotes y nuestras autoridades lo entregaron para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. Nosotros teníamos la esperanza de que él iba a ser el libertador de Israel, pero ya han pasado tres días desde que sucedió todo esto. Verdad es que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro y, al no encontrar su cuerpo, volvieron diciendo que también se les habían aparecido unos ángeles y les habían dicho que él está vivo. Algunos de los nuestros acudieron después al sepulcro y lo encontraron todo tal y como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron.
Jesús, entonces, les dijo: ¡Qué lentos sois para comprender y cuánto os cuesta creer lo dicho por los profetas! ¿No tenía que sufrir el Mesías todo esto antes de ser glorificado? Y, empezando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó cada uno de los pasajes de las Escrituras que se referían a él mismo. Cuando llegaron a la aldea adonde se dirigían, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le dijeron, insistiendo mucho: Quédate con nosotros, porque atardece ya y la noche se echa encima. Él entró y se quedó con ellos. Luego, cuando se sentaron juntos a la mesa, Jesús tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En aquel momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron; pero él desapareció de su vista.
Entonces se dijeron el uno al otro: ¿No nos ardía ya el corazón cuando conversábamos con él por el camino y nos explicaba las Escrituras? En el mismo instante emprendieron el camino de regreso a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a todos los demás, que les dijeron: Es cierto que el Señor ha resucitado y que se ha aparecido a Simón. Ellos, por su parte, contaron también lo que les había sucedido en el camino y cómo habían reconocido a Jesús cuando partía el pan.
Todavía estaban hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: ¡La paz sea con vosotros! Sorprendidos y muy asustados, creían estar viendo un fantasma. Pero Jesús les dijo: ¿Por qué os asustáis y por qué dudáis tanto en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo mismo. Tocadme y miradme. Los fantasmas no tienen carne ni huesos, como veis que yo tengo.
Al decir esto, les mostró las manos y los pies. Pero, aunque estaban llenos de alegría, no se lo acababan de creer a causa del asombro. Así que Jesús les preguntó: ¿Tenéis aquí algo que comer? Le ofrecieron un trozo de pescado asado, que él tomó y comió en presencia de todos. Luego les dijo: Cuando aún estaba con vosotros, ya os advertí que tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los libros de los profetas y en los salmos.
Entonces abrió su mente para que comprendieran el sentido de las Escrituras. Y añadió: Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; y también que en su nombre se ha de proclamar a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, un mensaje de conversión y de perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de todas estas cosas. Mirad, yo voy a enviaros el don prometido por mi Padre. Quedaos aquí, en Jerusalén, hasta que recibáis la fuerza que viene de Dios.
Más tarde, Jesús los llevó fuera de la ciudad, hasta las cercanías de Betania. Allí, levantando las manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén llenos de alegría. Y estaban constantemente en el Templo bendiciendo a Dios.

El tema bíblico


Los protagonistas del movimiento ecuménico han meditado a menudo el discurso de Jesús antes de su muerte. Este último testamento destaca la importancia de la unidad de los discípulos de Cristo para la misión: “Que todos sean uno… para que el mundo crea” (Jn17, 21).
De manera original, las Iglesias de Escocia han querido este año hacernos comprender el último discurso de Cristo resucitado antes de su Ascensión, que termina con estas palabras: “Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; y también que en su nombre se ha de proclamar a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, un mensaje de conversión y de perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de todas estas cosas” (Lc 24, 46-48). Son, pues, las últimas palabras de Cristo que meditaremos.
Estamos invitados a recorrer a lo largo de la Semana de oración por la unidad cristiana 2010 todo el conjunto del capítulo 24 del Evangelio de Lucas. Las mujeres asustadas junto a la tumba, los dos discípulos desalentados camino de Emaús, o también los once apóstoles que han vivido el temor y la duda, todos los que se encuentran con Cristo resucitado son enviados en misión: “Vosotros sois testigos de todas estas cosas”. Esta misión eclesial confiada por Cristo no se la pueda apropiar nadie. Es la comunidad de los que han sido reconciliados con Dios, y Dios puede testimoniar la verdad del poder salvador ofrecido en Jesucristo.
Se deduce que la manera de testimoniar de María Magdalena, de Pedro o de los dos discípulos de Emaús no será idéntica. Y por eso, es la victoria de Jesús sobre la muerte en la que todos sitúan el centro de su testimonio. En lo que tiene de único para cada uno de ellos, el encuentro personal con el Resucitado cambió radicalmente su vida y una misma evidencia se impone para ellos: por todo eso, debemos ser testigos. Su relato tendrá acentos diferentes, y a veces las disensiones mismas pueden nacer entre ellos, lo que requiere la fidelidad a Cristo, y por ello todos trabajarán por el anuncio de la Buena Noticia.
El octavario
Durante la Semana de la oración por la unidad cristiana 2010, vamos a meditar día a día el capítulo 24 del Evangelio de Lucas, deteniéndonos en las cuestiones que se plantean: preguntas de Jesús a sus discípulos, y preguntas de los apóstoles a Cristo.
Cada una de estas preguntas permite, en efecto, destacar de manera específica el testimonio del Resucitado. Para cada una de ellas, estamos invitados a reflexionar sobre nuestra situación de divisiones eclesiales y los remedios que, concretamente, podemos aportar. Testigos ya lo somos, y debemos ser siempre mejores. ¿Cómo?
— celebrando al que nos ofrece el don de la vida y de la resurrección (primer día);
— sabiendo compartir con los otros la historia de nuestra fe (segundo día);
— tomando conciencia de que Dios está trabajando en nuestras vidas (tercero día);
— agradeciendo la herencia de la fe recibida (cuarto día);
— confesando a Cristo como vencedor de todo sufrimiento (cada día);
— pretendiendo ser siempre más fieles a la Palabra de Dios (sexto día);
— creciendo en la fe, en la esperanza y en la caridad (séptimo día);
— ofreciendo la hospitalidad, y sabiendo acogerla cuando se nos ofrece (octavo día).
En cada uno de estos ocho aspectos, nuestro testimonio ¿no sería más fiel al evangelio de Cristo si lo hacemos juntos?
Edimburgo 2010
En junio de 2010 se celebrará en Edimburgo el centenario de la Conferencia misionera que se había desarrollado en esta ciudad hace un siglo (www.edinburgh2010.org). Los organizadores han deseado que este acontecimiento sea un tiempo de acción de gracias por todos los progresos que Dios permitió en la misión. Dedican también un lugar importante a la oración para confiar a Cristo el testimonio que las Iglesias tendrán que dar juntas durante el siglo XXI.
Este acontecimiento también debe permitir a los que trabajan desde hace tiempo en el campo misionero y a los representantes de hechos más recientes intercambiar sus perspectivas. Será también ocasión de intercambiar sus prácticas misioneras a los miembros de distintas tradiciones eclesiales.
El mundo ha cambiado mucho desde 1910 y la misión debe ser objeto de reflexión con nuevos ojos. Secularización y descristianización, nuevos medios de comunicación, relaciones interconfesionales, diálogo interreligioso… son numerosas cuestiones que deben discutirse. Si todos se ponen de acuerdo sobre la necesidad para los discípulos de Cristo de dar testimonio, es difícil lograr una comprensión común de lo que debe ser hoy la misión. En el interior de las Iglesias, los debates no faltan. ¿No ganarían si fueran llevados conjuntamente por todas las Iglesias?
1910... 2010: un mismo sentimiento de urgencia vive en el corazón de los cristianos: el evangelio no es un lujo en nuestra humanidad herida por las divisiones; el evangelio no puede ser anunciado por voces discordantes.
Con Cristo, los que vivían en el odio pueden encontrar un camino de reconciliación. Con Cristo, los que estaban separados pueden encontrar la alegría de vivir como hermanos…. vosotros sois testigos de todas estas cosas.
Preparación de la Semana de oración por la unidad de los cristianos 2010
Canto de reunión. Durante este canto, la Biblia o el Evangeliario, se coloca delante de la asamblea según las tradiciones locales en el atril, el ambón, sobre la mesa del altar...
En sus palabras de acogida el presidente de la asamblea da la bienvenida a las comunidades presentes y a sus responsables.
Invita a dar gloria a Dios por la resurrección de su Hijo Jesús, a orar por la unidad de los cristianos y a pedir el don del Espíritu Santo para un renacimiento de la misión y de la unidad cristiana en el espíritu de la llamada de Edimburgo en 1910 (cf. introducción general del tema de la oración de 2010 y el pasaje arriba citado).
La oración de apertura puede también elegirse entre las que se proponen en el anexo.
II) La proclamación de Lc 24
El canto de aclamación al Evangelio. Algunos ejemplos a elegir: himno a Cristo resucitado, Gloria, aleluya continuo, otro canto o un antiguo salmo de tonalidad pascual o que mencione el envío de los testigos de la resurrección.
La lectura continua es la forma recomendada de esta proclamación de Lc 24. La asamblea se sienta de nuevo después del canto que precede el Evangelio. Varios métodos de proclamación se presentan: proclamación por un solo lector o por varios lectores: el narrador, la voz de Cristo, los ángeles, los discípulos de Emaús, los discípulos de Jerusalén.
— En el versículo 34 se puede introducir este diálogo entre el lector y la asamblea:
— Lector: “Es cierto que el Señor ha resucitado y que se ha aparecido a Simón”.
— Asamblea: “Verdaderamente Cristo ha resucitado. ¡Aleluya!”.
— Una alabanza puede también cantarse entre las tres secciones del capítulo: el mensaje pascual recibido en la tumba (v. 1-12), la aparición a los discípulos de Emaús (v. 13-35), la aparición a los Once (v. 36-53). Otras expresiones de la alabanza y la alegría pascual son posibles, por ejemplo el aplauso después de cada aparición del resucitado, según el ejemplo de la vigilia pascual caldea.
— Con niños o jóvenes especialmente, se puede recurrir al mimo o a otras formas de representación.
— Se puede recurrir a la iconografía: imágenes, vídeo,…
Antes de la predicación deben distribuirse el canto, la música y el tiempo de silencio.
III) Las oraciones de acción de gracias y de intercesión
Inspiran el contenido de los días de la semana de oración. Invocan el Nombre del Señor y lo celebran en su generosidad y hospitalidad hacia nosotros reveladas en Jesucristo. Constituyen una oración de petición y consagración a Dios de los testigos del Evangelio, unidos en una única fe y en un único bautismo, y en el testimonio común de la Iglesia indivisa.
IV) El envío
Se propone una oración de los cristianos de Escocia como oración de compromiso. Expresa nuestra voluntad de consagrar a Dios el presente y el futuro tanto del movimiento ecuménico como de la evangelización. En este año 2010, a la hora de un nuevo “compromiso de Edimburgo”, entendemos en el centro de nuestras asambleas de oración la llamada más actual que nunca de evangelizar en la unidad: “Que seamos uno, para que el mundo crea” y que se refuerce nuestra respuesta a la petición de Cristo de estar en comunión los testigos de su resurrección.
El esquema de este culto podrá servir para una celebración común con motivo de la Fiesta de Pascua 2010 y para los próximos años de fecha común de la Pascua (4 de abril de 2010, 24 de abril de 2011, 20 de abril 2014, 16 de abril 2017).
Varios elementos pueden utilizarse en el marco de una celebración litúrgica propia de una comunidad. .

P. “Uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido llamados…”A. “Sólo hay un Señor, sólo una fe, sólo un bautismo. Sólo un Dios, que es Padre de todos, que todo lo domina, por medio de todos actúa y en todos vive.”
P. “Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y que resucitaría al tercer día; y también que en su nombre se ha de proclamar a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, un mensaje de conversión y de perdón de los pecados.” A. “Vosotros sois testigos de todas estas cosas.”
Palabras de acogida

Oración
Señor Dios nuestro, te damos gracias por todas las personas y comunidades que nos han transmitido el mensaje de la Buena Noticia y así nos han dado una base sólida para nuestra fe. Te pedimos que también demos juntos testimonio de nuestra fe, con el fin de fomentar que otros te conozcan y pongan su confianza en la verdad de la salvación ofrecida por Jesucristo para la vida del mundo
Durante los últimos años, dos acontecimientos ocurridos en Escocia han hecho que este pequeño país se haya convertido repentinamente en el centro de la atención de los medios de comunicación del mundo entero. El atentado aéreo sobre Lockerbie y la masacre de los niños en la escuela de Dunblane aportaron notoriedad a una nación que se acordará siempre de estas atroces pérdidas de vidas humanas. Los dos acontecimientos causaron sufrimientos y aflicciones increíbles a un gran número de personas, y sus consecuencias se sintieron más allá de los límites físicos de estas dos localidades. Inocentes encontraron la muerte en circunstancias espantosas.
La realidad del sufrimiento es algo de lo que habla con fuerza el profeta Isaías en el pasaje de hoy donde nos recuerda que Dios no renuncia nunca a ver la humanidad sufriente. En cambio, el salmo declara la necesaria confianza que guarda el creyente hacia su Salvador.
La Carta a los Romanos declara la certeza que el amor es todavía más fuerte, y que el dolor y el sufrimiento nunca prevalecerán ya que antes de ofrecer al mundo la resurrección, Cristo entró en una agonía atroz y en la oscura cavidad de la tumba para estar totalmente con nosotros hasta en nuestras peores miserias.
Tras el Señor, los cristianos en búsqueda de la plena unidad manifiestan su solidaridad hacia aquellos que se enfrentan en la existencia con situaciones trágicas de sufrimientos, confesando que el amor es más fuerte que la muerte. Y de la humillación extrema de la tumba, la resurrección llegó a ser como un nuevo sol para la humanidad; como un clamor anunciante de vida, de perdón y de inmortalidad.
Los cristianos tienen el privilegio de descubrir la Palabra de Dios en la lectura de las Santas Escrituras y la celebración de los sacramentos. Por la escucha fiel a la proclamación de las Escrituras y la lectura fervorosa de los distintos libros de la Biblia, abren sus corazones y su espíritu para acoger la Palabra misma de Dios. Jesús prometió a sus discípulos que enviaría el Espíritu Santo para que comprendieran la Palabra de Dios y guiarlos hacia la verdad completa.
Desde un punto de vista histórico, los cristianos se dividieron tanto con respecto a la lectura como a la comprensión de la Palabra de Dios. A menudo han utilizado la Biblia para destacar su desacuerdo más que para buscar reconciliarse. Afortunadamente, gracias a las Santas Escrituras los cristianos recientemente se acercaron unos a otros en su búsqueda de la unidad. El estudio común de la Biblia pasó a ser uno de los principales medios de crecer juntos en la fe. Como cristianos, el camino que celebramos durante esta Semana de oración por 1a unidad de los cristianos es afianzada firmemente en nuestra escucha común de la Palabra de Dios, en nuestro esfuerzo para comprenderla y vivirla juntos.
El profeta Isaías nos recuerda que cuando se proclama con fuerza, la Palabra de Dios es verdaderamente eficaz. No vuelve de nuevo hacia Dios sin resultado sino que hace efectivo el objetivo para el cual Dios la envió. Encontramos este mismo mensaje en las palabras dirigidas a Timoteo, cuando es invitado a creer en la eficacia de las Escrituras que son, para los fieles, un instrumento para hacer el bien. El salmo alaba las palabras y las disposiciones del Señor y nos ayuda en nuestro discernimiento para que amemos la Ley sagrada.
Durante esta Semana de oración por 1a unidad de los cristianos, oramos para que todos los cristianos puedan penetrar más profundamente el misterio de la maravillosa revelación divina tal como se nos muestra en las Santas Escrituras. Suplicamos que el Espíritu Santo nos ayude a comprender mejor la Palabra de Dios y orientarnos en nuestro camino común en la fe, hasta que estemos reunidos de nuevo alrededor de la única mesa del Señor
En su curso de vida y fe, todos los cristianos atraviesan momentos de duda. Cuando no llegan a reconocer la presencia de Cristo resucitado, el encuentro entre ellos puede a veces reforzar estas dudas más bien que reducirlas.
Los cristianos tienen el reto de seguir creyendo que, si no ven ni sienten la presencia de Dios, Dios está con ellos. Las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad les dan poder testimoniar que con la fe, pueden ir más allá de sus propias capacidades.
El personaje de Job nos ofrece el ejemplo del que tiene de afrontar duras tribulaciones y pruebas y que pide tener un apretado debate con Dios. A pesar de todo, en la fe y la esperanza estaba convencido de que Dios permanecería con él. Encontramos esta confianza y esta convicción en las acciones de Pedro y Juan durante el relato del minusválido que es relatado en los Hechos. Su fe en el nombre de Jesús les permite dar un poderoso testimonio delante de todas las personas presentes.
El salmo de hoy es una oración que refleja nuestra profunda aspiración en el amor inquebrantable de Dios.
Nuestro encuentro durante esta Semana de oración por la unidad de los cristianos ofrece a nuestras comunidades la posibilidad de crecer juntos en la fe, la esperanza y el amor. Damos prueba del amor inquebrantable de Dios para todos los seres humanos y de su fidelidad hacia la Iglesia una que estamos llamados a ser.
Hoy, gracias a los medios de comunicación electrónica, todos estamos cercanos unos de otros en este planeta pequeño y superpoblado. Como en el tiempo de Lucas, numerosas son las personas y las comunidades que han tenido que abandonar sus casas y encontrar refugio en tierra extranjera. Nuestras comunidades han descubierto nuevas religiones y culturas extranjeras gracias a la llegada de fieles de las grandes religiones mundiales.
Durante la Semana de oración por la unidad de los cristianos, reconocemos en nuestro camino común hacia la unidad la hospitalidad y la fraternidad de los cristianos de todas las Iglesias. Cristo nos pide también acoger al extranjero y dejarnos acoger por él que es en adelante nuestro vecino. Queda claro que si no podemos ver a Cristo en el otro, entonces no podemos verlo de ninguna manera. La historia que se nos dice en el Génesis describe cómo Abraham recibió a Dios al abrir su casa y al ofrecer la hospitalidad a los extranjeros.
El Dios de toda la creación sostiene también al preso, al ciego y al extranjero. El salmo de hoy es una alabanza a Dios por su fidelidad eterna y por todo lo que hace por nosotros.
La carta a los Romanos nos recuerda que el Reino de Dios se realiza a través de la justicia, la paz y la alegría en el Espíritu Santo.
Cristo resucitado reúne a sus discípulos, come con ellos y lo reconocen. Les recuerda lo que las Escrituras decían de él y les explica lo que no habían comprendido hasta entonces. Así les libera de sus dudas y temores y los envía a dar testimonio de todo eso. Al crear este espacio de encuentro con él, les da recibir su paz, que implica la justicia para los oprimidos, la solicitud hacia los hambrientos, y el estímulo mutuo que son los dones del nuevo mundo de la resurrección. Como ellos, podemos encontrar a Cristo cuando nos ofrecemos a compartir nuestra vida y nuestros talentos. >>

Oración/Meditación de testimonio
Esta meditación utiliza símbolos y gestos para ayudar a la comprensión de todos en las asambleas de oración compuesta por personas de lenguas diferentes y/o para favorecer la participación de los que tienen dificultades de aprendizaje. Se puede utilizar en su totalidad o dividir en distintas secciones que podrán insertarse en distintos momentos de la celebración.
Símbolos: piedra grande, libro de historia con imágenes/fotografías, globo terráqueo, credo u otra profesión de fe, cruz/crucifijo, Biblia, gran punto de interrogación dibujado sobre un cartel, un pan. Los símbolos se aportan al mismo tiempo que se leen los pasos de la meditación que corresponden, y se colocan en un lugar visible para todos -eso podrá ser sobre una mesa/un altar situado en el centro de la asamblea o delante de ella. Los símbolos pueden también proyectarse sobre una pantalla/pared con un programa informático adecuado, por ejemplo Power Point.
ACCIÓN 1.
Se lleva una gran piedra. Posibilidad de fondo musical.
Voz 1
¿“Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”
Voz 2
Sé lo que significa perder a alguien.Conocí las lágrimas y la desesperación.Sentí el peso de la piedra que aplasta toda esperanza y que aparta lejos de Dios.
Voz 1
Pero no es Dios sino nosotros mismos los que ponemos las piedras sobre nuestro camino. Poco a poco, la luz volverá de nuevo. Cristo se manifestará en el afecto de un amigo, en la acogida de un vecino, en la amabilidad de un extranjero.
Voz 2
Es necesario conocer la muerte para poder renacer.He visto la muerte volviendo de nuevo a la vida: (Se mencionan personas o se escuchan testimonios.)
Voz 1 y 2
De todo eso, nosotros somos testigos.
Todos
Rogamos por todos los que tienen necesidad de que la piedra esté rodada. Damos gracias por todos los que han tenido experiencia de la resurrección en esta vida.Alabamos a Dios, la gloria de Cristo resucitadoque nos da la esperanza inquebrantable en la vida eterna.
ACCIÓN 2
Se lleva un gran libro de historia que contiene imágenes o fotografías adaptadas. Posibilidad de fondo musical.
Voz 1
¿Qué es eso que discutís mientras vais de camino?
Voz 2
Me gustan los verdaderos intercambios. Estoy cansado de trivialidades. Mis relatos son auténticos. Sé escuchar incluso cuando eso es doloroso. Me siento implicado en las experiencias de mi próximo.
Voz 1
Señor, te damos gracias por los beneficios de los medios de comunicación que nos has dado: Por el cara-a-cara, por el teléfono, por la radio, la televisión e internet. Señor, te damos gracias por todo lo que nos conecta y nos permite permanecer en contacto. Señor, te damos gracias por el Espíritu Santo.
Voz 2
Somos nuestras propias historias. Me propuse relatar experiencias que cambiaron vidas. (Se mencionan personas o se escuchan testimonios.)
Voz 1 y 2
De todo eso, nosotros somos testigos.
Todos
Pedimos por todos los que hablan de cosas sin importancia. Damos gracias por todos los que compartieron sus experiencias de curación, perdón y reconciliación. Alabamos a Dios por el poder transformante de su amor y nosotros pedimos para que un día la historia de Cristo y las nuestras no sean más que una.
ACCIÓN 3.
Se lleva un globo terráqueo (eventualmente se ilumina). Posibilidad de fondo musical.
Voz 1
“Seguramente tú eres el único en toda Jerusalén que no se ha enterado de lo que ha pasado allí estos días”.
Voz 2
En la actualidad, estoy informado de los desastres que tienen lugar al otro lado del mundo. Con todo, no soy consciente de las pruebas que sufren mis vecinos y no sé quien celebra fiesta muy cerca de aquí. Me siento extranjero en mi propio país.
Voz 1
A veces es necesario guardar silencio. Si observamos y escuchamos, encontraremos a Cristo en el otro. Si nos miramos, encontraremos a Cristo en nosotros mismos. Y si nos cuestionamos y aceptamos nuestra debilidad, el Espíritu Santo nos mostrará lo que Dios espera de nosotros.
Voz 2
Dios está presente en toda situación. Nadie le es extraño. Reconocí la obra de (Se mencionan personas o se escuchan testimonios.)
Voz 1 y 2
De todo eso, nosotros somos testigos.
Todos
Pedimos por todos los que viven situaciones trágicas. Damos gracias por los organismos internacionales de ayuda humanitaria, por los servicios urgentes y las personas que se sacrifican personalmente para ayudar a su próximos. Alabad a Dios, por el don y la fuerza de la oración —porque hay siempre algo que podemos hacer— por lo cual podemos orar.
ACCIÓN 4.
Se lleva el texto de un credo u otra profesión de fe (impreso en una bandera u otro soporte). Posibilidad de fondo musical.
Voz 1
¿Pues qué ha pasado?”
Voz 2
Mi fe es preciosa. Me enganché en los momentos más difíciles. No puedo imaginar vivir sin ella. Deseo transmitirla a los pequeños.
Voz 1
No podemos dejar esta responsabilidad a los otros. Estamos llamados a testimoniar nuestra fe. En todas las épocas, hombres y mujeres anunciaron la Palabra de Dios y la oscuridad cedió el paso a la luz.
Voz 2
Hoy nos acordamos de los que fueron inspiradores de nuestra fe: (Se mencionan personas o se escuchan testimonios.)
Voz 1 y 2
De todo eso, nosotros somos testigos.
Todos
Pedimos por todos los que guardan la fe en el mismo Cristo al precio del ridículo, de la persecución o la muerte. Damos gracias por los que nos influyeron. Y en silencio, damos gracias por todas las cosas de la fe que más valoramos. (silencio) Alabamos a Dios por su fidelidad que es eterna. (Amén).
ACCIÓN 5.
Se lleva una gran cruz o un crucifijo. Posibilidad de fondo musical.
Voz 1
“¿No tenía que sufrir el Mesías todo esto antes de ser glorificado?”
Voz 2
Vi la inhumanidad del hombre hacia el hombre en hombres, mujeres y en seres apenas salidos de la infancia. Vi sufrir personas que amo y no supe reducir el peso de su cruz. A veces, grito: ¿Por qué, Dios mío, por qué?
Voz 1
Hay muchos motivos de sufrimiento. La guerra, el terrorismo y la crueldad humana nos recuerdan que cada palabra, si lo queremos, pueden convertirse en realidad: pero tenemos necesidad del amor en el nombre de Cristo. No podemos hacer cesar el sufrimiento, la enfermedad, la muerte pero podemos comprender y participar en el dolor, en el amor.
Voz 2
La Cruz bañada en la sangre de Cristodio frutos abundantes de fidelidad, perdón y amor. Conozco esta cosecha (Se mencionan personas o se escuchan testimonios.)
Voz 1 y 2
De todo eso, nosotros somos testigos.
Todos
Pedimos por todos los que otros les hacen sufrir. Pedimos también por quienes causan estos sufrimientos. Damos gracias para los que expresan el amor en la acción y corren el riesgo de ir allá donde los ángeles mismos no se atreven a ir. Pedimos por los enfermos, por los que se ocupan de ellos y por los moribundos. Alabamos a Dios por la promesa que nos hizo: ni la muerte, ni la vida, ni nada podrá separarnos del amor de Dios. (Amén)
ACCIÓN 6.
Se lleva una Biblia. Posibilidad de fondo musical.
Voz 1
“¿No nos ardía ya el corazón cuando conversábamos con él por el camino?”
Voz 2
No leo la Biblia tan a menudo como debería. Pero he encontrado versículos y expresiones que me hacen vivir profundamente: esté solo o con otras personas, siento a veces, en los momentos más inesperados, que algo pasa,comprendo entonces estas palabras como nunca no lo había hecho antes. ¿Es esto lo que solemos llamar la “revelación”?
Voz 1
Dios revela su Palabra de muchas maneras. Es inútil buscar a toda costa una revelación:el Espíritu Santo nos abrirá los ojos y el espíritu cuando haya llegado el momento. Y los que Dios eligió como sus profetas nos permiten comprender nuestro tiempo, a la luz del pasado,y nos indican el camino de seguir para el futuro.
Voz 2
El amor está en el centro de la revelación. Sentí mi corazón arder apasionadamente. (Se mencionan personas o se escuchan testimonios.)
Voz 1 y 2
De todo eso, nosotros somos testigos.
Todos
Pedimos por todos los que tienen el corazón frío. Pedimos por los que piensan haber visto todo. Damos gracias por los profetas del pasado y los de hoy que han compartido con nosotros lo que Dios les reveló. Damos gracias por los que, por pasión de Cristo, aportaron la justicia y la libertad a los oprimidos. Alabamos a Dios por todas las personas que son para nosotros la revelación de su Palabra. (Amén)
ACCIÓN 7.
Se lleva un gran punto de interrogación dibujado sobre un cartel. Posibilidad de fondo musical.
Voz 1
“¿Por qué os asustáis y por qué dudáis tanto en vuestro interior?”
Voz 2
Yo envidio a los que no dudan nunca. Me gustaría tener sus certezas. Pero algunas cosas que me suceden a mí como a los otros hacen que me pregunte sobre tu poder, Señor. Y en cada entierro que participo es una invitación a recorrer de nuevo el camino de Emaús.
Voz 1
Moderar la duda requiere valor y confianza. Se debe estar preparado a moverse. La apatía, la inacción, la complacencia y el egocentrismo son todo lo contrario a la fe, pero no a la duda.Sigamos el camino de Cristo. Roguemos, alabemos a Dios y amemos al prójimo como a nosotros mismos. Porque pasando a la acción encontramos respuestas.
Voz 2
Sólo la fe nos hace vivir nuestros problemas. La fe me ha ayudado a superar de manera increíble algunas dificultades. (Se mencionan personas o se escuchan testimonios.)
Voz 1 y 2
De todo eso, nosotros somos testigos.
Todos
Pedimos por los que viven constantemente en el miedo. Pedimos por los que están paralizados por su sentimiento de inseguridad. Damos gracias por los que, gracias a la fuerza de su fe, sostienen y ayudan a los que están en la adversidad. Alabamos a Dios por el consuelo que Jesús nos da, ya que es dando testimonio y enfrentándose a los fantasmas que nos atormentan, nosotros descubrimos también que Cristo está vivo. (Amén)
ACCIÓN 8.
Se lleva un gran pan. Posibilidad de fondo musical.
Voz 1
“¿Tenéis aquí algo de comer?”
Voz 2
Tuve hambre. Me dio de comer. No puedo vivir solamente de pan. Pero tampoco puedo vivir sin pan.
Voz 1
Somos los guardianes del universo que Dios creó. Compartimos un mismo pan. Hay de todo en cantidad y para todo el mundo.Es suficiente aprender a acoger al otro. En la mesa cada uno tiene su lugar.
Voz 2
La hospitalidad crea un espacio en el que podemos dar respuesta a las necesidades de los otros. Vi gestos de acogida que cambiaron vidas. (Se mencionan personas o se escuchan testimonios.)
Voz 1 y 2
De todo eso, nosotros somos testigos.
Todos
Pedimos por los que viven en lugares no acogedores. Damos gracias por los que ofrecen su tiempo, sus talentos, sus recursos,que se dan para confirmar a Cristo en otros. Alabamos a Dios, la Cruz gloriosa de Cristo, e invitamos a todos los que se unen a Jesucristo a unirse para celebrar la fiesta de la vida a la cual nos invita. (Amén)
Bendición
Que Dios todopoderoso descanse en tus hombros y proteja cada uno de tus pasos. Que el Hijo de María habite en tu corazón y que el Espíritu Santo se derrame sobre ti.
Amén.