lunes, 14 de diciembre de 2009





Salmo XXIX.
Exhorta a todos los príncipes de la tierra a dar la gloria a Dios, que por tantas maravillas ha declarado y declara cada día su potencia. Profetiza se en este Salmo su virtud para con su Iglesia.
Salmo de David.
Al Señor Dios alabad,
Dad hijos de fuertes dad
Gloria y fortaleza a Dios.
Al Señor con alta voz
Dad la gloria de su nombre;
A Jehová, Dios de lumbre
Humilla os, en la gloria
De su santidad notoria.
La alta voz de Jehová
Sobre las aguas está:
Dios de gloria hace tronar,
Sobre aguas muchas se estar.
Voz de Dios es con potencia,
Con gloria y magnificencia
Voz que los cedros quebranta:
Cedros del Líbano arranca.
Como becerros saltar
Hizolos: y resaltar
Al Líbano y al Sirjon,
Así que unicornios aun.
Voz que corta llamas cierto.
Que hace temblar el desierto.
Desnudar las breñas harto
Y estar las siervas de parto.
Mientras en su Templo están
Todos los suyos, y dan
Al Señor gloria y honor
En el diluvio el Señor
Estaba, y eternalmente
Es Rey. A su pueblo y gente
Dará fuerza y corazones,
Y en toda paz bendiciones.

Salmo XXXVI.
Describe David el ingenio de los malos, declarando la fuente de toda su corrupción ser impiedad y ateismo. Engrandece la bondad de Dios, que por sus ocultos juicios los sufre y espera. Describe la esperanza de los píos en oposición del ateismo de los malos y pide que sean sustentados en fe.
Al Vencedor: del siervo de Jehová, de David.
En medio de mi corazón
El dicho de la rebelión
Del impío es ciertamente,
Acá no hay delante, oh horror,
De sus ojos ningún temor
De Dios Omnipotente.
Lisonjéale su maldad
Hasta que su iniquidad
Esté aborrecida.
Sus palabras con fraude son:
Para mas hacer bien algún
No quiso dar oída.
Maldad sobre su cama tal
Piensa, y no aborrece el mal,
Sobre vía es no buena.
Hasta los cielos tu bondad
Es ó Señor, y tu verdad
Hasta las nubes suena.
Tu justicia montes de Dios,
Tus juicios y justa voz
Un grandísimo abismo.
Al hombre oh potente Señor
Tú conservas por tu favor
Y al fiero animal mismo.
Cuan magnifica, oh Jehová.
Tu gran misericordia está,
Cuan ilustre y preciosa:
Por eso los hijos de Adán
De tus alas se abrigarán
En la sombra graciosa.
De tus bienes los hartarás,
Y del arroyo abrevarás
De tu gran mansedumbre.
Porque de la vida es en ti
El manadero, y lumbre así
Veremos en tu lumbre.
A los que te conocen pues
Extiende, oh perfecto Juez,
Tu gran misericordia:
Y a los rectos de corazón
Que en ti siempre esperando son
Tu Justicia y concordia.
No venga contra mí jamás
Pie de soberbia, y de impíos mas
No me mueva la mano.
Los malos allí cayeron,
Rempujados, estuvieron
Sin fuerza, oh Soberano.



No hay comentarios:

Publicar un comentario