martes, 29 de diciembre de 2009

TEOLOGÍA BÍBLICA PARA CRECIMIENTO ESPIRITUAL

De esta manera queremos llevar el mensaje de Paz, Amor y Salvación a toda Criatura. Y que conozcan un poquito de aquel que entregó su vida por ti y por nosotros. No dudes que nuestro Dios y Salvador te trajo hasta esta página, con algun propósito, para Dios no hay casualidades!! Da un paseo por estas páginas y encontrarás palabras de fe, amor, esperanza, crecimiento, restauración y transformación para tu vida.
Si luego de echar un vistazo a nuestra página decides contarle a otros lo que Dios te permitió vivir… entonces tú también compartirás (con nosotros) el triunfo en Cristo.
"Un alma que se salve es un alma menos que nuestro enemigo tiene" esta es nuestra ganancia, nuestro triunfo. Porque recordemos que la palabra afirma “que el león rugiente anda buscando a quien devorar”
Queremos ser de bendición para tu vida, por esto deseamos invitarte a que te hagas miembro de nuestra página; así podrás estar en contacto con nosotros, disfrutarás algunos de nuestros mensajes, videos y todo lo nuevo que Dios nos permite darle a cada uno de ustedes. No queremos que seas un visitante, queremos que te conviertas en un amigo. Para nuestra nueva iglesia que abriremos muy pronto y por lo tanto nuestro ministerio tu amistad es importante y no solo queremos restaurar tu vida sino que puedas extender tu familia espiritual.
Esperamos que de alguna manera esta página les sea de bendición y de enriquecimiento espiritual.
AGRADECEMOS SU VISITA, DISFRUTELA Y VUELVA PRONTO !!!
“La palabra declara que es hermoso estar los hermanos juntos en armonía”
Este es el día que el Señor ha hecho para ti… Hoy Dios quiere bendecirte, restaurarte y transformarte para que seas de bendición a otros. Es tu momento, ponte cómodo, descansa en




el Señor y permite que su bendición te alcance.


El gran Amor de Dios...
Todos los seres humanos tienen necesidad de ser amados. Desde el comienzo de su vida la criatura recién nacida tiene sed de amor y necesita de amor para desarrollarse. Para el ser humano, sea niño o adulto, amar y ser amado es casi tan necesario es casi tan necesario como respirar. Todo ser humano aspira a amar y a ser amado, trátese del amor filial, maternal, conyugal, de enamorados o de los amigos, todos deseamos amar porque sin amor no hay felicidad.Esto es así, porque el hombre está hecho a la imagen y semejanza de Dios, y sabemos que Dios es amor. Nuestra capacidad de amar y de responder al amor es un reflejo del amor de Dios. En cambio si tú eres uno de esos que carecen de amor, solo piensa que hay un ser que te ama con un amor infinito, que te creó por amor, te cuida por amor, y sigue tus pasos amorosamente. Que si te portas mal te corrige, porque te ama. Y que si lo dejas y le das la espalda, aun así te sigue amando y hará todo lo posible para que regreses a El. Ese ser es Dios, que por boca del profeta Jeremías te dice en Jeremías 31:3 - “Jehová se manifestó en mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado, por tanto, te prolongué mi misericordia.”No hay amor humano que pueda compararse con el amor de Dios. Hermanos nada nos puede separar del amor de Dios, ningún acto, ninguna persona, ninguna ofensa, ni aun nuestros más grandes pecados. En cambio nosotros sí podemos separarnos del amor de los beneficios que nos brinda su amor. Cuando estamos cerca de Él, el nos cubre con sus alas como las gallinas hacen con sus polluelos (salmo 91:4- “Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad”), pero si el polluelo rebelde se sale de la protección que le ofrecen las alas de su madre, se expone a las garras de los gavilanes que sobrevuelan el gallinero (Mateo 23:37- “Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados. ¡Cuantas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!) Algo semejante hace con frecuencia el hombre cuando desobedece a Dios. Se expone a los zarpazos y a las fauces del león rugiente que anda buscando a quien devorar. Ahí es que entonces comienzan los problemas, los conflictos, las dificultades que tienden a agobiarnos. Por eso Dios ordena a aquellos a quienes el ha recibido por hijos que permanezcan en su amor (Juan 15:9-10; “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado, permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”). Y ¿Como permanecemos en su amor? Él mismo contesta: Guardando sus mandamientos. Las situaciones difíciles que se nos presentan muchas veces, en los momentos cuando nos hemos alejamos de Dios, son una llamada de atención que Dios nos dirige para que recapacitemos y volvamos a él. En esas situaciones debemos orar sin cesar pero no dudando nada, ya que orar es hablar con Dios. Cuanto más le ores a Dios más hablarás con él. Cuánto más le hables, más le conocerás. Cuánto más le conozcas, más le amarás y más confianza tendrás con él. Hermanos su palabra dice que si te deleitas en él, él te dará lo que tu corazón desea (Salmo 37:4 - “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón”). Te concederá tus deseos más ocultos sin que tengas necesidad de pedírselo. ¿Cómo nos deleitamos en él? fácil hermanos: Amándole, Alabándole y Adorándole sin cesar. Toda nuestra vida debería ser un acto de amor continuo hacia Dios.


En donde encontraremos la fuente de nuestra seguridad??
Esa parece ser, mas que una pregunta, una inquietud importante hoy dia. Vivimos en tiempos en que la vision apolcaliptica, de alguna manera, se ha reforzado. La violencia escenifica todas las estratas de la vida comunitaria y por esas y muchas otras razones la convivencia y los programas de vida de la gran mayoria estan asentados sobre fundametos de dudas y inseguridad.
En Genesis 9: 1-15, encontramos la narracion biblica de la iniciativa de Dios de establecer un pacto con Noe y su descendencia revela la certeza y la esperanza de que el proyecto de Dios para la vida humana esta montado en cuidados.
Pueden nuestras comunidades reclamar "progreso" cuando la violencia domestica, los crimenes y venganzas sangrientas perfilan lo cotidiano????
Desde esa reflexion, tenemos el desafio de retomar y convertir en un estilo de vida la justicia y el bienestar, que significa vivir en un pacto personal y colectivo con Dios. Que se honre lo valioso de lo recibido por su mano. Vivir en pacto significa tambien una certeza de que Dios - por iniciativa propia- ha comprometido su honor, su disposicion de honrar su palabra que nos recuerda que no habra otra solucion <> contra la vida. En un hermoso mensaje metaforico el escritor biblico plantea la senal del arco iris como el recurso utilizado por Dios para recordar su pacto de vida.


Que es la Biblia???
La Biblia es el libro inspirado que contiene el mensaje de Dios para toda la Humanidad. Considerado tambien como una joya de la literatura universal. La palabra Biblia viene del griego plural biblon (libritos). La biblia es la coleccion de muchos libros, los cuales estan divididos en 2 partes : el antiguo testamento y el nuevo testamento. El antiguo testamento se compone de 39 libros divididos en 5 categorias: *Libros de la ley *Libros historicos *Libros poeticos y de sabiduria *Libros de profetas mayores *Libros de los profetas menores. El Nuevo Testamento se compone de 27 libros divididos en: *Evangelios *Historicos *Cartas Paulinas *Cartas Generales *Profeticos.
Sabía usted que...? "La palabra de Dios es viva y eficaz, y mas cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espiritu las coyunturas y los tuetanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazon". Hebreos 4:12 EL PUNTO no es creer en Dios... sino creerle a Dios !!! porque... "los demonios también creen, y tiemblan". Santiago 2:19
Si tienes alguna necesidad solo abrela y lee... ya veras como Dios te habla por medio de su palabra...


Antropología cultural

La antropología cultural o social es la rama de la antropología que se ocupa de la descripción y análisis de las culturas. Es una especialidad de la antropología general que basa su estudio en el conocimiento del hombre por medio de sus costumbres, relaciones parentales, estructuras políticas y económicas, urbanismo, medios de alimentación, salubridad, mitos, creencias y relaciones de los grupos humanos con el ecosistema.
La concepción dominante en
Occidente hasta el siglo XIX que distinguía a las civilizaciones dominantes de los estadios inferiores de desarrollo de la evolución cultural de las sociedades humanas: el estado de barbarie (bárbaros) y el de salvajismo (salvajes o indígenas, los pueblos periféricos o primitivos que se consideraba vivían en "estado de naturaleza" o mito del buen salvaje). Contra esta concepción dominante, la antropología cultural sostiene, siguiendo el paradigma del relativismo cultural, que buena parte de las experiencias y conceptos considerados naturales son en realidad construcciones culturales que comprenden las reglas según las cuales se clasifica la experiencia, se reproduce esta clasificación en sistemas simbólicos y se conserva y difunde esta clasificación.
Uno de los temas principales de la antropología cultural, por lo tanto, es la relación entre los rasgos universales de la naturaleza humana y la forma en que se plasma en
culturas distintas. El estudio de las razones de las diferencias culturales —motivadas por razones ambientales o históricas—, y de la organización de estas en sistemas globales ha ocupado también buena parte de los esfuerzos de la disciplina.
Los
hombres, como otro animales sociales, viven en grupos más o menos organizados, a los que se denominan sociedades. Los miembros de las sociedades humanas comparten siempre numerosos modos o estilos de comportamiento que, tomados en conjunto, constituyen su cultura. Un debate intelectual muy antiguo (que data de al menos la Ilustración) si cada sociedad humana posee su cultura propia, distinta en su integridad de cualquier otra sociedad, y si los conceptos de civilización y cultura son asimilables o no.
Teología Bíblica


A1 comenzar a reflexionar acerca de la visión cristiana del hombre y de los decretos de Dios que sustentan la existencia del hombre, sin duda nos encontramos en medio de un mundo perturbado. Vivimos en tiempos de cambios vertiginosos. Menos de veinte años después de una guerra que se supuso haber sido en defensa de la democracia, esta democracia se halla casi en todas partes en estado precario y la libertad va rápidamente camino a la total desaparición. ¿ Quién habría pensado, hace veinte años, que al cabo de un período de tiempo tan breve la libertad de expresión y la de prensa iban a estar completamente exterminadas en grandes sectores de Europa occidental? ¿Quién habría pensado que Europa se fuera a hundir tan pronto en unas tinieblas peores que las medievales ?
Norteamérica no ha sido una excepción en cuanto a tal decadencia. La libertad se ve amenazada, y se cierne sobre nosotros en un futuro próximo el espectro de la vorágine sin esperanza de un estado colectivista.
No cabe duda de que si consideramos al mundo como a un todo, nos vemos obligados a reconocer que los fundamentos de la libertad y la honestidad están sufriendo un deterioro progresivo y que los lentos logros de siglos son arrinconados temerariamente.
En una época como esta de cambios caleidoscópicos, ¿ existe algo que siga inmutable? Cuando tantas cosas han demostrado no merecer nuestra confianza, ¿hay algo en que podamos confiar?
Hay por lo menos un punto claro ? no podemos confiar en la Iglesia. La Iglesia visible, la Iglesia tal como existe en la actualidad sobre la tierra, ha caído demasiado a menudo en el error y el pecado.
No, no podemos acogernos a la Iglesia en nuestro desengaño con el mundo.
Pero entonces, ¿hay algo a que podamos acogernos ? ¿ Existe algo que permanezca inmutable cuando tantas cosas cambian ?
Para esta pregunta tengo una respuesta bien concreta. Se contiene en un versículo tomado de la profecía de Isaías: "Sécase la hierba, marchitase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre." Hay muchas cosas que cambian, pero hay una que no cambia. Es la Palabra del Dios vivo y verdadero. El mundo sufre decadencia, la Iglesia visible ha apostatado en forma considerable; pero cuando Dios habla podemos confiar en El, y su Palabra perdura para siempre con garantía absoluta.
¿ Dónde ha hablado Dios ? ¿ Dónde podemos encontrar la Palabra de Dios ? Traté de responder a esto en la primera parte de esta serie de charlas, que ha sido publicada con el título de La Fe Cristiana en el Mundo Moderno. Encontramos la Palabra de Dios en la Biblia. No decimos solamente que la Biblia contiene la Palabra de Dios; afirmamos que la Biblia es la Palabra de Dios. En una época de agitación y angustia, y en medio de las dudas y debilidades de nuestras vidas, podemos acogernos con confianza absoluta a ese Libro.
Cuando decimos que la Biblia es la Palabra de Dios, queremos significar en realidad algo muy concreto. Queremos decir que la Biblia es verdadera.
Queremos decir que los escritores de la Biblia, además de todos los requisitos providenciales que Poseyeron para su tarea, recibieron un impulso y asistencia inmediatos y sobrenaturales por parte del Espíritu de Dios, impulso y dirección que hicieron que se vieran libres de los errores que se encuentran en los otros libros. Como resultado de ello, este libro, la Biblia, es completamente verdadero en todo lo que dice acerca de cuestiones de hecho y tiene una autoridad absoluta en lo que ordena. Esta es la gran doctrina de la inspiración plenaria o total de la Sagrada Escritura.
Esta doctrina, al contrario de lo que a menudo se le ha imputado, no violenta la originalidad y personalidad del escritor bíblico ; y no quiere decir que se convirtieran en simples autómatas que no sabían qué hacían. Sí significa, en cambio, que la acción del Espíritu Santo en la inspiración fue sobrenatural. No fue una simple acción providencial de Dios, ni el simple empleo por parte de Dios de los recursos del universo que había creado ; fue una interferencia benévola y gratuita en el curso de la naturaleza por parte del poder inmediato de Dios.
Esta doctrina significa que la Biblia es obra de Dios y no del hombre. Otros libros dan la idea que aconsejan en cuanto a lo bueno y lo malo; este libro sólo aconseja acerca de lo bueno, o más bien da mandatos precisos que nos llegan con la plena autoridad del Dios soberano.
Esta serie de charlas que ahora comenzamos se basa en esta visión elevada de la Biblia. Trataré de examinar la Biblia con ustedes a fin de descubrir qué ha dicho Dios, no un simple hombre.
En esta presentación de lo que Dios nos ha dicho en la Biblia espero de verdad no carecer de sincera compasión por el hombre que no cree en lo que yo creo ; espero no carecer de simpatía por el que duda. Espero poderle mostrar a ese hombre en el curso de mis conversaciones que algunas de las objeciones contra las enseñanzas de la Biblia, moneda corriente entre nuestros contemporáneos, se basan en un malentendido de lo que la Biblia dice o en una falta de examen de pruebas importantes que confirman la verdad de la Biblia. Pero todo esto no debería confundir lo que trato de hacer. No intento presentarles lo que he descubierto por mí mismo ni tampoco ayudarles a descubrir cocas por ustedes mismos, sino que les pido que escuchen conmigo lo que Dios nos ha dicho en su Palabra.
En la serie de la que ésta que hoy iniciamos es continuación, ya comencé a hablarles acerca de lo que Dios nos ha dicho en su Palabra.
La revelación de Dios que se contiene en la Biblia, dijimos, no es la única revelación que Dios ha hecho. Dios se ha revelado por medio del universo que ha hecho. "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos." También se ha revelado Dios por medio de su voz en nosotros, la voz de la conciencia. "Cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley, son ley para sí mismos." La Biblia pone el sello de aprobación en lo que se puede llamar "religión natural."
Pero la revelación de Dios por medio de la naturaleza no es la única revelación que Dios ha dado. Además de ella ha dado una revelación que se llama "sobrenatural" por razón de su naturaleza superior.
Esta revelación sobrenatural se necesitaba por dos razones.
En primer lugar, la revelación de Dios por medio de la naturaleza se había ido ocultando a los ojos de los hombres por razón del pecado. Las maravillas del mundo de Dios hubieran debido hacer que los hombres adoraran y glorificaran al Creador, pero su necio corazón se entenebreció. La voz de la conciencia hubiera debido decides con claridad qué era bueno y qué era malo, pero la conciencia de los hombres se había insensibilizado como cauterizada. Por ello el hombre pecador necesitaba una confirmación nueva y clara de lo que la naturaleza y la conciencia decían.
En segundo lugar ?y esto es todavía más importante que lo advirtamos? el hombre como pecador necesitaba que se le revelaran acerca de Díos ciertas cocas de las que la naturaleza y la conciencia no ofrecían ni el más mínimo indicio. Necesitaba que se le revelara la gracia de Dios. El pecado no sólo lo había cegado sino también perdido. Se hallaba bajo su culpa y maldición. Se encontraba bajo su poder. Necesitaba que se le indicara la forma en que Dios lo había salvado. La naturaleza nada decía en cuanto a esto. El conocimiento de ello sólo le podía llegar al hombre pecador en una manera que fuera sobrenatural en el sentido más estricto.
¡Qué maravillosamente rica es la revelación sobrenatural que se encuentra en la Biblia! ¡Cuánto supera a la revelación de Dios por medio de la naturaleza! Toda la doctrina de la Trinidad, la aparición y obra del Señor Jesucristo, la aplicación de la obra de Cristo por medio del Espíritu Santo, la promesa gloriosa de un mundo venidero ? todo esto no se nos manifiesta por medio de la naturaleza ; se nos dice en la Biblia y en la Biblia únicamente. Se nos comunican con una revelación que no es natural sino sobrenatural.
En la serie anterior, comencé a hablarles acerca de esta revelación. Les expuse la gran doctrina bíblica del Dios trino. Hay un solo Dios, pero en tres personas ?Padre, Hijo y Espíritu Santo.
En la médula misma de esa presentación de la doctrina de la Trinidad en la Biblia, según vimos, está la enseñanza referente a la divinidad de Jesucristo.
Hace unos mil novecientos años, vivió en Palestina una persona llamada Jesús.
Acerca de El hay dos opiniones.
Unos lo consideran simplemente como un gran genio religioso, como el fundador de una de las grandes religiones mundiales, como hombre que no mezcló su propia persona con el evangelio, que no exigió que los hombres tuvieran ninguna idea especial acerca de El sino que sencillamente les proclamó a Dios el Padre, que no pidió que los hombres tuvieran fe en El sino sólo en Dios de la misma forma que él había tenido fe en ese Dios. Según los que tienen esta idea Jesús fue tan sólo un maestro y ejemplo, el que abrió para el género humano una senda nueva hasta Dios. Esta es la idea de los incrédulos.
Pero hay otra idea acerca de Jesús. Según ella, la persona conocida en la historia como Jesús de desde toda la eternidad. Era infinito, ? Dios eterno a inmutable. Por medio de E1 fue hecho este vasto universo. Vino a este mundo por su propia voluntad. Tomó nuestra naturaleza, y .nació como hombre a fin de poder redimir a su pueblo en la cruz. Cuando vivió en la tierra, se ofreció a los hombres como objeto de fe, y no les pidió que tuvieran tan sólo fe en Dios como la que él mismo tenía, sino creyeran en El. Hizo depender la salvación de la fe en El. Murió en la cruz como sacrificio para satisfacer a la justicia divina y reconciliarnos con Dios. Es Dios y hombre en dos naturalezas distintas y una sola persona, y esto para siempre. Volverá y lo veremos con nuestros propios ojos. Esta idea de Jesús es la de los cristianos.
Vimos que esta perspectiva cristiana de Jesús es la que enseña en la Biblia, y es la que Jesús mismo enseñó en cuanto a su persona.
¿Se presentó Jesús a sí mismo mientras estuvo en la tierra sólo como ejemplo para la fe de los hombres ? ¿ Dijo tan sólo : "Creed en Dios de la misma forma que yo creo en El? ¿Fue indiferente a lo que los hombres pensaran de El ?
Estos interrogantes son fáciles de contestar si tomamos el relato bíblico acerca de Jesús como un todo. El Jesús que se presenta en forma total en la Biblia es evidente que se ofreció a sí mismo a los hombres como objeto de fe, y que hizo de la fe en su persona algo esencial para conseguir la vida eterna.
Pero los incrédulos no aceptan la presentación completa de la Biblia acerca de Jesús. Bien, entonces, le diré al amigo incrédulo : "Aquí times un Nuevo Testamento. Tómalo y escoge el pasaje que quieras para demostrarme que lo forma de pensar acerca de Jesús es la adecuada. Sé que no lo gustan los pasajes que yo lo cito. Veamos, pues, qué dicen los pasajes que tú escoges."
En nuestra serie anterior de charlas vimos que cuando se invita al incrédulo a que escoja un pasaje, lo más probable es que recurra al Sermón del Monte. En él, dicen los incrédulos, tenemos a un Jesús no teológico, a un Jesús que dio mandatos elevadísimos y dio a entender que estos mandatos se podían obedecer fuera cual fuere la idea que los hombres tuvieran acerca de El. No cesan de decirnos esto. La teología, se nos dice, .no es lo importante, ni siquiera la teología que se ocupa de Jesucristo. Si, prosiguen, los hombres se decidieran tan sólo a hacer lo que Jesús dice en el Sermón de la Montaña, sería macho mejor que llegar a algunos acuerdos en cuanto a El o al significado de su muerte.
"Bien," le diré a ese amigo incrédulo, "tomemos sólo ese pasaje que has escogido, veamos sólo el Sermón de la Montaña, y examinemos si realmente presenta lo idea de Jesús, si en realidad nos presenta un Jesús que fuera tan sólo un maestro y ejemplo y que no pidió a los hombres que tuvieran ninguna idea específica elevada en cuanto a El.
Esto hicimos en nuestra última serie. Tomamos el Sermón de la Montaña pare examinarlo desde esa perspectiva. ¿Y qué descubrimos? ¿Descubrimos un Jesús que no identificó su persona con el evangelio que predicaba y que no se preocupó de lo que los hombres pensaran de El!
Respondimos en forma rotundamente negativa. Lo que describimos en el Sermón de la Montaña fue un Jesús que en la forma más sorprendente otorgaba las recompenses en el Reino de Dios, un Jesús que situó sus mandatos en completa paridad con los de Dios en el Antiguo Testamento, un Jesús que no dijo como los profetas, "Así dice el Señor," sino que dijo, "Mas Yo os digo," un Jesús que llamó bienaventurados a los que mantuvieran una determinada relación con Él ?"Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo" ? un Jesús que dijo de sí mismo que un día se sentaría en el mismo tribunal de Dios tiara determinar el destino final de las hombres de forma que a unos los enviaría al castigo eterno y a los otros a la vide perdurable.
No, en el Sermón de la Montaña no podemos hallar ningún indicio que nos permita eludir al Cristo del resto del Nuevo Testamento. No hallamos en dicho pasaje ?por favorito que sea de los incrédulos? ningún Jesús simplemente humano que se mostrara indiferente a lo que los hombres pensaran de E1 y que les pidiera tan sólo que lo tomaran como ejemplo suyo que siguieran sus pisadas en la senda hacia Dios. Encontramos en ese pasaje al igual que en cualquier otro pasaje a un Cristo y a uno solo ? el Cristo que fue verdadero hombre y verdadero Dios.
Si, por otra parte encontráramos de hecho en el Nuevo Testamento el Cristo que algunos buscan, un simple líder y ejemplo, un simple descubridor de la senda que conduce hasta Dios, ¿qué bien haría este Cristo a nuestras almas ? ¿ Qué bien produciría un simple guía y ejemplo a quienes, como nosotros, estamos muertos en nuestras transgresiones y pecados y nos hallamos bajo la justa ira y maldición de Dios ?
Recuerdo que hace unos cuantos años dirigí la palabra a una asamblea que se reunió en Philadelphia pare estudiar el tema "La Responsabilidad de la Iglesia en esta Nueva Era." Uno de los oradores, que no era cristiano ?quiero decir que ni siquiera se profesaba cristiano? dijo unas cuantas cosas muy agradables en cuanto a Jesús. Pero el punto culminante de su perorata fue la cite de las palabras de Jesús tomadas del Antiguo Testamento referentes al error de Dios y del prójimo: "Amarás al Señor lo Dios con todo lo corazón, y con toda lo alma, y con toda lo mente, y amarás a lo prójimo como a ti mismo."
"¿Acaso esto, que no es ningún dogma, no es suficiente pare cualquiera?" dijo el orador.
Desde luego que lo es un dogma o doctrina, sino un mandamiento. ¿Pero tuvo razón el orador en pretender que es suficiente para cualquiera; y si tuvo razón en esto, por qué los cristianos insistimos en agregarle doctrinas entre las que figura la de la divinidad de Cristo? ¿Por qué ,no nos contentamos con decir, "Amarás al Señor lo Dios, y amarás al prójimo como a tí mismo"? ¿ Acaso no es suficiente para cualquiera ?
¿Cuál es la respuesta desde el punto de vista cristiano ? Es muy sencilla. Sí, no cabe duda de que el gran mandamiento doble de Jesús, "Amarás al Señor lo Dios con todo lo corazón, y con toda lo alma, y con toda lo mente, y amarás al prójimo como a ti mismo" es más que suficiente para cualquiera. Ah, pero el caso es amigos, que es demasiado. Ahí está el problema. Esta es la única razón de por qué somos cristianos. Este mandamiento estupendo de Jesús es demasiado riguroso ; es tan riguroso que no hemos acertado a cumplirlo. Si hubiéramos amado a Dios y a nuestro prójimo, en la forma elevadísima que requirió Jesús, todo habría estado bien; nada aparte de esto habríamos necesitado ; no habríamos necesitado ninguna doctrina de la Cruz de Cristo porque no habríamos necesitado ninguna cruz de Cristo ; no habríamos necesitado ninguna doctrina de la persona de Cristo ?Dios y hombre en dos naturalezas distintas y una sola persona? porque no habría habido necesidad de que Cristo se hiciera hombre. Hubiéramos sido justos, y no se hubiera necesitado un Salvador.
Pero el hecho es que somos pecadores. Esta es la razón de que necesitemos algo más que un maestro, que un ejemplo, que un legislador. Por esto necesitamos lo que los incrédulos desprecian por considerarlo simple doctrina pero que nosotros preferimos llamar el evangelio. Por esto nos aferramos con toda nuestra alma a las grandes doctrinas bíblicas de la persona y obra de Jesucristo.
Supongan que yo hubiera escuchado a Jesús sólo como a gran ejemplo y legislador. Supongan que yo hubiera oído que decía, "Amarás al Señor lo Dios y al prójimo como a tí mismo"; supongan que lo hubiera oído decir, en el Sermón de la Montaña, "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios." ¿ Qué podría decirle entonces ? Le diría : "Te doy las gracias, Jesús ; esto es lo que necesitaba saber; estoy tan feliz de saber que si amo a Dios y a mi prójimo y soy limpio de corazón todo irá bien y entrar é en el Reino de Dios."
Amigos míos, lo cierto es que no sé qué diría, aunque desde luego no sería nada parecido a esto. Sólo podría decir, después de escuchar los mandamientos de Jesús : "Ay, estoy perdido ; no he amado a Dios ni al prójimo; no he sido limpio de corazón; soy pecador; Jesús, ¿no tienes nada, aparte de tus exigentes mandamientos, para decirme ?
Cuando me llego a Jesús de este modo como pecador, confesándole que no he obedecido sus mandamientos y que no tengo nada que ofrecerle sino que soy completamente indigno y desvalido, ¿ tiene algo que decirme ? Se limita a decir : "Ya has oído mis rigurosos mandamientos ; esto es todo lo que tengo que decirte ; este es todo el evangelio que tengo para ofrecerte ; esta es toda la doctrina que necesitas."
No, gracias a Dios, esto no es todo lo que tiene par darme ese frío consuelo de un mandamiento que no he cumplido ni puedo cumplir. Me da algo más que esto. Se me da a sí mismo. Se me ofrece a sí mismo en la Biblia como mi Salvador que murió por mí en la cruz y que ahora vive como aquel en quien puedo confiar. Se me ofrece a sí mismo en las grandes doctrines de su persona y obra. Si hubiera sido distinto, no habría podido salvarme y yo no podría confiar en él pare que me salve. Pero como es el mismo Dios, me pudo salvar y me salvó y el Espíritu Santo me ha unido a El por medio de la fe.
¿Lo ven, amigos? Esta es la razón de que el cristiano insista en la doctrine de la divinidad de Cristo. No la considera como algo puramente académico, sino que recurre a ella como náufrago que se aferra a la tabla que lo puede salvar de ahogarse. Ningún Cristo inferior al del Evangelio podía salvarnos ; este Cristo solo pudo salvarnos de la muerte eterna.
Desde esta perspectiva vamos a enfocar lo que esperamos exponer en las charlas siguientes. La doctrine presentada en la Biblia no es pare nosotros un asunto de interés curioso ; no es algo pare ser relegado a los seminarios o aulas. Es un asunto de importancia trascendental ; es un asunto de vide o muerte. Nos hallamos al borde de la eternidad. Somos pecadores. Merecemos la ira y maldición de Dios. Nuestra esperanza radica sólo en lo que Dios nos ha dicho en su Palabra. Escuchémosla mientras tenemos tiempo.



LA IMAGEN DE DIOS EN EL HOMBRE


En la última charla hablamos acerca del alma del hombre. Dios creó al hombre con un cuerpo, decimos, pero también lo creó con un alma.
Creo que deberíamos sostener no sólo que el hombre tiene alma, sino que es importante que sepa que tiene alma.
Muchas personas parecen pensar que esto no tiene importancia especial. Estudiemos la conducta de la gente, dicen; clasifiquemos las observaciones; y luego tratemos de conseguir que la gente se forme tales hábitos que su conducta sea tal que contribuya al bienestar de la raza. Este, dicen dichas personas, es el método científico genuino. En el mismo debe evitarse a toda costa toda introspección, todas las preguntas que el hombre se quiera hacer acerca de su propia vida íntima, el hablar acerca de la existencia del alma, y cosas semejantes. Basta considerar la conducta humana, estudiarla tal como es, y dejar las cuestiones metafísicas o filosóficas acerca del alma o de Dios completamente de lado.
Tal es su método. Lo extraño es que algunos que, supongo, creen . en la existencia del alma y de Dios parecen pensar que se puede seguir con toda confianza dicho método. ¿Por qué no aceptar los estudios psicológicos que no creen ni en el alma ni en Dios, y luego emplearlos para propagar una filosofía y teología del todo diferente del escepticismo. que ellos profesan? ¿Por qué el cristiano no va a poder considerar las investigaciones de estos psicólogos como adecuadas en su limitada esfera ?
Esta forma de razonar es muy precaria. De hecho, no se puede separar una esfera de conocimiento de otra en compartimientos como ése . No, la idea que alguien time acerca del alma y de Dios afectará la interpretación que le dé a los fenómenos de la conducta humana; y, por otra parte, al observar desde una perspectiva falsa o limitada los fenómenos de la conducta humana afectará la idea que alguien tenga acerca de la existencia del alma y de la existencia de Dios.
Creo, pues, que es no sólo importante que tenga alma, sino que es importante también que sepa que la tengo.
¿Qué significa, entonces, decir que tengo alma?; Qué quiere decir la Biblia cuando afirma que tengo alma ?
Ante todo quiere decir lo que les expuse en la charla anterior. Quiere decir que los materialistas están equivocados, y que, contrariamente a lo que ellos piensan, la mente o conciencia es algo diferente del cerebro.
Pero también quiere decir algo más que eso. Quiere decir no sólo que el hombre time mente o conciencia, sino también que esa mente o conciencia es una unidad. No es una simple fuente de conciencia, sino la conciencia de una persona. No es tan sólo que dentro de mí se da el pensamiento, sino que yo pienso. Fui yo hace machos años, y es el mismo yo en la actualidad, y será el mismo yo toda la eternidad. Esto quiere decir la Biblia cuando me dice que tengo alma:
Es algo muy aterrador este terrible aislamiento del alma individual. Los teólogos y filósofos lo han expresado en muchas obras eruditas; y también lo expresa el clamor del corazón humano. Se manifiesta, por ejemplo, en las palabras de una canción negra que me gusta macho. ¿La han escuchado alguna vez con ánimo alegre como si fuera algo divertido? Bien, si la han escuchado alguna vez así, me parece que dirán que aunque quisieron reír salieron orando. Recuerdo a mi madre que solía hablar de la solemnidad con que la canción proclama la soledad del alma en la presencia de Dios. "No es mi padre," dice la canción aunque no recuerdo con exactitud las palabras. "no es mi madre, no es mi hermano; soy yo, Señor, que necesito oración."
Ahí tenemos el clamor del alma humana, en su espantosa separación de todo lo demás, en la terrible soledad de su existencia como alma indivisible a inmortal.
Esa soledad y esa naturaleza indivisible del alma son propias de todos los hombres, cualquiera que sea su condición. Es una de las cosas que más nos constituye como hombres. Así fuimos hechos en la creación de una vez por todas. Ni siquiera el pecado lo destruye, aunque el pecado hace que ya no sea una bendición sino un horror y maldición indescriptibles.
Esto, en breve síntesis, es lo que la Biblia quiere decir cuando afirma que el hombre time alma.
A estas alturas se nos hace necesario detenernos por unos momentos en una cuestión subsidiaria, a fin de que la enseñanza de la Biblia respecto a la naturaleza del hombre aparezca en toda su sencillez.
Hemos dicho que según la Biblia el hombre time cuerpo y alma. Pero machos que leen 1a Biblia ? y algunos no sólo eruditos sino incluso lectores piadosos ? nos han dicho que esto no es todo lo que enseña la Biblia. No, dicen, el hombre según la Biblia está compuesto de cuerpo, alma y espíritu. Defienden, pues, una división no bipartita sino tripartita de la naturaleza del hombre.
Quienes tienen esta idea difieren, claro está, algo en cuanto a lo que constituye la diferencia entre lo que llaman el alma y lo que llaman el espíritu. Algunos consideran al "alma," como simplemente el principio de la vida animal ? el principio de vida que el hombre comparte con los animales inferiores. Pero me inclino a pensar que en la forma más popular de esta teoría se considera que el "alma" comprende las facultades del hombre incluyendo las del intelecto, sentir y voluntad, que son facultades específicamente humanas, pero no comprende una parte todavía irás elevada de la naturaleza del hombre por la que entra en comunión con Dios.
¿Es correcta o incorrecta esta teoría? ¿Enseña realmente la Biblia que el espíritu del hombre ha de distinguir se del alma, o bien enseña que el alma y el espíritu del hombre son exactamente la misma cosa, pero con dos nombres distintos ?
Creo que la respuesta a este interrogante se encuentra con especial claridad en un gran pasaje de la Biblia, el pasaje que se encuentra en el segundo capítulo de la Primera Carta a les Corintios y en el comienzo del tercero.
En ese pasaje Pablo distingue varias veces alma y espíritu, y distingue al hombre a quien caracteriza el "alma" del hombre a quien caracteriza el "espíritu." "Pero el hombre natural," dice, "no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie." Acabo de citar 1 Co. 2:14s. Esta traducción, como veremos en unos momentos, es excelente, muy adecuada al texto original. Pero lo que el texto griego dice en lugar de "hombre natural" es "hombre anímico" ? adjetivo que no resulta apropiado en este caso.
Pero si la Biblia contrasta el "hombre anímico" o el "hombre?alma" con el "hombre?espíritu" en este pasaje, ¿no será esto un ejemplo muy claro de la división tripartita de la naturaleza del hombre, la división no sólo en cuerpo y alma, sino en cuerpo, alma .y espíritu? ¿No distingue este pasaje con toda claridad al espíritu del hombre del alma del hombre ?
La respuesta es un "no" rotundo. Por el contrario, este pasaje se opone bien claramente a la división tripartita de la naturaleza del hombre en cuerpo, alma y espíritu, y sugiere la división doble en cuerpo y alma. El hecho es que la palabra "espíritu" en el adjetivo "espiritual" que se emplea en la expresión "hombre espiritual" no se refiere al espíritu del hombre, sino al Espíritu de Dios. No veo cómo podría decirse más claramente que lo que el pasaje lo dice. "Porque, ¿quien de los hombres sabe las cosas del hombre," dice el pasaje en el versículo once, "sino el espíritu del hombre que está en él? Así también nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.'' Luego el pasaje sigue hablando acerca del hombre que conoce las cosas de Dios porque el Espíritu de Dios está en él.
¿Qué, pues, quiere decir "hombre?espíritu" u "hombre espiritual" en contraposición a "hombrealma"? Está más claro que la luz del día. El "hombre?alma" es el hombre que tiene sólo el alma humane, y el "hombre espiritual" es el hombre que, además del alma humane, time al Espíritu Santo, al Espíritu de Dios.
Qué completamente erróneo es entonces decir que el hombre "espiritual" es el hombre que ha desarrollado un aspecto o parte más elevado de su propia naturaleza, llamado "espíritu" en contraposición al "alma"! No, el hombre "espiritual" es el hombre que ha sido transformado por el Espíritu Santo, por el Espíritu de Dios, la Tercera Persona de la Trinidad, y el "hombre?alma" es el que time alma pero no transformada de este modo. La clave de este pasaje, como de otros pasajes de las Cartas de Pablo, la hallamos si pensamos en la palabra "Espíritu" del adjetivo "espiritual" escrita en mayúscula porque se refiere no al espíritu del hombre sino al Espíritu de Dios.
Muy diferente es el use de la palabra "espiritual" en la terminología religiosa moderna. Casi he llegado a odiar esa palabra, de tan mal que se emplea. Se utilice constantemente para designar al hombre religioso, al hombre que se supone ha desarrollado una así llamada capacidad religiosa peculiar en su naturaleza en contraposición a otras facultades. Así a veces se dice de algún no creyente que ocupa el púlpito, si se objeta que su predicación no está de acuerdo con la Palabra de Dios : "¡Oh, pero es tan espiritual!" Quieren decir, imagino, que no se interesa por el dinero ni por lo necesario pare comer, sino que se preocupa sólo por lo referente al espíritu humano. Esto está realmente muy lejos del sentido bíblico de la palabra. En el sentido bíblico, el hombre espiritual es el que ha sido engendrado de nuevo, y que no tiene sólo una parte de la naturaleza sino toda ella transformada por la acción sobrenatural del Espíritu de Dios.
Creo, pues, que la división tripartita del hombre en cuerpo, alma y espíritu no está de acuerdo con el significado genuino de ese gran pasaje de los capítulos segundo y tercero de lo a los Corintios. Pero ¿no hay otros pasajes de la Biblia que parecen favorecer esa división tripartita?
Me parece que el único pasaje al que se puede recurrir con una cierta verosimilitud de que sugiere dicha división se halla en 1 Ts. 5:23, en el que Pablo pide que el espíritu, alma y cuerpo de sus lectores se mantengan íntegros y sin tacha cuando aparezca nuestro Señor Jesucristo. Pero sin dude que el pasaje no se puede utilizar pare desbancar la clara enseñanza de las demás cartas de Pablo y el recto de la Biblia. Parece claro que Pablo no hace más que usar una expresión más plena pare indicar la esperanza que time de que el ser todo de los tesalonicenses se mantenga de tal modo que se puedan presentar irreprochables cuando Cristo venga por segunda vez. Acumula palabras pare expresar una idea. Creo que podemos afirmar que si hubiera habido otras palabras además de "alma" y "espíritu" pare expresar esa idea, las hubiera empleado también.
Deberíamos rechazar con firmeza, por tanto, la idea de que la naturaleza del hombre según la Biblia se divide en cuerpo, alma y espíritu. Cuanto más reflexiono acerca de ello, tanto más me convenzo de que la idea de una naturaleza tripartita del hombre es un error grave. Es un error que muchos cristianos sinceros han defendido, y ha sido defendido con erudición y reverencia; y con todo sigue siendo un error grave.
Conduce a lo que se podría llamar idea de la presencia de Dios que llena una "habitación desocupada" en ,el hombre redimido ? a la noción de que antes de que el hombre se haga cristiano tiene la naturaleza en orden a excepción de una habitación que tiene vacía, la habitación que debería ser templo de Dios. Conduce, en otras palabras, a la noción de que lo que sucede cuando alguien se hace cristiano es simplemente que una parte de la naturaleza humana, la parte "espiritual", una parte antes descuidada, se desarrolla y se le da el lugar que debería siempre tener en la vida humana.
Esta idea ,no hace justicia a las enseñanzas de la Biblia. El verdadero estado de la naturaleza humana después de la caída del hombre no es que una parte de la misma ha quedado aislada o pueda alcanzar un crecimiento raquítico, sino que toda ella está corrompida. Lo que ocurre cuando alguien se convierte a la fe cristiana no es que Dios es entronizado en una parte de la naturaleza humana que antes se hallaba como una habitación vacía, sino que todo el hombre, corrupto antes por causa del pecado, es transformado por el poder regenerador del Espíritu de Dios.
Creo, pues, que deberíamos tener bien clara la idea de que la Biblia no distingue al espíritu humano del alma humana. No se puede dudar de que estas dos palabras designan lo mismo de dos maneras diferentes, y sería interesante estudiar la diferencia entre ellas; pero lo que importa observar es que designan la misma cosa. Son simplemente dos palabras diferentes para designar lo que en castellano llamamos ya alma del hombre ya espíritu del hombre, y que, a fin de evitar confusiones, de ahora en adelante llamaremos alma humana.
¿Qué hemos hecho en esta exposición ? ¿Nos hemos dedicado a sutilezas que nos han desviado de la sencillez de la Biblia? Por el contrario, creo que hemos eliminado las sutilezas con que la interpretación de la Biblia se ha visto a veces rodeada, a fin de volver a la verdadera sencillez de la Palabra de Dios, La Biblia ofrece una idea muy sencilla de la naturaleza del hombre. El hombre, según la Biblia, tiene cuerpo y también alma.
Creo que deberíamos volver a esa enseñanza simple de la Biblia.
Cuando volvemos a ella, estamos en condiciones de pensar en sus implicaciones. No distraídos ya más con ningún intento de distinguir el alma del hombre del espíritu del hombre, podemos pasar a contemplar el gran misterio que la Biblia designa con esas dos palabras.
Ese misterio lo proclama la Biblia cuando nos dice que Dios hizo al hombre a imagen suya. "Y creó Dios al hombre a su imagen," dice la Biblia, "a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó."
La "imagen de Dios" no se puede referir al cuerpo del hombre porque Dios es espíritu; se debe referir por tanto al alma del hombre. El alma del hombre ha sido hecha a imagen o semejanza de Dios.
Pero ¿qué hubo en el alma del hombre, cuando fue creado, que fuera semejante a Dios? Un elemento importante en esa semejanza ya ha sido mencionado. Dios es persona, o, mejor, tres personas en un solo Dios y el hombre es persona . En esto el hombre es semejante a Dios.
¡Qué misterio tan estupendo es esto! Aquí tenemos al hombre, criatura finita, salido de la mano creadora de Dios, y que anda por la tierra con un cuerpo hecho del polvo de la tierra. Y con todo, este ser, tan insignificante como pueda parecer a primera vista, posee el don extraño yterrible de la libertad personal, y es capaz de gozar una relación personal con el Dios infinito y eterno. Esto quiere sin duda decir la Biblia cuando afirma que Dios creó al hombre a su imagen.
¿Pero significa sólo esto?
Algunos así lo han afirmado. Han dicho que la imagen de Dios en el hombre significa no que el hombre fue creado en modo alguno como persona igual a la de Dios, sino simple y solamente que es persona. No implica, dicen tales personas, ninguna semejanza moral entre el hombre como creado y Dios.
Los que esto afirman se dividen en dos clases.
En primer lugar, hay quienes han dicho que el hombre antes de caer en el pecada era un ser neutral respecto al bien y al mal. Era hombre, y esto era todo. No era ni bueno ni malo, y a él le correspondió decidir ser bueno o malo. Nada había decidido entre el bien y el mal. Si hubiera decidido algo bueno se hubiera vuelto bueno y si hubiera decidido algo malo, malo; pero tal como Dios lo creó no era ni una cosa ni otra. Era como Dios simplemente porque tenía libertad personal; y la libertad personal, y no la bondad, es lo que la Biblia quiere decir con imagen de Dios.
Esta opinión implica un error mortífero. Implica el error mortal en cuanto que considera la voluntad del hombre como algo que oscila en una especie de vacío que no se puede llamar ni bueno ni malo porque la persona lo sea. La Biblia no contiene tal idea. La Biblia dice : "De la abundancia del corazón habla la boca," y: "No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos." Según la Biblia las acciones buenas proceden de la persona buena y las acciones malas de la persona mala; según la Biblia, la bondad y la maldad no es algo que simplemente pertenece a acciones conscientes individuales sino que también pertenece a algo que es mucho más hondo que las acciones individuales. Si somos fieles a la Biblia, no podemos en modo alguno hablar de alguien que no es ni bueno ni malo; no podemos hablar de alguien que es moralmente neutral, cuya calidad moral depende sólo de acciones futuras suyas, que es buena sólo en cuanto cada una de sus acciones concretas lo son y malo sólo en cuanto son malas. Deberíamos descartar en forma total toda esa idea.
Otros teólogos han sostenido una idea parecida a la que acabamos de exponer, pero se han esforzado en evitar algunas de las implicaciones más obvias que contiene.
Dicen que el hombre fue creado moralmente neutral. Con esto afirman algo muy semejante a la idea que acabamos de exponer. La imagen de Dios según la cual dice la Biblia que el hombre fue creado significa, dicen estos teólogos, sólo libertad personal, no bondad. Pero luego, prosiguen, Dios dio de una vez a1 hombre ? aparte de la creación ? un don sobrenatural de bondad, que fue necesario para asegurar la armonía en sus apetitos. Cuando el hombre cayó al pecar contra Dios, lo que sucedió fue simplemente que ese don sobrenatural y agregado de la bondad se perdió, pero la imagen de Dios, que consistía tan sólo en la naturaleza del hombre como persona libre, permaneció intacta.
Esta idea también es completamente errónea. Implica una visión muy superficial del pecado, y es del todo opuesta a la enseñanza de la Palabra de Dios.
No, cuando la Biblia nos dice que el hombre fue creado a imagen de Dios, quiere decir algo más de que el hombre recibió libertad personal.
Esta libertad es, desde luego, un elemento necesario en lo que la Biblia quiere decir por imagen de Dios; pero no es todo lo que la Biblia quiere decir. La Biblia quiere decir también que el hombre fue creado como semejante a Dios en cuanto que era bueno. No fue creado moralmente neutral ? en realidad la noción misma de una persona moralmente neutra es una monstruosidad ? sino que su naturaleza fue positivamente dirigida hacia lo bueno y opuesta a lo malo. La bondad no fue algo accidental, algo que le fue dado después de haber sido creado; sino que fue algo que formó parte de su naturaleza en el mismo acto creador de la mano de Dios. Acerca del hombre al igual que acerca del resto de la creación la Biblia dice : "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera."
Con todo el hombre cayó. ¡ Qué caída tan grande fue! No fue simplemente la pérdida de un don que no formaba parte del ser original del hombre, sino que fue la pérdida de algo que desde el principio perteneció a la imagen misma de Dios en el hombre. ¡Qué tristemente desfigurada quedó la imagen de Dios! De esto hablaremos en la charla siguiente.


¿QUÉ ES EL PECADO?


Llegamos ahora a una pregunta muy importante ? "¿Qué es el pecado?" Hemos hablado del primer pecado del hombre. Ahora preguntamos qué es en el fondo el pecado.
Las respuestas a esta pregunta han sido muy diferentes, así como son diferentes las ideas acerca del mundo, de Dios y de la vida humana.
La verdadera respuesta hay que buscarla, coma veremos, en la Biblia; pero antes de ofrecerles esa respuesta verdadera, quiero hablarles acerca de un par de respuestas erróneas, a fin de que por contraste con las mismas la verdadera respuesta se pueda entender con mayor claridad.
En primer lugar, muchos tienen una noción del pecado que le quita al mismo su carácter distintivo, o, mejor, muchos simplemente niegan la existencia de nada que se pueda llamar propiamente pecado.
Según una forma de pensar muy común entre los incrédulos de nuestros tiempos, lo que solemos llamar moralidad no es más que la experiencia acumulada de la humanidad en cuanto a la clase de conducta que conduce a la preservación y bienestar de la raza. Las tribus en las que el hombre buscaba su propio placer sin tener en cuenta el bien de los demás, fracasaron, se dice, en la lucha por sobrevivir, mientras que las que frenaban los impulsos de sus miembros para el bien común prosperaron y se multiplicaron. Por un proceso de selección natural, por tanto, según esta teoría, ' fue convirtiéndose en algo indiscutible que entre los grupos humanos los que cultivaban la solidaridad eran los que sobrevivían.
En el curso de los tiempos ? sostiene la teoría ? el origen más bien vil de estos frenos sociales ? se perdió completamente de vista, y se pensó' que se basaban en algo peculiar que vino a llamarse moralidad o virtud. Sólo en tiempos recientes se ha llegado a descubrir la identidad entre lo que llamamos "moralidad" y el interés propio de la sociedad.
Esta teoría es muy común. Según la misma "pecado" no es sino una manera de calificar ? y por cierto muy desacertada ? a la conducta antisocial.
¿Qué se puede decir de esa noción de pecado desde el punto de vista cristiano? La respuesta es sin duda muy sencilla. La debemos rechazar en forma absoluta. "Contra tí, contra tí solo he pecado," dice el salmista. Esa es la entraña misma de la Biblia desde el principio hasta el fin. El pecado, según la Biblia, no es sólo una conducta contraria a la experiencia acumulada de la raza; no es sólo conducta antisocial. Es ante todo una ofensa contra Dios.
Igualmente destructora de la idea verdadera de pecado es el error de los que dicen que el fin de toda la conducta humana es, o (como algunos dicen) debería ser, el placer.
A veces el placer que se considera como el objetivo que hay que presentar al hombre es el placer del individuo ? placer refinado y del todo respetable sin duda, pero al fin y al cabo placer. Esta teoría ha producido a veces vidas superficialmente dignas. Pero incluso una dignidad superficial así no puede durar mucho, y el carácter degradante de la filosofía que forma su base ha de salir a flote tarde o temprano. Además esa filosofía nunca puede incorporar ninguna noción que con alguna propiedad se pueda llamar una noción genuina de pecado.
A veces, es cierto, el placer que se dice constituir la meta de la conducta humana se considera ser el placer, o (para emplear una palabra de más categoría) la felicidad, no del individuo sino de la raza. Según esa teoría, el altruismo ? a saber, la consideración por la felicidad mayor del mayor número posible ? se considera ser la síntesis de la moralidad.
Una simple reflexión nos hará ver lo extendida a influyente que es tal teoría. Examinemos, por ejemplo, algunos de los sistemas para educación del carácter que se han presentado para utilizarlos en las escuelas, públicas o en otras instituciones. ¿A qué equivalen? Me temo que vienen a ser un recurrir a la experiencia humana como base de la moralidad. Esta es la clase de conducta,* dicen de hecho, que funciona bien; es, pues, la clase de conducta que los buenos ciudadanos deberían observar.
¿Qué deberla decir el cristiano de semejantes sistemas de la llamada educación del carácter? Me parece que debería oponerse a ellos con todas sus fuerzas. En lugar de formar el carácter a la larga, lo socavan, porque ponen a la experiencia humana como base de la moralidad en lugar de poner a la ley de Dios.
Lo que muchas veces proponen en detalle es, en realidad, lo que el cristiano también propondría. Cierto que la noción de que la mayor felicidad del mayor número posible es lo que debería proponérsenos como objetivo produce muchas normas de conducta que coinciden con lo que el cristiano, por razones distintas, propone. Es obvio que el homicidio y el robo no son conducentes a la mayor felicidad del mayor número posible, y también es obvio que son contrarios a las normas cristianas. Así pues, el cristiano y el no cristiano, aunque por razones diferentes, coinciden en decirle a las personas que no cometan crímenes.
Sin embargo, la diferencia entre la moralidad cristiana y la del mundo es muy importante.
Ante todo, existe diferencia incluso en detalles. Si bien en muchas cosas la moralidad que proponen los modernos utilitaristas, basadas en sus principios de que la norma de moralidad ha de buscarse en la experiencia de la raza, coincide en muchos detalles con la que proponen los cristianos, con todo hay casos en que la diferencia en principios se manifieste en diferencias en detalle.
Hemos visto, por ejemplo, en tiempos recientes que los periódicos han discutido mucho el tema de ? la "eutanasia." Ciertos médicos dicen con toda franqueza que creen que a los inválidos desahuciados, que nunca pueden volver a valerse por sí mismos ni podrán ser de servicio para nadie, se les debería facilitar una muerte sin dolor. ¿Tienen razón?
Bien, me atrevo a decir que basados en una ética utilitarista se podría defender ese punto de vista.
No estoy muy seguro ? permítaseme decirlo de paso ? de que ni siquiera basados en esos principios se pueda defender tal cosa. Es algo muy peligroso eso de dejar que los expertos decidan de qué personas "se puede prescindir." Por mi parte, no creo en la infalibilidad de los expertos, y creo que la tiranía de los expertos es la peor y más peligrosa de las tiranías que se pueda imaginar.
Pero. con todo, esto no es ir a la raíz del problema. La raíz de todo es que los que defienden la eutanasia se basan en un fundamento completamente distinto del de los cristianos. Arguyen a base de lo que es útil ? lo que produce felicidad y ahorra dolor a los hombres. E1 cristiano _ arguye basado en un mandamiento divino concreto. "No matarás," zanja la cuestión para el cristiano. Desde el punto de vista cristiano el médico que ayuda a morir sin dolor no es más que un asesino. Puede muy bien ser que a la larga su acción no nazca verdaderamente de un sentimiento de compasión. Pero no se discute esto ahora. Lo que decimos es que aunque sea por compasión, es un homicidio, y el homicidio es pecado.
Las teorías acerca del pecado que hemos considerado hasta ahora son claramente contrarias al cristianismo. Ningún cristiano puede sostener que la moralidad no es más que el interés propio de la raza que se ha ido acumulando, y que el pecado es tan sólo la conducta que se opone a ese interés. El cristiano debe obviamente sostener que la justicia y la felicidad son dos cosas distintas y que el pecado es algo muy distinto del desatino.
Otras teorías equivocadas del pecado, sin embargo, no son tan abiertamente erróneas, ni tampoco tan obviamente anticristianas, aunque también lo sean.
Existe, por ejemplo, la idea de que el pecado es el triunfo de la parte inferior de la naturaleza humana sobre la superior, de que es el triunfo de los apetitos corporales sobre el espíritu humano ? el espíritu humano que debería ser el que dirige las acciones del hombre.
Esta definición recurre ? aunque en forma falsa ? a ciertas expresiones bíblicas, y es una idea muy antigua en la Iglesia cristiana visible.
En su forma extrema, concibe a la materia como mala en sí. El alma o espíritu humano está encerrado, sostiene, en la cárcel del mundo material, y el objetivo de los esfuerzos del alma seria liberarse. Pecado es todo lo que impide esa liberación ? del alma del mundo material.
Indudablemente una doctrina así es del todo opuesta a la Biblia. Es una idea pagana, no cristiana. Sobre todo acaba completamente con la idea cristiana de Dios. Si la materia es esencialmente mala, y si Dios es bueno, entonces Dios no podría haber creado la materia, sino que esta materia debe haber existido siempre en forma independiente de él. Por ello no sorprende hallar en tiempos de la Iglesia primitiva que quienes consideraban a la materia como esencialmente mala eran dualistas, no teístas. Es decir, no creían en un Dios creador de todo lo que existe, sino que creían que había dos principios últimos independientes ?uno bueno, Dios; y un principio malo, la materia.
En marcado contraste con todas estas ideas, la Biblia enseña desde el principio hasta el fin que el mundo material, al igual que el inundo del espíritu, fue creado por Dios, y que ninguna de las obras de Dios ha de considerarse como mala.
Además, la Biblia no sólo combate esa idea como teoría del universo, sino también y con mucho ahínco los efectos de la misma en la conducta humana. Los que consideran a la materia como esencialmente mala tienden siempre al ascetismo. Es decir, tienden siempre a abstenerse de disfrutar de lo bueno de este mundo como si dicha abstención fuera por sí misma una virtud ? no un medio para un fin, sino un fin en sí mismo; no algo necesario a veces, sino algo siempre necesario si se quiere conseguir una verdadera santidad.
La Biblia se opone en todo momento a tal ascetismo. "No manejes, ni gustes, ni aun toques," decían los ascetas que menoscababan la supremacía de ~ Cristo en la iglesia colosense. Con todo vigor combate su enseñanza el apóstol Pablo. "Del Señor es la tierra y su plenitud," dice en otra carta. Esto enseña la Biblia de principio a fin. En ninguna parte de la Escritura se puede hallar justificación para la idea de que el mundo material es esencialmente malo y que disfrutar de él es pecado.
A este respecto, sin embargo, se puede suscitar una objeción. ¿Acaso la Biblia no llama repetidas veces mala a "la carne", y con ello acaso no enseña que el pecado después de todo consiste en el triunfo de la parte inferior o corporal de la naturaleza del hombre sobre la superior?
Respondemos a esa objeción diciendo que sin duda la Biblia llama muchas veces mala a "la carne," pero que el problema radica en saber qué quiere decir en esos pasajes cuando usa la palabra "la carne".
Algunos opinan que la palabra se refiere a la naturaleza corporal del hombre, una parte inferior de su naturaleza en cuanto opuesta a otra superior. Esa idea se puede hallar en varias traducciones recientes de la Biblia que confunden a tantas personas. Una de esas traducciones emplea en vez de la palabra "la carne" en el capitulo octavo de Romanos la expresión "la naturaleza física"; otra emplea la expresión "la naturaleza animal."
¿Ven a dónde conducen esas traducciones? Conducen a la idea de que el conflicto entre la carne y el Espíritu según las cartas de Pablo es un conflicto entre la parte física y la parte espiritual del hombre, y que el triunfo de la naturaleza física o animal en ese conflicto es lo que la Biblia llama pecado.
¿Es acertada esa idea? No, amigos míos, no es acertada. Por el contrario, es un error nefasto y de largo alcance. Quien sostiene esa idea del pecado ni siquiera vislumbra lo que la Biblia dice que es el pecado, y por desgracia no está en condiciones de vislumbrar lo que la Biblia dice acerca de la salvación del pecado.
Es perfectamente cierto, desde luego, que en muchos lugares la Biblia usa la palabra "carne" simplemente en el sentido de cierta par lo de la estructura corporal del hombre o del animal. Habla de "carne y sangre" o de algo semejante. Este es el sentido simplemente físico de la palabra. Sin duda que se encuentra en la Biblia.
Pero ahora estamos hablando de los pasajes en que "la carne" se presenta en la Biblia como algo malo. ¿Tiene esta palabra en esos pasajes un sentido solo físico?
La respuesta es un "no" rotundo. En esos pasajes la palabra se emplea en un sentido muy especial ? un sentido muy ajeno al sentido original, puramente físico. En esos pasajes designa no la naturaleza física o animal del hombre, sino toda la naturaleza del hombre, tal como se encuentra ahora, en su condición caída, separada de Dios.
Las fases principales por las que pasa la palabra "carne" hasta venir a tener el significado que time en la Biblia parecen ser bastante claras. Primero, el significado puramente físico. Luego "carne" en el sentido del hombre en su debilidad, ,y todo ello se designa con una palabra que señala propiamente aquella parte del hombre en la que se manifiesta con mayor claridad tal debilidad, como cuando la Biblia dice: "Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo." Luego "carne" designa al hombre tal como es ahora, perdido en el pecado ? tal como es ahora hasta que el Espíritu de Dios lo transforma. Este tercer significado de la palabra es el que se halla en esos grandes pasajes en los que "la carne" se presentas en la Biblia como algo malo.
Empleada en esta forma, la palabra no designas una parte baja de la naturaleza del hombre en cuanto opuesta a una parte elevada. Designas una parte baja de la naturaleza del hombre pecaminoso actual, en cuanto opuesta a la santidad divina. No designa el cuerpo del hombre en cuanto opuesto al espíritu del hombre, sino a todo el hombre en cuanto opuesto al Espíritu de Dios.
Esto se ve con especial claridad en un pasaje como 1 Co. 3 :3, en el que Pablo dice : "Porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres?" La palabra que se traduce por "carnal" procede de "carne." ¿Qué significa, pues? El apóstol mismo nos lo dice. "¿No sois carnales, y andáis como hombres?" dice. Sin duda ser carnal y andar como hombres tienen el mismo significado en este texto. Una de estas expresiones explica la otra. ¿Cómo debían andar los cristianos corintios? Según Dios. ¿Cómo andaban en realidad? Según los hombres. Pero andar según los hombres en cuanto opuesto a andar según Dios es, dice Pablo, lo mismo que ser carnal. Así pues la carne no significa, como esas traducciones equivocadas de la Biblia quieren hacerle significar, la naturaleza animal del hombre en cuanto opuesta a una parte más elevada de esa misma naturaleza; significa simplemente toda la naturaleza humana ? es decir, la naturaleza humana tal como está ahora, bajo el dominio del pecado, en cuanto opuesta al Espíritu de Dios.
Pablo aclara todavía más la cuestión en el versículo siguiente, según el texto de los mejores manuscritos : "Porque diciendo el uno : Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois hombres?" El apóstol considera el ser hombres ? es decir, sólo hombres, no transformados por el Espíritu de Dios ? en realidad como algo merecedor de reproche a igual al ser carnales. "¿No sois carnales?" dice en el versículo precedente. "¿No sois hombres?" dice en este versículo. Las dos cosas significan lo mismo, a sade la naturaleza caída de uno en cuanto distinta ver actuar como si se estuviera bajo el dominio de la que está bajo el dominio del Espíritu de Dios.
Qué abismo existe entre esta manera bíblica de considerar la naturaleza humana caída y el paganismo moderno, que tantos profetas proclaman en nuestros días, que asume como articulo básico de su credo, "Creo en el hombre." Qué abismo existe entre la confianza pagana moderna en los recursos humanos y la enseñanza de la Biblia que hace equivalente el "¿No sois hombres?" con al "¿No sois carnales?" y considera ambas preguntas como un reproche terrible par a cl pueblo cristiano.
Así pues el pecado, según la Biblia, no es sólo "la bestia en nosotros" No, es algo macho más grave que eso. Por desgracia, el pecado no es la bestia que hay en nosotros; es más bien, el hombre que hay en nosotros. Es el hombre que hay en nosotros, porque todo el hombre, espíritu y alma al igual que cuerpo, está bajo el dominio del pecado, hasta tanto no sea transformado por el poder regenerador del Espíritu de Dios.
Claro que la Biblia enseña que el pecado reside en el cuerpo, que hace del cuerpo su instrumento, y que los apetitos corporales no dominados constituyen una gran parte de las. ocasiones de caída. Todo esto es perfectamente cierto. Pero esto es muy distinto que decir que los apetitos corporales constituyen la esencia del pecado. No, cuando la Biblia nos ofrece una de esas listas terribles de pecados que se cometen, por ejemplo, en varios pasajes de las Cartas de Pablo, cuando enumera, como en el capítulo quinto de Gálatas, "las obras de la carne," incluye no sólo lo que solemos llamar pecados carnales sino también, y en forma muy destacada, pecados como el orgullo y el odio, que no son en modo alguno carnales en el sentido nuestro. De hecho esos pecados de orgullo y otros parecidos, y no lo que llamamos pecados carnales, son precisamente los pecados de los que Pablo habla en ese pasaje de 1 Corintios en el que acusa a sus lectores de ser carnales.
La Biblia halla al pecado, además, en un mundo espiritual ? habla de huestes espirituales de maldad en las regiones celestes ? al igual que halla al pecado, por desgracia, en el espíritu del hombre caído. Si deseamos ser fieles a la Biblia, debemos descartar toda esta noción de que la esencia del pecado se halla en la rebelión de la parte inferior de nuestra naturaleza contra la parte superior.
¿Qué es, pues, el pecado? Hemos dicho lo que no es. Ahora deberíamos decir qué es.
Por fortuna no tenemos que buscar mucho en la Biblia para hallar la respuesta a esa pregunta. La Biblia da la respuesta en el comienzo misma del relato del primer pecado del hombre ?ese relato que estudiamos juntos en una de nuestras charlas precedentes.
¿Qué fue el primer pecado del hombre, según la Biblia? ¿Fue la satisfacción de un apetito corporal? Sí, lo fue. La mujer vio que los frutos del árbol eran buenos pare comer y agradables a la vista, se nos dice. ¿Pero fue el pecado tan sólo la satisfacción de un apetito corporal? Desde luego que no. No, fue algo muy intelectual, espiritual. La serpiente dijo que el comer del fruto de ese árbol los haría sabios. Eso no fue en absoluto un apetito corporal.
¿Cuál fue, pues el primer pecado del hombre? ¿No está bien clara la respuesta? Sí, fue desobediencia al mandato de Dios. Dios dijo: "No comerás del fruto del árbol"; el hombre comió áe1 fruto del árbol; y eso fue el pecado. Aquí tenemos por fin nuestra definición de pecado.
"Pecado es cualquiera falta de conformidad con la ley de Dios o trasgresión de la misma." Esas son las palabras del Catecismo Menor, no de la Biblia; pero están de acuerdo con lo que la Biblia enseña desde Génesis hasta Apocalipsis.
LA MAJESTAD DE LA LEY DE DIOS


En la última charla hablamos de la importante cuestión, "¿Qué es el pecado?" Se han dado varias respuestas a la misma, pero la verdadera respuesta, dijimos, es la que se contiene en el Catecismo Menor. "Pecado," dice el Catecismo Menor, "es cualquier falta de conformidad con la ley de Dios o trasgresión de la misma."
El significado cabal de dicha definición se verá con mayor claridad, espero, a medida que hablemos de las consecuencias del pecado de Adán para la humanidad. .
De momento, sin embargo, lo tomamos sólo en la forma más sencilla y obvia. Lo más elemental acerca del pecado es que se trata de algo que va contra la ley de Dios. No se puede creer en la existencia del pecado a no ser que se crea en la existencia de la ley de Dios. La idea de pecado y la idea de ley van juntas. Si se piensa en el pecado, en el sentido bíblico de la palabra, se piensa en la ley; si se piensa en la ley, se piensa ?por lo menos tal como es ahora la humanidad ?en el pecado.
Siendo esto así, sólo les pido que recuerden lo que dice la Biblia y que piensen qué constante es la Biblia en enseñar la ley de Dios.
Ya hemos observado cuán clara es esa enseñanza en el relato del primer pecado del hombre. Dios dijo, "No comerás del fruto del árbol." Esa era la ley de Dios; era un mandato concreto. El hombre desobedeció dicho mandato; el hombre hizo lo que Dios le había dicho que no hiciera; y eso fue el pecado.
Pero la ley de Dios figura en toda la Biblia. No se halla sólo en alguno que otro pasaje, sino que constituye el telón de fondo de todo lo que la Biblia dice acerca de las relaciones entre Dios y el hombre.
Piensen por un momento en la parte tan considerable del Antiguo Testamento que ocupa la ley de Dios ?? la ley que fue promulgada por medio de Moisés. ¿Creen que eso fue una casualidad? De ningún modo. Fue así porque la ley es una parte fundamental de lo que la Biblia tiene que decir.
En todo el Antiguo Testamento destaca un pensamiento básico ? Dios es el legislador, y el hombre le debe obediencia.
¿Y qué se puede decir del Nuevo Testamento? ¿Obscurece el Nuevo Testamento ese pensamiento; rebaja el Nuevo Testamento en algún modo la ley de Dios?
Ha habido quienes así lo han creído. El error llamado "antinomianismo" ha sostenido que la dispensación de gracia que Cristo inauguró abrogó la ley de Dios para los cristianos.
Qué error tan horrible! Es sin duda cierto, en un sentido, que los cristianos ,no están, , como dice Pablo, bajo la ley sino bajo la gracia. No están sujetos a la maldición que la ley pronuncia contra el pecado; Cristo los ha liberado de esa maldición al llevar él en la cruz la maldición que les correspondía. No se hallan bajo ninguna dispensación en la .que su aceptación por parte de Dios dependa de su obediencia a la ley de Dios; en lugar de ello, su aceptación por parte de Dios depende de la obediencia que Cristo tuvo por ellos. Todo esto es del todo cierto. ¿Pero significa esto que para el cristiano la ley de Dios ya no es la expresión de la voluntad de Dios que tienen obligación absoluta de obedecer; significa que se hallan libres de hacer lo que les plazca y que ya no se hallan atados por los mandamientos de Dios?
Busquemos la respuesta en la Biblia toda, sobre todo en el Nuevo Testamento.
"No penséis," dijo Jesús, "que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar sino para cumplir." Luego continúa poniendo su justicia en contraste con la justicia de escribas y fariseos. ¿Es más fácil que la de éstos? No, él mismo nos dice que es más difícil. "Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos." ¿Acaso su justicia participa menos de la naturaleza de ley que las normas que los escribas y fariseos habían establecido? ¿Es su justicia algo que el hombre puede tomar según le parezca; es algo que puede convenirle escuchar? Amigos míos, lo .único que puedo decir es que si leen de este modo las palabras de Jesús que figuran en los Evangelios, ni siquiera han comenzado a entenderlas. "Si lo ojo derecho," dice Jesús, "te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de tí; pues mejor lo es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo lo cuerpo sea echado al infierno." "Mas yo os digo," afirma en otro pasaje, "que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio." ¿son éstas las palabras de alguien que en lugar del reino de la ley de Dios pone otro reino? ¿Son éstas las palabras de alguien que creía que los hombres podían jugar con la ley de Dios?
Sé que algunas personas sostienen ?? en un delirio de necedad, me parece ? que las palabras de Jesús pertenecen a la dispensación de la ley que concluyó con su muerte y resurrección y que por ello la enseñanza del Sermón del Monte, por ejemplo, no pertenece a la dispensación de gratis en la que nos hallamos ahora.
Bien, permítanme volver al apóstol Pablo, al apóstol que nos ha dicho que no estamos bajo la ley sino bajo la gratis. ¿Qué dice acerca de esto? ¿presenta a la ley de Dios como algo que ya no time validez en esta dispensación de la gratis divina?
De ningún modo. En el capítulo segundo de Romanos, al igual que (por implicación) en muchas otras partes de sus Cartas, insiste en la universalidad de la ley de Dios. Incluso los gentiles, aunque no conocen esa clara manifestación de la ley de Dios que se encontraba en el Antiguo Testamento, tienen la ley de Dios escrita en el corazón y no tienen excusa si desobedecen. Los cristianos, sobre todo, insiste Pablo, están muy lejos de estar emancipados del deber de obedecer los mandatos de Dios. El apóstol considera que una idea tal es un error de los más nefastos. "Y manifiestas son las obras de la carne," dice Pablo, "que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios."
Grande, en realidad, según Pablo, es la ventaja del cristiano, respecto incluso a los que antes de que Cristo viniera fueron salvos por el mérito del sacrificio que iba a ofrecer en la cruz (siendo salvos, como lo son los cristianos, por la gracia de Dios por medio de la fe. Los cristianos no se hallan bajo la maldición de la ley; en ese sentido terrible no se hallan bajo la ley sino bajo la gracia. Cristo ha llevado el justo castigo de la ley en su lugar. Tienen además dentro de sí un poder nuevo, el poder del Espíritu Santo, que la ley por la misma no podría dar.
Pero ese poder nuevo no los emancipa de la obediencia a los mandamientos santos de Dios . De ningún modo, sino que los capacita para obedecer esos mandamientos en una forma que no les hubiera sido posible antes.
Piensen por un momento, amigos míos, en la majestad de la. ley de Dios tal como la, Biblia la presenta. Una ley por encima de todo ? válida para los cristianos, válida para los no cristianos, válida ahora y válida por toda la eternidad. ¡Con qué grandiosidad se proclama dicha ley en medio del retumbar de truenos en el Sinaí! ¡Con cuánta más grandiosidad y con mucho mayor seriedad 3e proclama en la enseñanza de Jesús ? en su enseñanza y en su ejemplo! Con qué terror estamos dispuestos a decir, con Pedro, en la presencia de esa pureza sobrecogedora : "Apártate de mi, Señor, porque soy hombre pecador." En ninguna parte de la Biblia, ni en la enseñanza de Jesús nuestro Salvador, podemos eludir la terrible majestad de la ley de Dios ? escrita en la constitución del universo, que penetra los pliegues más recónditos del alma, que abarca toda palabra ociosa, toda acción y todo pensamiento secreto del corazón, ineludible, exhaustiva, santa, terrible. Dios es el legislador, el hombre el sujeto; Dios el que gobierna, el hombre el gobernado. El servicio de Dios es un servicio que es libertad perfecta, un deber qué es el mayor de los gozos; pero siempre es un servicio. No lo olvidemos. Dios fue siempre y es pare siempre el Rey soberano; todo el universo está bajo su ley santa.
Esta es la atmósfera en la que la Biblia se mueve; esa es la rote en la que se base. ¡La ley de Dios que todo lo abarca! ¿Es la promulgación arbitraria de un tirano cruel, un entretenimiento sin sentido de alguien cuyo poder es mayor que su sabiduría o bondad? No, esta ley se basa en la perfección infinite del ser de Dios mismo. "Sed, pues, vosotros perfectos," dijo Jesús, "como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto." Esa es la norma. La ley de Dios no es una ley arbitraria o sin sentido; es una ley Santa, como Dios mismo es Santo.
Si esa es la ley de Dios, ¡qué terrible es el pecado! ¿Qué lengua puede contar lo horroroso que es? ¡No es una ofensa contra una norma temporal o arbitraria que procede de autoridad temporal o que se hace cumplir con castigos temporales, sino una ofensa contra el Dios infinito y eterno! ¡Qué terror tan indescriptible se cierne sobre nosotros cuando contemplamos realmente una culpa semejante!
¿Pero la contemplamos en realidad? La pregunta se debe formular. Sé que algunos de mis oyentes consideran lo que he venido diciendo coma algo que no merece más atención qué los duendes y fantasmas con que las niñeras solían asustar a los niños malos. Una característica .destacada de la edad en que vivimos es la incredulidad respecto a cualquier coca que se pueda llamar ley de Dios y sobre todo la incredulidad respecto a cualquier coca que se puede llamar propiamente pecado. El hecho patente es que los hombres de nuestros tiempos viven en su mayoría en un mundo de pensamiento, sentir y vide del todo diferente del mundo en el que vive el cristiano. La diferencia no . se refiere a uno que otro detalle; se refiere a la base entera de la vide; se refiere a toda la atmósfera en que los hombres se viven y mueven y tienen el ser. En la raíz de todo lo que la Biblia dice hay dos grandes verdades, del todo inseparables ? la majestad de la ley de Dios y el pecado como ofensa contra esa ley. Estas dos verdades básicas se niegan en la sociedad moderna, y en la negación de las mismas está la característica principal de la edad en que vivimos.
Bien, ¿en qué clase de edad nos encontramos? ¿Qué clase de edad es ésta en la que la ley de Dios se considera como pasada de moda y en la que no hay conciencia de pecado?
Se lo voy a decir. Es una edad en la que la sociedad se está desintegrando a ritmo acelerado. Miren a su alrededor y ¿qué ven? Por doquier se contempla un relajamiento de restricciones, un abandono de normas, una vuelta a la barbarie.
Pero, dirán, ¿acaso no se ha alcanzado por fin la libertad? Ahora que la moralidad ha sido abandonada ? las convenciones tradicionales y todo lo demás ? es evidente que la libertad tiene que haber alcanzado un gran apogeo. Pero yo pregunto, amigos míos, ¿lo ha alcanzado de veras? Hay que ser ciego para decir que sí. Antes al contrario, no hay libertad ni en Rusia, ni en Alemania, ni en Italia, ni en muchos otros países. Qué lenta fue la transición en Europa de la tiranía a la democracia y libertad! Y ahora esa libertad alcanzada a costa de tantos sacrificios se está deteriorando rápidamente.
Hay sin duda oasis de resistencia a la invasión del tirano. Hace pocos días leímos que la gente de Gran Bretaña quedó muda al recibir la noticia de que su rey ? símbolo de libertad ? había muerto. Pareció que el silencio se apoderaba de la nación y que las luchas egoístas cesaban. Fue un silencio elocuente de verdad ? que hablaba del amor de un gran pueblo por lo que el dinero jamás podrá comprar, que hablaba de siglos de historia gloriosa. Pero ¿creen que Gran Bretaña se encuentra a salvo ? a salvo, quiero decir, no de los acorazados y aviones y ejércitos enemigos, sino a salvo de los enemigos mucho más peligrosos que están dentro de sus fronteras?
No lo creo, amigos míos. Se halla a salvo, sin dude, si hay algún lugar de la tierra que lo esté; pero con todo no está a salvo. Si repasamos la historia de Gran Bretaña creo que se puede ver que hasta ahora siempre poseyó algo que ahora está a punto de perder. Tuvo el convencimiento de que existe un principio trascendental de justicia al que todos los pueblos de la tierra están sujetos. Sé que hubo tiempos en que ese principio eterno de justicia se perdió casi por completo de vista. Hubo tiempos de mucho desenfreno. Hubo tiempos en la historia del Imperio Británico en que se cometieron crímenes nacionales terribles. Pero siempre hubo un núcleo considerable de ¡¡¡Británicos!!! que. tenían una convicción fume y sólida de la obligación que los ataba a la ley de Dios. Esa fue la sal preciosa que preservó a la nación y le dio esa estabilidad maravillosa que debería ser objeto de emulación pare todo el mundo civilizado. La libertad bajo la ley de Dios ? esto y no vastos frentes de batalla ni un Imperio en el que nunca se ponía el sol -- es lo que hizo grande a Gran Bretaña.
Hoy día ese principio corre peligro en Gran Bretaña tanto como en el resto del mundo. También en ella hay multitud de personas que no creen que haya una ley de Dios, y el número de los que sí creen que existe es menor y mucho menos influyente ? en la vide nacional que nunca antes . No sé . si están de acuerdo conmigo, amigos míos, pero creo ,debo decir que temo por Gran Bretaña, y más todavía por el resto del mundo. La tiranía está al acecho por todas partes, y la decadencia anda suelta bajo el disfraz de cien nombres pomposos y de cuño reciente.
Bien, y ¿qué se puede hacer? Muchos ,no cristianos están de acuerdo con nosotros de ,que hay que hacer algo. Incluso hay materialistas y ateos que lo ven. Algo hay que hacer sin duda incluso para mantener a la parte animal del hombre en condiciones saludables ? para impedir que se destruya, por ejemplo, con otra guerra mundial.
Se han hecho, pues, muchas sugerencias para impedir los estragos del crimen. Alguien ha propuesto que se nos tomen a todos las huellas digitales y que se nos trate como criminales en libertad provisional a quienes, a capricho de la policía, se pide la identificación cuando circulan por las calles y a quienes no se les permita dedicarse libremente a sus asuntos a no ser que existan sospechas fundadas de que son reos de algún crimen. Otros proponen que se considere a los maestros, incluso a los de escuelas privadas y cristianas como funcionarios del gobierno, y que se les exija un juramento de fidelidad como el que se requiere en la Alemania nazi. Mil panaceas se han sugerido, diferentes en cuanto a detalles pero semejantes en cuanto que destruyen esa libertad civil y religiosa que nuestros padres se ganaron con tantos esfuerzos.
Tales medidas jamás podrán conseguir el fin que se proponen. Nunca se puede implantar por la fuerza el patriotismo. en el corazón de las personas. Intentarlo sólo sirve para suprimirlo si ya está presente. El progreso del comunismo o de cualquier otra forma de esclavitud nunca se puede impedir con la supresión de la libertad de expresión.
Tal supresión sólo sirve para volver más peligroso el progreso de las ideas destructoras.
¿Cuál es entonces el remedio para el amenazador descalabro de la sociedad y para el deterioro rápido y progresivo de la libertad?
Sólo hay un remedio. Es la vuelta a la ley de Dios.
Si queremos restaurar el respeto a las leyes humanas, debemos acabar con esa idea de que los jueces y los jurados sólo existen para el propósito utilitario de proteger a la sociedad, y debemos restaurar la noción de que existen para defender la justicia. Es cierto que no son más que exponentes imperfectos de la justicia. Hay muchos aspectos de la vida con los que no tienen nada que ver. Abusarían de la función que Dios les ha dado si trataran de obligar a una pureza intima de la vida personal, ya que a ellos les corresponde sólo obligar ? e incluso esto en una forma imperfecta ? a esa parte de la justicia que atañe a las relaciones entre hombre y hombre. Pero siempre son instrumentos de la justicia, y si no se reconoce así, el estado va camino del desastre. La sociedad no se puede preservar con imponer castigos violentos a ofensas menores porque lo exija así el interés utilitario de la sociedad; no se puede preservar con la práctica perversa (que algunos jueces siguen) de "escarmentar" a algunos de una forma anárquica a injusta por creer que de este modo se puede apartar a los demás del crimen. No, decimos, no hay que perder nunca de vista a la justicia ? la justicia abstracta, santa, trascendente --sean cuales fueren las consecuencias inmediatas que de ello se crea van a producirse. Sólo así se podrá volver a respetar la toga del juez a impedir que la decadencia progrese.
Sin embargo, todo esto no toca el punto más importante. En el fondo dé todas estas consideraciones acerca de las naciones y de la sociedad está el gran problema de la relación del alma con Dios. A no ser que los hombres sean justos ante Dios, nunca serán justos en sus relaciones mutual.
Cómo, pues, pueden ser justos ante Dios? Oh, allá está el evangelio, dirán. Está la dulce y consoladora enseñanza de Jesucristo.
Sí, ¿pero acuden los hombres a Jesucristo? Van a él para la salvación del alma? No, lo tienen por un magnífico maestro religioso, y luego pasan de largo.
¿Cómo, pues, llevarlos a él? La Biblia nos da la respuesta. "De manera," dice, "que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe." Así fue en el caso de los hebreos del Antiguo Testamento, acerca de quienes Pablo habla en ese pasaje; pero así es también en el caso de todos los que real y sinceramente acuden a Jesucristo como a su Salvador del pecado. Sólo la conciencia de pecado hace que los hombres acudan al Salvador del pecado, y la conciencia de pecado despierta sólo cuando el hombre se halla frente a frente a la ley de Dios.
Pero los hombres no tienen conciencia de pecado hoy día; ¿qué hacer, pues? Recuerdo que hace un tiempo oí presentar ese problema en una forma conmovedora a un predicador que se sentía tristemente confundido. Aquí estamos, decía. Vivimos en el siglo veinte. Tenemos que tomar las colas tal como se nos presentan; y de hecho, nos guste o no, si hablamos con los jóvenes de hoy acerca del pecado y de la culpa no sabrán de qué hablamos; se apartarán de nosotros aburridos, y se apartarán del Cristo que predicamos. ? ¿No es realmente una calamidad? continuó. ¿No es una calamidad que se pierdan las bendiciones que Cristo tiene dispuestas ? para ellos si acudieran a él? ¿Si, pues, no van a acudir a Cristo a nuestro modo, no deberíamos invitarlos a que acudan a él a su manera? Si no acuden a Cristo a través de la conciencia de pecado que nacería del terror de la ley de Dios, ¿no podríamos hacerlos llegar a Cristo por medio del atractivo de las enseñanzas éticas de Jesús y la utilidad de su enseñanza para la solución de los problemas de la sociedad?
Me temo que en respuesta a tal proposición debemos responder que no. Me temo que tenemos que afirmar que ser cristiano es mucho más trágico que lo que tales personas suponen. Me temo que tenemos que decirles que no se puede llegar a la vida cristiana por ningún atajo. Me temo que tenemos que indicarles la puerta angosta y decirles que busquen al Salvador mientras lo pueden encontrar a fin de que los rescate del día de la ira.
¿Pero no es un caso perdido? ¿No es un caso perdido tratar de que la gente del siglo veinte tome la ley de Dios con toda seriedad y tema los pecados?
Mi respuesta es que sí es un caso perdido. Del todo perdido. Tan perdido como lo es que un camello pase por el ojo de una aguja.
Pero, no olvidemos que hay Alguien que puede hacer lo que parece imposible. Es el Espíritu del Dios vivo.
No teman, cristianos. El Espíritu de Dios no ha perdido su poder. Cuando lo crea conveniente, enviará a sus mensajeros incluso a una generación perversa, adúltera y negligente. Hará que el Monte Sinaí despida llamas; convencerá a los hombres de pecado; aniquilará su orgullo; derretirá sus corazones de piedra. Luego los conducirá al Salvador de las almas.


PECADORES SALVADOS POR LA GRACIA

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